Descubren anillos alrededor del asteroide Chariklo

 

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Participación de la Estación Astrofísica de Bosque Alegre y el Observatorio Remoto Bosque Alegre

La observación de asteroides y cometas es uno de los proyectos que desarrolla el Grupo de Astrometría y Fotometría (GAF) en: la Estación Astrofísica de Bosque Alegre (EABA), el Observatorio Astronómico Córdoba (OAC) y el Observatorio Remoto Bosque Alegre (ORBA). El 03 de junio 2013 la EABA y el ORBA participaron en un trabajo conjunto con observatorios de: Brasil, Uruguay, Argentina y Chile.

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El buscador de cometas Zen

Fotografía de JAMES A. SUGAR/National Geographic Creative La búsqueda de nuevos cometas ha sido desde siempre una de las actividades más excitantes de la astronomía. El astrónomo amateur obsesivo que escudriña los cielos en las heladas noches para obtener la gloria de que el cometa que descubra lleve su nombre es una figura mítica, casi caricaturesca. Son conocidas anécdotas como la de Charles Messier, quien no pudo observar durante las noches de agonía de su esposa y que cuando un colega le manifestó su congoja, en tácita alusión a la muerte de ella, le respondió que era muy doloroso… no haber podido observar el cometa descubierto por un buscador rival.

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De halos y misterios en el cielo

 Por Alberto Anunziato

Estos fenómenos son una oportunidad para renovar la fascinación por la naturaleza, tan relegada en nuestra civilización urbana dominada por la esterilidad de la mera explicación científica.

El sábado 25 de enero en Paraná y otras ciudades cercanas el sol apareció rodeado de un hermoso círculo pálido cuyos bordes se teñían con los colores del arco iris. Los medios cubrieron la noticia e informaron que no se trataba de un fenómeno extraño sino de un evento meteorológico conocido, llamado halo solar (o más apropiadamente corona) que se forma cuando la luz del sol se refracta a través de los cristales hexagonales de hielo-conocidos como “polvo de diamante”-contenidos en formaciones de nubes llamadas cirros, que se encuentran delante del sol y a una altura entre 5 y 10 kilómetros. Ciertamente, no es un fenómeno extraño sino perfectamente conocido, pero tampoco es un fenómeno tan común, porque necesita las condiciones antes mencionadas para que se produzca. Son fenómenos que se dan con más frecuencia en los climas fríos. Mucho más comunes son los halos lunares, que se relacionan en la sabiduría popular con la proximidad de la lluvia, lo que no es incorrecto, aunque es más bien indicador de probabilidad de lluvia. Los marineros solían decir: “Halo en la luna al atardecer, viento y lluvia a la medianoche”.

 Por Alberto Anunziato

Estos fenómenos son una oportunidad para renovar la fascinación por la naturaleza, tan relegada en nuestra civilización urbana dominada por la esterilidad de la mera explicación científica.

El sábado 25 de enero en Paraná y otras ciudades cercanas el sol apareció rodeado de un hermoso círculo pálido cuyos bordes se teñían con los colores del arco iris. Los medios cubrieron la noticia e informaron que no se trataba de un fenómeno extraño sino de un evento meteorológico conocido, llamado halo solar (o más apropiadamente corona) que se forma cuando la luz del sol se refracta a través de los cristales hexagonales de hielo-conocidos como “polvo de diamante”-contenidos en formaciones de nubes llamadas cirros, que se encuentran delante del sol y a una altura entre 5 y 10 kilómetros. Ciertamente, no es un fenómeno extraño sino perfectamente conocido, pero tampoco es un fenómeno tan común, porque necesita las condiciones antes mencionadas para que se produzca. Son fenómenos que se dan con más frecuencia en los climas fríos. Mucho más comunes son los halos lunares, que se relacionan en la sabiduría popular con la proximidad de la lluvia, lo que no es incorrecto, aunque es más bien indicador de probabilidad de lluvia. Los marineros solían decir: “Halo en la luna al atardecer, viento y lluvia a la medianoche”.

El género halo comprende una serie de fenómenos meteorológicos poco frecuentes y muy interesantes en cuanto a su relación con la historia del hombre. Pensemos, si no, en las aureolas que coronan las cabezas de los santos en las pinturas antiguas, como el halo rodea al sol, cuyo origen son las representaciones egipcios del dios solar Ra.

