Misiones actuales en el planeta rojo

Hasta hoy estaban en operación varias misiones espaciales en Marte: cuatro de la NASA y una de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Tres de ellas son satélites de observación científica en órbita del planeta rojo y uno es un vehículo todoterreno de la generación anterior, que lleva funcionando ocho años ya. A través de los estos tres satélites en órbita, incluido el europeo, se podrá comunicar el Curiosity con Tierra, especialmente durante la difícil maniobra de descenso y las primeras horas en el suelo de Marte; después, el nuevo robot podrá contactar con el centro de control directamente o a través de esos artefactos en órbita.

2001 Mars Odyssey (NASA)
Satélite en órbita de Marte que fue lanzado en abril de 2001 y que llegó al planeta vecino en octubre de ese mismo año. Su objetivo es hacer observaciones de la geología marciana, el clima y los minerales allí. Los datos de la 2001 Mars Odyssey han permitido trazar mapas de minerales y elementos químicos en Marte, así con identificar regiones con posible agua en el subsuelo. Lleva a bordo tres instrumentos científicos principales: una cámara térmica, un espectrómetro de rayos gamma y un experimento para medir la radiación en la superficie de Marte.

Opportunity (NASA)
El Opportunity forma parte, junto con su gemelo Spirit, que ya ha dejado de funcionar, de la misión Mars Exploration Rovers. Fueron lanzados desde la Tierra en junio y julio de 2003 y llegaron al suelo de Marte en enero de 2004. La misión estaba diseñada para que los dos vehículos todoterreno funcionasen tres meses y el Opportunity sigue activo, mientras que el Spirit dejó de comunicarse con la Tierra en marzo de 2010. Los dos vehículos (de unos 180 kilos cada uno) encontraron pruebas geológicas de que Marte fue en el pasado, hace millones de años y de modo intermitente, un entorno húmedo. Estos dos robots han enviado más de 100.000 imágenes en color y de alta resolución de los paisajes que han recorrido.

Hasta hoy estaban en operación varias misiones espaciales en Marte: cuatro de la NASA y una de la Agencia Europea del Espacio (ESA). Tres de ellas son satélites de observación científica en órbita del planeta rojo y uno es un vehículo todoterreno de la generación anterior, que lleva funcionando ocho años ya. A través de los estos tres satélites en órbita, incluido el europeo, se podrá comunicar el Curiosity con Tierra, especialmente durante la difícil maniobra de descenso y las primeras horas en el suelo de Marte; después, el nuevo robot podrá contactar con el centro de control directamente o a través de esos artefactos en órbita.

2001 Mars Odyssey (NASA)
Satélite en órbita de Marte que fue lanzado en abril de 2001 y que llegó al planeta vecino en octubre de ese mismo año. Su objetivo es hacer observaciones de la geología marciana, el clima y los minerales allí. Los datos de la 2001 Mars Odyssey han permitido trazar mapas de minerales y elementos químicos en Marte, así con identificar regiones con posible agua en el subsuelo. Lleva a bordo tres instrumentos científicos principales: una cámara térmica, un espectrómetro de rayos gamma y un experimento para medir la radiación en la superficie de Marte.

Opportunity (NASA)
El Opportunity forma parte, junto con su gemelo Spirit, que ya ha dejado de funcionar, de la misión Mars Exploration Rovers. Fueron lanzados desde la Tierra en junio y julio de 2003 y llegaron al suelo de Marte en enero de 2004. La misión estaba diseñada para que los dos vehículos todoterreno funcionasen tres meses y el Opportunity sigue activo, mientras que el Spirit dejó de comunicarse con la Tierra en marzo de 2010. Los dos vehículos (de unos 180 kilos cada uno) encontraron pruebas geológicas de que Marte fue en el pasado, hace millones de años y de modo intermitente, un entorno húmedo. Estos dos robots han enviado más de 100.000 imágenes en color y de alta resolución de los paisajes que han recorrido.

