Los Fenómenos Lunares Transitorios

Por Alberto Anunziato

¿Qué son?
Los fenómenos lunares transitorios (también conocidos por la sigla en inglés LTP, “lunar transitory phenomena”) son cambios repentinos  de brillo o luminosidad en la superficie lunar de corta duración cuya causa se desconoce. Algunos de ellos son especialmente brillantes, ya que existen reportes desde la Edad Media, época en que solamente podían ser visualizados a ojo desnudo. Su duración es, también muy variable, ya que pueden durar solo algunos segundos, pero también se han reportado algunos de más de una hora de duración.
Se trata de uno de los enigmas más elusivos de la astronomía. Existe un inconveniente de base y es que su extremada rareza y su corta duración hacen que sean muy difíciles de documentar, muchos sólo son observados por una persona y por pocos segundos, lo que hace imposible el control científico de la observación. Sin embargo, muchas de las observaciones corresponden a observadores ampliamente capacitados, entre los cuales se destacan el famoso astrónomo británico Sir William Herschel-descubridor del planeta Urano-y los cartógrafos norteamericanos Edward Barr y James Greenacre del observatorio Lowell, cuya observación de 1963 le dio credibilidad a un fenómeno que la comunidad científica no tomaba en serio.

 

¿Cuál es su causa?
Se han esbozado numerosas teorías para explicar los fenómenos lunares transitorios (FLT).
La primera pretendía que su origen era terrestre y que se trataba de distorsiones provocadas por turbulencias atmosféricas en la Tierra que producían la ilusión óptica de cambios en la Luna. Esta explicación puede servir para un buen número de observaciones de FLT, pero no para todas. Durante la misión del Apolo XI a la Luna se les pidió a los tripulantes si podían confirmar un F

El cráter Aristarco

 

LT reportado por el observatorio alemán de Bochum y Neil Amstrong reportó, en el cráter Aristarco, un área “considerablemente más iluminada que el área circundante” con una especie de “fluorescencia”.

La segunda teoría los atribuye a impactos meteoríticos, a los que está tan expuesto nuestro satélite por su falta de atmósfera. Algunos podrían explicarse por los impactos de las pequeñísimas partículas cometarias que componen las lluvias meteoríticas. Pero un FLT como el observado por Armstrong difícilmente pueda explicarse por el impacto de un micrometeorito. El impacto de un meteorito provocaría un cráter y polvo en suspensión que absorbería más luz que las áreas circundantes más oscuras. Pero nunca se ha podido relacionar a un FLT con la aparición posterior de un cráter en la superficie lunar.
La tercera teoría relaciona a los FLT con actividad volcánica en el interior de la Luna, que originaría pequeños derrames de lava que brillarían por pocos segundos. Hasta lo que hoy se sabe, y nada parece vaticinar un cambio al respecto, la Luna está geológicamente inactiva desde hace más de 3.000 millones de años.

La sonda Prospector Lunar

La cuarta teoría los atribuye a gases residuales originados por la actividad volcánica anterior, que salen a la superficie esporádicamente. Esta parece ser la explicación más plausible, ya que el espectrómetro de la misión Lunar Prospector reportó la aparición de gas radón en la superficie lunar, cerca de los cráteres Aristarco y Kepler (recordemos que la Luna presenta una atmósfera insignificante por su débil atracción gravitacional). La mayoría de los FLT reportados ocurrieron en lugares asociados con actividad volcánica (como grietas o los bordes de los mares lunares), y más precisamente alrededor de los cráteres mencionados.

¿Dónde y cómo observarlos?
Generalmente los FLT pueden observarse en las zonas más oscuras de la superficie lunar, que por su escasa luminosidad actúa como contraste de las débiles fluorescencias. Los cráteres en los que éstos fenómenos son reportados más frecuentemente son el Aristarchus (más de la mitad del total de observaciones se han producido allí), Herodotus, Alphonsus, Prinz, Grimaldi y Plato, por lo que se trata de los primeros candidatos para la ob

El cráter Kepler

servación, aunque se recomienda observar la totalidad del disco lunar visible y no accidentes geográficos en particular, para ampliar las posibilidades de capturar un FLT.

La observación de estos misterios de la ciencia astronómica es posible para el astrónomo aficionado, pero se necesita un exhaustivo conocimiento de la superficie lunar, lo que implica un desafío para adquirir conocimientos cartográficos del astro más cercano a nosotros. Hoy en día disponemos de una gran cantidad de atlas lunares que nos permiten ubicarnos espacialmente, pero más que nada lo que se necesita es una enorme dosis de suerte.

Alberto Anunziato, Dto. de Cometas, Bólidos y Meteoritos – AEA

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