Otra especie de halo es el llamado parhelio, cuando a cada costado del halo y a la misma altura del sol aparecen dos manchas brillantes que semejan otros 2 soles (o a veces uno solo).
En la antigua Roma conocían la rareza relativa de estos fenómenos atmosféricos, que alteraban la normalidad con que cumplía su recorrido el sol, y los consideraban un prodigio con el cual los dioses hacían saber su disgusto por la marcha de la vida pública y la necesidad de una expiación. Se conservan los registros de halos y parhelios en los que aparecen mencionados junto con el nacimiento de un hermafrodita o la caída de un meteorito. Los filósofos, sin embargo, conocían que se trataba de un fenómeno de refracción de la luz similar al arco iris.

Y de un parhelio al menos se sabe que cambió el curso de la historia, en la llamada “Guerra de las Rosas” entre las casas reales inglesas de Tudor y York. Los atemorizados soldados del rey Eduardo IV vieron 3 soles en el cielo y el rey los arengó diciendo que representaban a él y sus dos hermanos, lo que llevó a ganar la batalla y a que el rey incorporara el sol a su escudo. Shakespeare recoge el episodio en la tercera parte de “Enrique VI”: “Tres espléndidos soles, cada uno un sol perfecto (…) El cielo quiere señalar con ello un acontecimiento (…) Creo que ese prodigio nos llama al campo de batalla a fin de que nosotros, los hijos del bravo Plantagenet, cada uno de los cuales brilla aisladamente ya por nuestras hazañas unamos nuestras luces”. Hoy, cada vez que se ve un parhelio aparece un visionario que cree ver 2 ovnis alrededor del sol.

Estos fenómenos son una gran oportunidad para renovar nuestra fascinación por la naturaleza, tan relegada en nuestra civilización urbana dominada por la esterilidad de la mera explicación científica. No son fenómenos inexplicables, claro que no, pero son fenómenos increíblemente hermosos y únicos para el corto espacio de nuestras vidas. Pueden transformarnos, piensen en la perplejidad con que los miran los niños. Sin dudas, una gran oportunidad para que empiecen a amar el conocimiento científico, pero también para que comprendan la belleza del instante y del recuerdo. Y pueden generar reflexiones sobre nuestra condición humana. Si no me creen, aquí está el ejemplo de uno de los más grandes escritores de la literatura inglesa, Thomas de Quincey.

Cometa ISON, muerto y resucitado

Durante el día 28 de noviembre de 2013, creció la espectativa en torno al cometa C/2012 S1 ISON, debido a su máxima aproximación al sol. Este punto, llamado perihelio, se consideraba crucial para la posible sobrevivencia del cuerpo celeste. En el caso del cometa ISON, se trata de un objeto de aproximadamente 2 km de diámetro, aproximándose a una distancia de 1.2 millones de kilómetros. Para poder observar este cometa, se utilizaron tres naves espaciales de tipo sonda disponibles para observar el sol. Estas son: STEREO, Solar Dynamic Observatory (SDO) y SOHO.
STEREO (sigla de Solar TErrestrial RElations Observatory, en español, Observatorio de Relaciones Solar-Terrestres), es una misión de observación solar, lanzada por la NASA el 26 de octubre de 2006. Consiste en dos satélites casi idénticos, provistos de instrumentos para obtener imágenes estereoscópicas del Sol y de los fenómenos solares, como la eyección de masa coronal (EMC), erupciones que pueden desatar serias tormentas magnéticas en la Tierra y afectar la infraestructura eléctrica, las comunicaciones vía satélite y la aeronavegación. (Wikipedia)
El Solar Dynamics Observatory (SDO) es un telescopio espacial lanzado el 11 de febrero de 2010 por la NASA para estudiar el Sol. (Wikipedia)

Durante el día 28 de noviembre de 2013, creció la espectativa en torno al cometa C/2012 S1 ISON, debido a su máxima aproximación al sol. Este punto, llamado perihelio, se consideraba crucial para la posible sobrevivencia del cuerpo celeste. En el caso del cometa ISON, se trata de un objeto de aproximadamente 2 km de diámetro, aproximándose a una distancia de 1.2 millones de kilómetros. Para poder observar este cometa, se utilizaron tres naves espaciales de tipo sonda disponibles para observar el sol. Estas son: STEREO, Solar Dynamic Observatory (SDO) y SOHO.
STEREO (sigla de Solar TErrestrial RElations Observatory, en español, Observatorio de Relaciones Solar-Terrestres), es una misión de observación solar, lanzada por la NASA el 26 de octubre de 2006. Consiste en dos satélites casi idénticos, provistos de instrumentos para obtener imágenes estereoscópicas del Sol y de los fenómenos solares, como la eyección de masa coronal (EMC), erupciones que pueden desatar serias tormentas magnéticas en la Tierra y afectar la infraestructura eléctrica, las comunicaciones vía satélite y la aeronavegación. (Wikipedia)
El Solar Dynamics Observatory (SDO) es un telescopio espacial lanzado el 11 de febrero de 2010 por la NASA para estudiar el Sol. (Wikipedia)