Mars Express (ESA)
El satélite científico actualmente en órbita marciana de la Agencia Europea del Espacio (ESA) es el Mars Express. Fue lanzado en junio de 2003 y llegó a su destino en diciembre del mismo año. Lleva siete instrumentos científicos. Esta tomando y enviando imágenes de la superficie del planeta rojo con alta resolución (10 metros por pixel y 2 metros por pixel en zonas seleccionadas). Otros instrumentos se dedican a levantar el mapa de minerales, a la composición de la atmósfera y su circulación global, la estructura del subsuelo y la interacción de la atmosfera con el viento solar.

Mars Reconnaissance Orbiter (NASA)
Partió en agosto de 2005 y se puso en órbita de Marte en marzo de 2006. La Mars Reconnaissance Orbiter lleva a bordo lo que la Nasa define como la cámara más potente que se ha enviado hasta ahora en una misión de exploración planetaria. Es capaz de identificar en el suelo objeto del tamaño de una pequeña mesa, con lo que proporciona detalles de la geología y la estructura de Marte e incluso permite identificar obstáculos que pueden dificultar el descenso de las misiones allí. Otro instrumento permite buscar agua en el subsuelo.
 
Prof. Ramos José María
Santa Fe de la Vera Cruz – Argentina
Miembro del Centro de observadores del Espacio

La Luna sería tóxica para los humanos

Como nuestro vecino más cercano en el espacio, cápsula de tiempo de evolución planetaria, y único mundo externo a la Tierra al que los humanos hemos podido llegar, la Luna resulta ser un sitio que se mantiene siempre en la mira para futuras exploraciones. Las investigaciones que pueden realizarse en ella tendrán muchísimo valor para la ciencia.

Las únicas oportunidades en que los humanos visitaron la Luna, no fueron más que rápidas y polvorientas excursiones sobre su superficie, llegando a durar dos o tres días antes de realizar la retirada. La prolongada exposición al ambiente lunar jamás ha sido estudiada en profundidad, pero es muy probable que — en conjunto con los muchos peligros inherentes a vivir y trabajar en el espacio – la Luna sea tóxica para los humanos.

Un equipo internacional de investigadores intentó cuantificar los daños a la salud producidos por la Luna – o al menos por el polvo lleno de regolito que hay en ella. En un artículo titulado “La toxicidad del polvo lunar” (D. Linnarsson y otros), los riesgos de este fino polvo –el mismo que afectó a los astronautas de la misión Apolo, en el interior y exterior de sus respectivos trajes- son estudiados en detalle (tanto como ha sido posible sin tener que ir a la Luna misma y recoger muestras pristinas). El equipo, compuesto por fisiólogos, farmacólogos, radiólogos y toxicólogos de cinco países diferentes, investigó algunas de las siguientes potenciales amenazas a la salud ocasionadas por el polvo lunar:

Inhalación. Los efectos más dañinos estarían relacionados con la inhalación de partículas de polvo. Aunque los exploradores lunares usan trajes especiales para protegerse, el polvo que se les adhiere puede fácilmente llegar a las áreas de trabajo — tal como los astronautas de la misión Apolo rápidamente descubrieron. Una vez dentro de los pulmones, el superfino y afilado polvo puede causar una serie de problemas de salud, afectando a los sistemas respiratorio y cardiovascular, y ocasionando malestares que irían desde la inflamación de las vías respiratorias hasta elevados riesgos de padecer varios tipos de cáncer. Al igual que algunos contaminantes presentes en la Tierra, como el asbesto y la ceniza volcánica, las partículas de polvo lunar son lo suficientemente pequeñas como para penetrar los tejidos de los pulmones, y pueden volverse todavía más peligrosas debido a su permanente exposición a radiación de protones y rayos UV. Además, la investigación sugiere que un ambiente de microgravedad sólo sirve para ayudar al transporte de partículas de polvo a través de los pulmones.

