Descubren dos exoplanetas cubiertos de nubes

Dos equipos de científicos liderados por Heather Knutson, por un lado, y Laura Kreidberg y Jacob Bean, por otro, han descubierto que la atmósfera de dos de los planetas "más comunes" de la Vía Láctea (GJ 436b y GJ 1214b) "podría estar cubiertas de nubes", según ha informado la NASA, gracias a cuyo telescopio, el Hubble, ha sido posible la observación en detalle de ambos planetas.

   La composición atmosférica de los dos cuerpos, situados a 36 y 40 años luz de la Tierra, respectivamente, había sido analizada en repetidas ocasiones sin obtener resultados hasta ahora. Los científicos han podido analizar la atmósfera de ambos planetas en el periodo en que se colocan entre sus respectivas estrellas y la Tierra, de modo que la atmósfera de estos actúa como "filtro" de la luz, según ha indicado la agencia estadounidense.

   Los investigadores responsables del hallazgo, han asegurado que el descubrimiento es "un hito" de cara a avanzar hacia la posible habitabilidad de otros cuerpos celestes en la Vía Láctea semejantes al planeta terrestre.

   "Ambos planetas se sitúan en un rango de tamaño medio –han apuntado– entre algunos rocosos y pequeños como la Tierra y otros más grandes y compuestos principalmente por gas, como Júpiter".

   Así, GJ 436b ha sido descrito como un "Neptuno caluroso", por su semejanza con este planeta, aunque su cercanía a su estrella es mayor que la del planeta azul, según ha puntualizado el responsable del equipo del Instituto Tecnológico de la Universidad de Pasadena, Heather Knutson, que ha desarrollado el estudio de este planeta.

Dos equipos de científicos liderados por Heather Knutson, por un lado, y Laura Kreidberg y Jacob Bean, por otro, han descubierto que la atmósfera de dos de los planetas "más comunes" de la Vía Láctea (GJ 436b y GJ 1214b) "podría estar cubiertas de nubes", según ha informado la NASA, gracias a cuyo telescopio, el Hubble, ha sido posible la observación en detalle de ambos planetas.

   La composición atmosférica de los dos cuerpos, situados a 36 y 40 años luz de la Tierra, respectivamente, había sido analizada en repetidas ocasiones sin obtener resultados hasta ahora. Los científicos han podido analizar la atmósfera de ambos planetas en el periodo en que se colocan entre sus respectivas estrellas y la Tierra, de modo que la atmósfera de estos actúa como "filtro" de la luz, según ha indicado la agencia estadounidense.

   Los investigadores responsables del hallazgo, han asegurado que el descubrimiento es "un hito" de cara a avanzar hacia la posible habitabilidad de otros cuerpos celestes en la Vía Láctea semejantes al planeta terrestre.

   "Ambos planetas se sitúan en un rango de tamaño medio –han apuntado– entre algunos rocosos y pequeños como la Tierra y otros más grandes y compuestos principalmente por gas, como Júpiter".

   Así, GJ 436b ha sido descrito como un "Neptuno caluroso", por su semejanza con este planeta, aunque su cercanía a su estrella es mayor que la del planeta azul, según ha puntualizado el responsable del equipo del Instituto Tecnológico de la Universidad de Pasadena, Heather Knutson, que ha desarrollado el estudio de este planeta.

"El Espectro del Hubble muestra que no hay rastros químicos en la atmósfera de GJ 436b. Esto significa, o bien que tiene una capa alta de nubes que oscurece la vista, o bien que está libre de nubes y con bajos niveles de hidrógeno, lo que lo haría muy distinto a Neptuno", ha estimado.

   A juicio del científico, en lugar de hidrógeno, podría tener cantidades relativamente grandes de moléculas de agua, dióxido de carbono y monóxido de carbono, que son más pesadas y comprimirían la atmósfera, "dificultando la detección de rastros químicos".

   Por su parte, los astrónomos Laura Kreidberg y Jacob Bean, de la Universidad de Chicago, han llevado a cabo la observación de GJ 1214b y han encontrado lo que han considerado como "la evidencia definitiva" de nubes altas cubriendo el planeta y "ocultando la composición de las capas inferiores de la atmósfera y de la superficie del mismo".