El Solar and Heliospheric Observatory (SOHO) es una sonda espacial lanzada el 2 de diciembre de 1995 para estudiar el sol, comenzando sus operaciones científicas en mayo de 1996. Es un proyecto conjunto entre la ESA y la NASA. Aunque originalmente se planeó como una misión de sólo dos años, SOHO continúa en funcionamiento tras más de diez años en el espacio. Además actualmente es la fuente principal de datos del sol en tiempo real tan necesarios para la predicción del tiempo espacial. (Wikipedia)
Ponemos a disposición una animación en formato gif compilada por miembros de la Asociación Entrerriana de Astronomía. En ella se ve el acercamiento del cometa al sol y la salida del mismo por el extremo opuesto.
(Acá pegar la animación)
La animación fue realizada con imágenes OFICIALES de la base de datos de la sonda STEREO. Es un gif realizado apilando las capas de las imágenes originales que eran de 2048×2048 px y redimensionadas a 500 px para que su tamaño no superara los 10MB. Utilizamos el software Gimp importando las imágenes como capas y almacenándolo como xfc. Luego con el mismo software realizamos la animación con intervalos de 100 ms entre cada toma. Las imágenes originales fueron descargadas del sitio web:

 http://stereo.gsfc.nasa.gov/browse/2013/11/29/behind/cor2/1024/

Los invitamos además a escuchar el postcast de Luis Trumper donde nos cuenta los pormenores de este evento celeste:

http://trumperl.podomatic.com/entry/2013-11-29T11_46_08-08_00

Walter Elias – AEA

El meteorito ruso no viajaba solo

Investigadores españoles identifican la familia de asteroides a la que pertenecía el objeto que cayó sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk en febrero. Podrían ser cientos, difíciles de detectar y es probable que se crucen con la Tierra en los próximos años

No era un viajero solitario, sino que formaba parte de una pila de escombros espacial que lleva miles de años bailando entre Marte, Venus y la Tierra. El superbólido de Chelyabinsk, más conocido como el meteorito de Rusia, se habría disgregado del grupo para impactar contra la atmósfera de la Tierra el 15 de febrero, causando heridas a 1.500 personas y un sobresalto descomunal a miles más. Sin embargo, el susto podría no estar resuelto del todo y es posible que nuestro planeta vuelva a encontrarse con su familia de asteroides en un futuro próximo, a juzgar por los cálculos realizados por dos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, con los que han detectado una veintena de rocas voladoras que se mueven por la misma ruta que la caída en Rusia.

Los cálculos de Carlos y Raúl de la Fuente indican que muchos asteroides comparten órbita con el de Chelyabinsk, desgajados como aquél de una gigantesca roca que se encontraba en el cinturón de asteroides. “No es posible saber el número exacto de estos fragmentos”, advierte Carlos de la Fuente, “pero si hay unos 20 objetos conocidos que tienen órbitas similares, el número de objetos pequeños, con tamaños similares (20 metros) o más pequeños que el fragmento que causó el superbólido puede estar en los varios centenares”. Varios centenares de familiares que están distribuidos por esa misma órbita, a millones de kilómetros de distancia, dando vueltas una y otra vez a un circuito que en algún momento puede cruzarse con la Tierra. “No se trataría de una nube de fragmentos como en las películas”, aclara.

Investigadores españoles identifican la familia de asteroides a la que pertenecía el objeto que cayó sobre la ciudad rusa de Chelyabinsk en febrero. Podrían ser cientos, difíciles de detectar y es probable que se crucen con la Tierra en los próximos años

No era un viajero solitario, sino que formaba parte de una pila de escombros espacial que lleva miles de años bailando entre Marte, Venus y la Tierra. El superbólido de Chelyabinsk, más conocido como el meteorito de Rusia, se habría disgregado del grupo para impactar contra la atmósfera de la Tierra el 15 de febrero, causando heridas a 1.500 personas y un sobresalto descomunal a miles más. Sin embargo, el susto podría no estar resuelto del todo y es posible que nuestro planeta vuelva a encontrarse con su familia de asteroides en un futuro próximo, a juzgar por los cálculos realizados por dos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid, con los que han detectado una veintena de rocas voladoras que se mueven por la misma ruta que la caída en Rusia.