Como nuestro vecino más cercano en el espacio, cápsula de tiempo de evolución planetaria, y único mundo externo a la Tierra al que los humanos hemos podido llegar, la Luna resulta ser un sitio que se mantiene siempre en la mira para futuras exploraciones. Las investigaciones que pueden realizarse en ella tendrán muchísimo valor para la ciencia.

Las únicas oportunidades en que los humanos visitaron la Luna, no fueron más que rápidas y polvorientas excursiones sobre su superficie, llegando a durar dos o tres días antes de realizar la retirada. La prolongada exposición al ambiente lunar jamás ha sido estudiada en profundidad, pero es muy probable que — en conjunto con los muchos peligros inherentes a vivir y trabajar en el espacio – la Luna sea tóxica para los humanos.

Un equipo internacional de investigadores intentó cuantificar los daños a la salud producidos por la Luna – o al menos por el polvo lleno de regolito que hay en ella. En un artículo titulado “La toxicidad del polvo lunar” (D. Linnarsson y otros), los riesgos de este fino polvo –el mismo que afectó a los astronautas de la misión Apolo, en el interior y exterior de sus respectivos trajes- son estudiados en detalle (tanto como ha sido posible sin tener que ir a la Luna misma y recoger muestras pristinas). El equipo, compuesto por fisiólogos, farmacólogos, radiólogos y toxicólogos de cinco países diferentes, investigó algunas de las siguientes potenciales amenazas a la salud ocasionadas por el polvo lunar:

Inhalación. Los efectos más dañinos estarían relacionados con la inhalación de partículas de polvo. Aunque los exploradores lunares usan trajes especiales para protegerse, el polvo que se les adhiere puede fácilmente llegar a las áreas de trabajo — tal como los astronautas de la misión Apolo rápidamente descubrieron. Una vez dentro de los pulmones, el superfino y afilado polvo puede causar una serie de problemas de salud, afectando a los sistemas respiratorio y cardiovascular, y ocasionando malestares que irían desde la inflamación de las vías respiratorias hasta elevados riesgos de padecer varios tipos de cáncer. Al igual que algunos contaminantes presentes en la Tierra, como el asbesto y la ceniza volcánica, las partículas de polvo lunar son lo suficientemente pequeñas como para penetrar los tejidos de los pulmones, y pueden volverse todavía más peligrosas debido a su permanente exposición a radiación de protones y rayos UV. Además, la investigación sugiere que un ambiente de microgravedad sólo sirve para ayudar al transporte de partículas de polvo a través de los pulmones.

Daños a la piel. Se ha descubierto que el regolito lunar es muy afilado, principalmente porque no ha sido víctima de los mismos procesos erosivos que ocurren en el suelo terrestre. El suelo lunar posee partículas que a veces están recubiertas por una capa vidriosa, un resultado de la vaporización de rocas producida por el impacto de meteoritos. Incluso las partículas más finas de polvo –las que constituyen un 20% de las muestras de suelo lunar- son esencialmente afiladas, y por lo tanto, al estar expuestos a ellas, pueden producirse irritaciones en la piel. Un hecho de particular interés para el equipo de investigación es el daño abrasivo que se da en la capa externa de la piel que recubre zonas de “prominencia anatómica” (dedos, nudillos, codos, rodillas, etc).

“El polvo era tan abrasivo que desgastó tres capas de un material similar al Kevlar en una de las botas de Jack [Schmitt].”

– Profesor Larry Taylor, Director del Instituto Planetario de Geociencias, Universidad de Tennessee (2008)

Daños a los ojos. No hace falta mencionar que si las partículas pueden provocar daños abrasivos en la piel humana, los ojos también se encuentran en peligro. Tanto si el polvo lunar llega al ojo mediante el movimiento del aire como si lo hace a través del contacto directo con los dedos o algún otro objeto cubierto de polvo, el resultado es el mismo: riesgo de abrasión. Tener una córnea rayada no es para nada divertido, y si estás ocupado trabajando en la Luna, el hecho puede volverse una gran emergencia.