   El planeta, que recibe el sobrenombre de "súper Tierra" por su tamaño,  tampoco muestra señales de actividad química en el espectro del telescopio de la NASA, lo que indicaría que está cubierto de agua, vapor o hidrógeno, en sus capas superiores.

   La precisión de la vista que han obtenido del planeta permite excluir  una composición sin nubes de vapor de agua, metano, nitrógeno, monóxido de carbono o dióxido de carbono, ha explicado la agencia espacial.

   "Ambos planetas muestran detalles de la diversidad de tipos de planetas que hay fuera del sistema solar de la Tierra y, en este caso, descubrimos que nos los conocemos tan bien como creíamos", ha apuntado Knutson, en relación al descubrimiento.

Fuente: Europa Press

Aseguran que una de cada cinco estrellas iguales al Sol tiene planetas habitables

 Lo establece una nueva investigación de la NASA basada en fotografías de la sonda Kepler.

Los límites del espacio son desconocidos. Al igual que la innumerable cantidad de estrellas que existen en él y la cantidad de vida que podría existir. La NASA difundió una investigación en la que asegura que en las órbitas de una de cada cinco estrellas similares al Sol de la Vía Láctea podrían existir otras "Tierras", es decir planeta de ese tamaño y potencialmente habitable.

"Todo esto representa un gran paso hacia la posibilidad de hallar vida, incluyendo vida inteligente, en el universo. Planetas del tamaño de la Tierra y con la temperatura de una taza de té son comunes alrededor de estrellas iguales al Sol", aseguró Geoff Marcy, el astrónomo coautor de la investigación que difundió la agencia espacial estadounidense.

 Lo establece una nueva investigación de la NASA basada en fotografías de la sonda Kepler.

Los límites del espacio son desconocidos. Al igual que la innumerable cantidad de estrellas que existen en él y la cantidad de vida que podría existir. La NASA difundió una investigación en la que asegura que en las órbitas de una de cada cinco estrellas similares al Sol de la Vía Láctea podrían existir otras "Tierras", es decir planeta de ese tamaño y potencialmente habitable.

"Todo esto representa un gran paso hacia la posibilidad de hallar vida, incluyendo vida inteligente, en el universo. Planetas del tamaño de la Tierra y con la temperatura de una taza de té son comunes alrededor de estrellas iguales al Sol", aseguró Geoff Marcy, el astrónomo coautor de la investigación que difundió la agencia espacial estadounidense.

De acuerdo al reporte que dejó las nuevas observaciones del telescopio Kepler, las estrellas con planetas similares a la Tierra pueden ser la regla y no la excepción. En la galaxia a la que pertenece la Tierra podría haber decenas de miles de millones de mundos rocosos con agua líquida en su superficie.

El Kepler vigila más de 150 mil estrellas en busca de planetas y fue una las misiones recientes más exitosas de la NASA. Ahora está orbitando alrededor del Sol, a 64 mil millones de kilómetros de la Tierra, desde 2009, año en el que fue enviado en busca de pruebas fotográficas de diferentes mundos que podrían tener vida.

Fuente: Todo Noticias

Descubren un planeta que es similar a la Tierra en masa y tamaño

Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), en Cambridge, Estados Unidos, han descubierto que el pequeño planeta Kepler 78b, que identificaron el pasado mes de agosto, tiene similitudes con la Tierra. Los científicos determinaron que este cuerpo es de aproximadamente 1,7 veces la masa de la Tierra; que su densidad es de 5,3 gramos por centímetro cúbico, muy similar a la de la Tierra (5,5 gramos por centímetro cúbico) y que es aproximadamente 1,2 veces el tamaño de la Tierra.

