El agua y la sal esconden el secreto de la vida

El hallazgo de salmuera en un cráter refuerza la idea de que el subsuelo sea habitable para los microorganismos.

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Se cree que cuando Marte tenía mil millones de años su superficie estaba repleta de agua líquida. La dinámica de sus entrañas permitía la aparición de ciclos geológicos y el crecimiento de volcanes tan grandes como el Monte Olimpo, que tiene hoy más de 21 kilómetros de altura y 500 de base. En definitiva, Marte era un «organismo» vivo en el que aparecían crestas y cañones, pero por algún motivo todo eso cambió. Y el que podía ser un planeta similar a la Tierra en varios aspectos, pasó a convertirse en una roca árida y fría cubierta de cráteres.

Las primeras misiones de exploración comenzaron a hacer la «autopsia» de Marte en los años sesenta. Y pronto se encontraron con las primeras huellas de la vida geológica del planeta. Así aparecieron supuestos canales, se detectó agua en algunos minerales y se tomaron imágenes de grandes acumulaciones de hielo en los polos y en el subsuelo de Marte.

A la vista de estos hallazgos, se intensificaron los esfuerzos en estudiar la «habitabilidad» del planeta, o sea, en averiguar si este tiene o tuvo condiciones adecuadas para albergar vida. En ese sentido, se descubrió que el lugar más habitable sería el subsuelo, a causa de varios factores ambientales, como la radiación que barre la superficie y que no puede ser frenada por la fina atmósfera marciana, las bajas temperaturas y las drásticas oscilaciones térmicas, peores que las de cualquier desierto terrestre.

Cuando el pasado lunes la NASA hizo público el hallazgo de la primera evidencia directa de agua líquida en la superficie de Marte, la expectación se desató a lo largo y ancho del mundo. Los trabajos de Lujendra Ojha, junto al de otros, confirmaron que los rastros de salmuera captados en las laderas del cráter Hale por la misión HiRISE, que aparecen en verano y se desvanecen después, son formados por agua cargada de sales (percloratos) que procede del subsuelo.

«La importancia de este estudio radica en que es la primera vez que se obtienen datos directos que confirman la presencia de agua líquida en Marte», aclara Alberto Fairén, investigador del Centro de Astrobiología y que forma parte de los equipos científicos de los rovers marcianos «Opportunity» y «Curiosity». Sin embargo, recuerda que «un grupo de investigadores ya propuso que cualquier forma de agua líquida en Marte debería ser salada», en un estudio publicado en «Nature Geoscience».

Habitabilidad de Marte
¿Qué supone en realidad este avance? Para Jesús Martínez Frías, geólogo planetario y también integrante de la misión «Curiosity», entre otras, el hallazgo de agua «es muy imporante para determinar la zona de habitabilidad de Marte». Pero también permitiría obtener la información esencial de si Marte está vivo o no, desde el punto de vista geológico. El motivo es que «es muy difícil que la vida pueda emerger en objetos inertes, como la Luna y Mercurio. Pero allá donde hay energía interna, como en Plutón o en la luna Europa, se puede ser más optimista en cuanto al hallazgo de vida», dice.

De hecho, las misiones «ESA-ExoMars» y «NASA-Mars2020», que se lanzarán en 2016 y 2018, respectivamente, seguirán estudiando la habitabilidad marciana y tendrán «objetivos más astrobiológicos», más relacionados con la vida, tal y como apunta Martínez Frías. Sin embargo, también alerta de que «la detección de seres vivos no es una tarea sencilla».

Por una parte, es difícil que los microorganismos marcianos sean detectables directamente por los instrumentos. En lugar de ello, se pueden definir unos biomarcadores, «señales inequívocas de que algo está vivo o lo ha estado», una tarea que podría recaer sobre la presencia de compuestos generados por el metabolismo de esos posibles seres vivos. Por último, la ética plantea otro escollo: «La prevención planetaria obliga a no contaminar Marte con nada llevado desde la Tierra. Aunque hubiera agua líquida, no podríamos sumergir ningún instrumento para analizarla, ahora mismo».

Por ello, en opinión del astrobiólogo, «las misiones humanas del futuro -la primera está prevista para 2030- supondrán un salto cualitativo. El ser humano tiene una capacidad de síntesis, observación y análisis incomparable».

Ricardo Amils, un investigador del Centro de Astrobiología que ha estudiado algunas de las formas de vida terrestres más similares a las que podrían vivir en Marte, en especial en el subsuelo terrestre, explica: «Hasta que no haya misiones dedicadas a perforar el suelo marciano, seguramente no podrá encontrarse vida en Marte».

Tal y como explica Amils, la presencia de pequeñas cantidades de metano en la atmósfera, quizás producidas por ciertos microbios, y el hallazgo de hielo en el subsuelo, son buenas señales para la búsqueda de vida. Estos marcianos no serían hombrecillos verdes, sino bacterias resistentes a las bajas temperaturas. Ultima: «Seguro que ya hay ingenieros pensando en cómo poder detectarlas».

Fuente: ABC

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