Mientras que en la investigación detrás del artículo se utilizaron simulaciones de partículas de polvo lunar y datos sobre contaminantes existentes en la Tierra, el verdadero polvo lunar es mucho más difícil de testear. Las muestras traídas por las misiones Apolo no fueron mantenidas en un ambiente que se asemejara al de la Luna — fueron quitadas de la exposición a radiación y no se almacenaron en el vacío — y, por lo mismo, podrían no exhibir las propiedades del polvo como si aún se encontrase en el suelo lunar. Los investigadores concluyeron que únicamente estudios realizados en la misma Luna podrán terminar de rellenar los vacíos que todavía existen en nuestro conocimiento sobre la toxicidad del polvo de su superficie. De todas maneras, la investigación va en la dirección correcta, pues pretende garantizar un ambiente seguro para futuros exploradores de la Luna, un satélite que aunque nos es familiar, sigue teniendo algo de alienígena para nosotros.

“Los astronautas del Apolo reportaron efectos indeseables en la piel, ojos y vías respiratorias, los cuales podrían estar relacionados con la exposición al polvo que se adhirió a sus trajes espaciales durante las actividades extravehiculares y que posteriormente llevaron al interior de la nave.”

– Dag Linnarsson, autor principal de La toxicidad del Polvo Lunar.

Fuente: Universe Today

Las claves del bosón del profesor Higgs

Lo cuentan todos los medios de comunicación, de manera destacada: una de esas pocas veces en que la ciencia llega a presidir titulares. "Descubren la 'partícula de Dios' que explica por qué existe la materia" es como El Mundo lo presenta. ¿Pero es una partícula divina realmente? ¿Y qué explica? De hecho, ¿existe? En primer lugar, y como ya hicimos con el tema de los neutrinos hace unos meses (por cierto, otro anuncio con el sello del CERN: la física fundamental tiene un cierto gancho mediático, no nos cabe duda) conviene avisar de que la noticia no es algo definitivo. El anuncio, "hito histórico" ha sido calificado, no es definitivo. Es consistente con lo que se lleva buscando en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de este centro de investigación, ese anillo de 27 km de circunferencia entre Francia y Suiza, construido precisamente para poder llegar a descubrirlo. Pero hacen falta más resultados, y una comprobación independiente, la publicación y la discusión pública de los datos…
Si recuerdan, tras el cuidadoso análisis se descubrió que el experimento OPERA no avalaba la velocidad hiperlumínica de los neutrinos. ¿Podría pasar lo mismo ahora con esta nueva partícula? Parece más improbable, entre otras cosas porque el proyecto involucra miles de personas que mirando conjuntamente suelen tener menos equivocaciones. Pero hay que tener un margen, así que digamos que la búsqueda de esta partícula parece no solo cercarla, sino que ya la está comenzando a tocar.
¿Bosón de Dios?
La materia se compone de cosas pequeñas y, más o menos, sencillas. Es la búsqueda de la física: entender los bloques elementales que componen todas las cosas, el Universo entero. La idea podría ser la de un juego de esos de piezas que permiten crear casas, vehículos o lo que sea. En el Universo la materia usa unas pocas piezas diferentes. Para los núcleos atómicos, donde están los neutrones y los protones, usa unas partículas que llamamos QUARKS. Y lo completa con electrones y neutrinos. No nos vamos a poner a dar aquí un curso completo de física, y afortunadamente hay muy buenos lugares de divulgación científica donde explican estas cosas (así para lo de hoy les recomiendo leer a Alberto Sicilia en Principia Marsupia y el seguimiento de Amazings.es sobre el tema). Pero una de las preguntas que se hacen los físicos desde que se comenzó a hacer ese inventario de las piezas del Lego(R) cósmico es por qué los quarks son tan pesados y los electrones tan ligeros.