Los cálculos de Carlos y Raúl de la Fuente indican que muchos asteroides comparten órbita con el de Chelyabinsk, desgajados como aquél de una gigantesca roca que se encontraba en el cinturón de asteroides. “No es posible saber el número exacto de estos fragmentos”, advierte Carlos de la Fuente, “pero si hay unos 20 objetos conocidos que tienen órbitas similares, el número de objetos pequeños, con tamaños similares (20 metros) o más pequeños que el fragmento que causó el superbólido puede estar en los varios centenares”. Varios centenares de familiares que están distribuidos por esa misma órbita, a millones de kilómetros de distancia, dando vueltas una y otra vez a un circuito que en algún momento puede cruzarse con la Tierra. “No se trataría de una nube de fragmentos como en las películas”, aclara.

Como si fueran el equipo de reconstrucción de accidentes de tráfico de la Guardia Civil, Carlos y Raúl de la Fuente quisieron averiguar de dónde venía el bólido accidentado. Lo hicieron aplicando un método novedoso para identificar su origen. Primero trataron de calcular al detalle la órbita que habría seguido este meteorito antes del impacto. Después, compararon esa trayectoria con la de otros asteroides con la intención de dar, si es que existía, con la familia del bólido de Chelyabinsk. Finalmente, realizaron simulaciones del comportamiento de estos cuerpos para convencerse de que estadísticamente era plausible que llevaran miles de años viajando juntos.

Un hermano gigante

Según sus resultados, el bólido ruso comparte origen con el meteorito 2011 EO40, una mole rocosa de unos 200 metros de diámetro que no volverá a acercarse a la Tierra (a millones de kilómetros) hasta septiembre de 2025. Tanto el meteorito ruso como este otro pertenecían a un gigantesco objeto del cinturón de asteroides, que se fue desintegrando a causa de los cambios de temperatura y las fuerzas de marea provocadas por los planetas. “Es más fácil detectar objetos de mayor tamaño que aquellos más pequeños, así que es muy posible que el objeto de mayor tamaño moviéndose en una órbita similar a la del superbólido sea el 2011 EO40“, asegura De la Fuente.

El padre de todos estos asteroides, que debía de medir unos pocos kilómetros, comenzó a desintegrarse hace menos de 40.000 años, y desde entonces toda esta escombrera espacial ha estado cruzándose en el camino de los planetas que se encuentran dentro del cinturón de asteroides: “Estos encuentros se producen cada varias decenas de años. En el caso de 2011 EO40 hay encuentros con Marte cada 20 años, con Venus cada 60 años y con la Tierra es más irregular, entre 3 y 14 años. En 40.000 años ha podido sufrir más de 600 encuentros cercanos con Venus”, explica De la Fuente.

La propuesta de los hermanos De la Fuente acaba de ser publicada en una revista especializada (Monthly Notices of the Royal Astronomical Society: Letters). Su publicación fue revisada por el astrofísico Josep María Trigo, del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC-IEEC), quien considera “muy oportuno y sólido” el trabajo de los investigadores de la Complutense. “Después de acercarse a un planeta, estas pilas de escombros sufren un efecto marea que provoca que aumente la probabilidad de tener un pico de impactos en décadas y siglos posteriores. Producen enjambres de objetos que incrementan la tasa de impacto”, asegura Trigo, experto mundial en este campo y autor de un trabajo que abrió el camino a los De la Fuente para explorar esta forma de buscar el origen de los asteroides.

Una pila de escombros

Estas fuerzas de marea, producidas por la gravedad durante los encuentros de asteroides y planetas, afectan a la cohesión interna del objeto y ayudan a su desintegración parcial y gradual. “Durante esta desintegración se pueden desprender cientos o incluso miles de fragmentos y uno de ellos pudo ser el meteoroide que produjo el superbólido de Chelyabinsk”, explica Carlos de la Fuente. De este modo se formó el enjambre que podría amenazar en el futuro a la Tierra, según las evidencias recabadas por estos astrofísicos.

Los primeros en calcular la trayectoria del bólido ruso fueron unos investigadores de la Universidad de Antioquia en Medellín (Colombia), basándose en las grabaciones de vídeo, y de ahí dedujeron su órbita previa y por tanto su origen. Uno de ellos es Jorge Zuluaga, ajeno al estudio de la Complutense, que aplaude las conclusiones de este nuevo trabajo. “Los métodos y resultados que han usado los autores son bastante robustos, además de muy ingeniosos e inspiradores, lo que hace que sus conclusiones sean realmente convincentes”, defiende Zuluaga, aunque echa de menos una “prueba a ciegas”, con trayectorias al azar, para “mostrar que no están viendo una asociación donde no la hay”.

“Pero la ciencia funciona exactamente como lo muestra este caso: ante la ausencia de mejor evidencia, este resultado es el primero en ofrecer alguna luz sobre el origen del bólido. Se compruebe correcto o no en el futuro, estamos, como especie, haciendo nuestro mejor intento”, defiende este astrofísico colombiano.