Lo cuentan todos los medios de comunicación, de manera destacada: una de esas pocas veces en que la ciencia llega a presidir titulares. "Descubren la 'partícula de Dios' que explica por qué existe la materia" es como El Mundo lo presenta. ¿Pero es una partícula divina realmente? ¿Y qué explica? De hecho, ¿existe? En primer lugar, y como ya hicimos con el tema de los neutrinos hace unos meses (por cierto, otro anuncio con el sello del CERN: la física fundamental tiene un cierto gancho mediático, no nos cabe duda) conviene avisar de que la noticia no es algo definitivo. El anuncio, "hito histórico" ha sido calificado, no es definitivo. Es consistente con lo que se lleva buscando en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de este centro de investigación, ese anillo de 27 km de circunferencia entre Francia y Suiza, construido precisamente para poder llegar a descubrirlo. Pero hacen falta más resultados, y una comprobación independiente, la publicación y la discusión pública de los datos…
Si recuerdan, tras el cuidadoso análisis se descubrió que el experimento OPERA no avalaba la velocidad hiperlumínica de los neutrinos. ¿Podría pasar lo mismo ahora con esta nueva partícula? Parece más improbable, entre otras cosas porque el proyecto involucra miles de personas que mirando conjuntamente suelen tener menos equivocaciones. Pero hay que tener un margen, así que digamos que la búsqueda de esta partícula parece no solo cercarla, sino que ya la está comenzando a tocar.
¿Bosón de Dios?
La materia se compone de cosas pequeñas y, más o menos, sencillas. Es la búsqueda de la física: entender los bloques elementales que componen todas las cosas, el Universo entero. La idea podría ser la de un juego de esos de piezas que permiten crear casas, vehículos o lo que sea. En el Universo la materia usa unas pocas piezas diferentes. Para los núcleos atómicos, donde están los neutrones y los protones, usa unas partículas que llamamos QUARKS. Y lo completa con electrones y neutrinos. No nos vamos a poner a dar aquí un curso completo de física, y afortunadamente hay muy buenos lugares de divulgación científica donde explican estas cosas (así para lo de hoy les recomiendo leer a Alberto Sicilia en Principia Marsupia y el seguimiento de Amazings.es sobre el tema). Pero una de las preguntas que se hacen los físicos desde que se comenzó a hacer ese inventario de las piezas del Lego(R) cósmico es por qué los quarks son tan pesados y los electrones tan ligeros.

A Peter Higgs, físico, se le ocurrió que, de la misma forma que uno anda más ligero por una calle vacía que cuando intenta atravesar Preciados en temporada de rebajas, había una especie de campo ("la multitud" en el caso de las calles) con el que las partículas interactúan. Las que lo hacen poco, como electrón, son como gente pequeña y ágil que consigue avanzar mientras que las que interactúan más con el campo, como los quarks, no avanzan tanto.
Pero la cosa es más complicada, porque en la física moderna, para explicar estas situaciones o influencias, se inventan partículas para llevar la energía de un lado a otro. Así que si ese campo permite que unas partículas avancen más o menos, es decir, sean más o menos pesadas, es porque hay un tipo de partícula, una "maldita" partícula (como la llamó Leo Lederman, físico, tras constatar que desde que se imaginó en los 60 ya llevaban 30 años buscándola… esto fue hace 20 años, por cierto, así que imaginen) que justifica el que unas partículas tengan más masa o menos masa.
Para poder comprobar esta idea, lo malo es que hay que conseguir energías gigantescas. Los físicos de partículas intentan conocer cómo son las cosas haciéndolas chocar y romperse… un poco como los niños con los regalos de Reyes, cuando lanzas tu nuevo juguete contra el suelo y descubres que tiene un montón de piezas. Dejemos de lado el problema del niño para conseguir montar de nuevo el camión despiezado, porque afortunadamente a los físicos no les preocupa eso. Lo malo es que para romper en piezas algo como un protón hace falta una energía descomunal.
La solución es poner a un protón a dar vueltas a velocidades altísimas. U otras partículas. Y una vez adquirida una gran cantidad de energía, dejar que choquen. Bien contra un haz que venga de frente, bien contra un muro de algo duro y consistente. Y eso es lo que hacen en el LHC. Es lo que han venido haciendo en estos últimos años, en uno de los proyectos más ambiciosos que la especie humana ha acometido.
¿Recuerdan que en 2008, cuando se inauguró la máquina, hubo quienes pusieron el grito en el cielo porque lo mismo, aseguraban algunos pseudocientíficos, se acababa el mundo? En aquella época, justo tras la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, se alzaron voces contra los científicos, por malgastar dinero y hacer peligrosos experimentos. Lo cierto es que el LHC cuesta una cuarta parte de lo que se va en una Olimpiada, pero así son las cosas. Bien, pues ahora, en las puertas de los siguientes Juegos Olímpicos en Londres, tenemos los primeros datos fiables de esos experimentos.
Y lo que han encontrado es que en el LHC al romper partículas aparecen las trazas de algo que podría ser el bosón de Higgs. Eso, claro, tras analizar muchísimos restos de las colisiones, una cantidad de datos que excede también lo que nunca la humanidad había manejado (pensemos que en los tiempos en que Galileo escribió su "Sidereus Nuncius" hace poco más de cuatro siglos, todo el saber de la Humanidad cabía en una biblioteca convencional; los datos de una sola colisión en uno de los experimentos del LHC no cabrían en todas las bibliotecas antiguas…)
Ahora queda mucho trabajo por hacer. No solo refinar las mediciones, sino también encajar mejor las teorías (o modelos) que usa la física y que son realmente mucho más complicados de lo que yo he resumido (traicionando así la precisión). Y, por supuesto, hay que atender a los expertos en la materia, que analizarán paso por paso todo lo publicado, y exigirán comprobaciones posteriores, tan independientes como sea posible. No es sencillo, porque no hay otra máquina como el LHC. Pero así es la física, y su compromiso con obtener las comprobaciones de la manera más objetiva posible.
Sin duda, hoy será recordado como un día grande para la física, pero todos están convencidos de que vendrán otros más grandes aún, y que aún no tenemos todas las claves de cómo es el Universo, y cómo funciona. Que es, en el fondo, lo que la ciencia se pregunta e intenta resolver. No con respuestas definitivas, sino con aproximaciones cada vez más fiables.

* Astrónomo y director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia mira en su blog a las estrellas para comentar todas las novedades que vayan surgiendo en la exploración del espacio.

Fuente: COSMOS (Blogs de El Mundo.es)

Toda el agua de Europa

¿Qué parte de Europa, el satélite de Júpiter, está hecha de agua? Pues una muy grande.
Según los datos adquiridos por la sonda Galileo durante el exploración del sistema joviano realizada de 1995 a 2003, Europa contiene un océano global y profundo de agua líquida debajo de una capa de hielo de la superficie. Este océano bajo la superficie más la capa de hielo podría tener… una profundidad media de 80 a 170 kilómetros. Suponiendo una profundidad de 100 kilómetros, si toda el agua de Europa se concentrara en una bola tendría un radio de 877 kilómetros.

¿Qué parte de Europa, el satélite de Júpiter, está hecha de agua? Pues una muy grande.
Según los datos adquiridos por la sonda Galileo durante el exploración del sistema joviano realizada de 1995 a 2003, Europa contiene un océano global y profundo de agua líquida debajo de una capa de hielo de la superficie. Este océano bajo la superficie más la capa de hielo podría tener… una profundidad media de 80 a 170 kilómetros. Suponiendo una profundidad de 100 kilómetros, si toda el agua de Europa se concentrara en una bola tendría un radio de 877 kilómetros.

La ilustración compara a escala esta bola hipotética de toda el agua de Europa con la propia medida de Europa (a la izquierda), y lo mismo con toda el agua del planeta Tierra. Con un volumen de 2-3 veces el volumen de agua de los océanos de la Tierra, el océano global de Europa constituye un tentador destino para la búsqueda de vida extraterrestre en nuestro Sistema Solar.

Credito: Kevin Hand, Jack Cook & Howard Perlman.

 

Arqueoastronomía: Espejo del Cielo

 Por Mariano Andrés Peter

Las pirámides de Giza con sus contrapartes estelares en la constelación de Orión

En 1999 el controvertido escritor e investigador británico Graham Hancock publico un libro llamado Heaven´s Mirror (Espejo del Cielo). Fue un compilado de los viajes que realizó alrededor del mundo junto a su esposa y fotógrafa Shanthia, en búsqueda de evidencias de que en el pasado remoto ya existían pueblos con avanzados conocimientos en astronomía, geometría y arquitectura, y que eran conocedores de fenómenos tan sutiles como la precesión, el lento movimiento de las estrellas en la bóveda celeste a lo largo de miles de años como consecuencia del desplazamiento del eje terrestre.
Esta idea no era nueva, ya en 1969 científicos como la doctora Hertha von Dechend, de la Universidad de Frankfurt, y el doctor Giorgio de Santillana, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, defendían la idea de que en los mitos de culturas de todo el mundo existen suficientes evidencias de conocimientos astronómicos muy avanzados al que solo podían acceder ciertas castas de iniciados hace al menos 8.000 años.
Esto quiere decir, hipotéticamente, que mucho antes del surgimiento de las civilizaciones sumeria y egipcia debió existir una remota y sofisticada civilización de astrónomos y navegantes que culturizó a Sumer, Egipto, India y las Américas.
Esta súper civilización ancestral sería dueña de conocimientos tales como que las estrellas se desplazan en el cielo un grado cada 72 años, un número de gran importancia para los antiguos.

 Por Mariano Andrés Peter

Las pirámides de Giza con sus contrapartes estelares en la constelación de Orión

En 1999 el controvertido escritor e investigador británico Graham Hancock publico un libro llamado Heaven´s Mirror (Espejo del Cielo). Fue un compilado de los viajes que realizó alrededor del mundo junto a su esposa y fotógrafa Shanthia, en búsqueda de evidencias de que en el pasado remoto ya existían pueblos con avanzados conocimientos en astronomía, geometría y arquitectura, y que eran conocedores de fenómenos tan sutiles como la precesión, el lento movimiento de las estrellas en la bóveda celeste a lo largo de miles de años como consecuencia del desplazamiento del eje terrestre.
Esta idea no era nueva, ya en 1969 científicos como la doctora Hertha von Dechend, de la Universidad de Frankfurt, y el doctor Giorgio de Santillana, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, defendían la idea de que en los mitos de culturas de todo el mundo existen suficientes evidencias de conocimientos astronómicos muy avanzados al que solo podían acceder ciertas castas de iniciados hace al menos 8.000 años.
Esto quiere decir, hipotéticamente, que mucho antes del surgimiento de las civilizaciones sumeria y egipcia debió existir una remota y sofisticada civilización de astrónomos y navegantes que culturizó a Sumer, Egipto, India y las Américas.
Esta súper civilización ancestral sería dueña de conocimientos tales como que las estrellas se desplazan en el cielo un grado cada 72 años, un número de gran importancia para los antiguos.

Si se superponen las imágenes de las estrellas de Orión y de las pirámides, la precisión es asombrosa

En 1995, Graham Hancock se asoció con el ingeniero Robert Bauval, para investigar profundamente la aparente conexión astronómica entre las tres grandes pirámides de Giza con las tres estrellas del cinturón de la constelación de Orión, el cazador.
El resultado de esta investigación fue asombroso. No solo demostraron que la ubicación de las estrellas del cinturón de Orión, Al Nitak, Al Nilam y Mintaka inspiraron la disposición de las tres pirámides, si no que además estas se construyeron para marcar la posición de Orión en el cielo, en su punto más bajo sobre el horizonte durante el equinoccio de primavera del año 10.500 a. C.
Según la historia, en aquella época no existía ninguna civilización avanzada en el planeta y faltaban aún algunos siglos para el surgimiento de la civilización egipcia.
La pregunta lógica es ¿por qué los constructores egipcios alinearon sus más grandiosos monumentos con la posición de los astros en aquella lejana fecha?
Más tarde, en 1996, Hancock y Bauval analizaron un antiguo relato egipcio según el cual en ese oscuro período de tiempo el Nilo estuvo gobernado por los Shemsu Hor o “los compañeros de Horus”, una raza de semidioses que contaba con elevados conocimientos astronómicos y que posteriormente fueron transmitidos en forma de mitos a  faraones y sacerdotes.

 

La esfinge alineada con la constelación de Leo

Éstos debieron orientar las pirámides con la posición de Orión y también situaron a la esfinge alineada con la ubicación de la constelación de Leo en 10.500 a. C.
(Al parecer la esfinge representaba originalmente a un león).
La Vía Láctea emergía en el mismo lugar del horizonte por donde el río Nilo se perdía de vista, un verdadero espejo del cielo.
El mito de los Shemsu Hor se puede encontrar en las paredes de los templos de Edfu y Dendera, en el Alto Egipto. Según Hancock, los jeroglíficos indican que los cimientos de esos templos se apoyan sobre otros templos más antiguos, construidos por los Shemsu Hor para marcar o señalar algo, ¿pero que?
La identidad de estos sabios es un verdadero enigma. El mito sugiere que se sintieron fascinados por la estrella Sirio, que para los egipcios representaba a la diosa Isis, y por la constelación de Orión, representación celestial de Osiris.
Gracias al trabajo de Hancock y Bauval, los templos y pirámides han comenzado a ser vistos como máquinas astronómicas afines a la creencia egipcia de que el alma de los difuntos debía atravesar una serie de pruebas hasta alcanzar un lugar en el cielo llamado Duat, por donde se ingresaba al Amenti, el más allá.
Estas construcciones debieron servir para guiar en ese camino.

 

Vista del complejo de Giza en el año 10.500 a. C.

En Heaven´s Mirror, Hancock afirma que no se trata de una mera creencia de los antiguos egipcios. Mitos de sabios astrónomos, constructores y fundadores de civilizaciones abundan en muchos lugares del planeta. En Méjico, las poblaciones antiguas adoraban a Quetzlcoatl, representado como una serpiente emplumada, quien dio las instrucciones para construir Teotihuacan, el más importante complejo piramidal del Nuevo Mundo.
Teotihuacan significa “el lugar donde los hombres se convierten en dioses” y servía para marcar la posición de Las Pléyades, grupo de estrellas en la constelación de Tauro. Los mitos dicen que ese proceso era supervisado por unos misteriosos personajes que se hacían llamar “los compañeros de Quetzlcoatl”, versados en sofisticados conocimientos astronómicos.
En los años veinte, Stansbury Hagar del Instituto Brooklyn de Artes y Ciencias, demostró que la Avenida de los Muertos en Teotihuacan era una representación de la Vía Láctea como camino a seguir por los muertos hasta el más allá.
Otros sitios como Uxmal y Utatlán también poseen templos dispuestos en representación de las constelaciones de Aries, Tauro, Géminis y Orión.

 

En Teotihuacan las pirámides representan a las estrellas de Las Pléyades