   En agosto, científicos del MIT identificaron un exoplaneta –planeta que no pertenece al Sistema Solar– con un periodo orbital extremadamente breve. El equipo encontró que Kepler 78b, un pequeño planeta intensamente caliente a 700 años luz de la Tierra, gira alrededor de su estrella en sólo 8,5 horas, rápido como un relámpago en comparación con la órbita de 365 días de nuestro planeta. A partir de los datos recogidos de la luz de las estrellas por el telescopio espacial Kepler, los científicos también determinaron que el exoplaneta

   Los hallazgos señalan a Kepler 78b como el exoplaneta más pequeño del que que se conoce la masa y el tamaño. Estas nuevas mediciones proporcionan una fuerte evidencia de que está compuesto principalmente de roca y hierro, de forma similar a la Tierra. Sin embargo, el exoplaneta, debido a su extrema cercanía a su estrella, es probable que tenga temperaturas demasiado altas para sustentar vida, según la investigación, publicada en 'Nature'.

   "Es la Tierra en el sentido de que se trata del mismo tamaño y masa, pero por supuesto que es muy diferente a la Tierra, ya que tiene una temperatura por lo menos de 2.000 grados más", resume uno de los miembros del equipo, Josh Winn, profesor asociado de Física en el MIT y miembro del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial. "Es un paso en el camino de estudiar planetas realmente similares a la Tierra", destacó.

   Los planetas con órbitas muy apretadas ofrecen a los científicos una gran cantidad de datos: por ejemplo, cada semana Kepler 78b rodea su estrella alrededor de 20 veces, dando a los investigadores numerosas oportunidades para observar su comportamiento.

   El equipo determinó previamente la órbita y el tamaño de Kepler 78b mediante el análisis de la luz emitida por la estrella cuando el planeta pasa por delante de ella o en otros tránsitos. Los investigadores detectaron un tránsito cada vez que la luz de la estrella baja y midieron la regulación para determinar el tamaño del planeta, puesto que cuando mayor es un exoplaneta, más cantidad de luz tapa.

   La medición de la masa fue una tarea un tanto complicada. En lugar de seguir el movimiento del planeta, los expertos siguieron el movimiento de la propia estrella. En función de su masa, un planeta puede ejercer un tirón gravitatorio sobre su estrella. Este movimiento estelar puede ser detectado como un muy ligero bamboleo, conocido como un desplazamiento Doppler.

Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), en Cambridge, Estados Unidos, han descubierto que el pequeño planeta Kepler 78b, que identificaron el pasado mes de agosto, tiene similitudes con la Tierra. Los científicos determinaron que este cuerpo es de aproximadamente 1,7 veces la masa de la Tierra; que su densidad es de 5,3 gramos por centímetro cúbico, muy similar a la de la Tierra (5,5 gramos por centímetro cúbico) y que es aproximadamente 1,2 veces el tamaño de la Tierra.

   En agosto, científicos del MIT identificaron un exoplaneta –planeta que no pertenece al Sistema Solar– con un periodo orbital extremadamente breve. El equipo encontró que Kepler 78b, un pequeño planeta intensamente caliente a 700 años luz de la Tierra, gira alrededor de su estrella en sólo 8,5 horas, rápido como un relámpago en comparación con la órbita de 365 días de nuestro planeta. A partir de los datos recogidos de la luz de las estrellas por el telescopio espacial Kepler, los científicos también determinaron que el exoplaneta

   Los hallazgos señalan a Kepler 78b como el exoplaneta más pequeño del que que se conoce la masa y el tamaño. Estas nuevas mediciones proporcionan una fuerte evidencia de que está compuesto principalmente de roca y hierro, de forma similar a la Tierra. Sin embargo, el exoplaneta, debido a su extrema cercanía a su estrella, es probable que tenga temperaturas demasiado altas para sustentar vida, según la investigación, publicada en 'Nature'.

   "Es la Tierra en el sentido de que se trata del mismo tamaño y masa, pero por supuesto que es muy diferente a la Tierra, ya que tiene una temperatura por lo menos de 2.000 grados más", resume uno de los miembros del equipo, Josh Winn, profesor asociado de Física en el MIT y miembro del Instituto Kavli de Astrofísica e Investigación Espacial. "Es un paso en el camino de estudiar planetas realmente similares a la Tierra", destacó.

   Los planetas con órbitas muy apretadas ofrecen a los científicos una gran cantidad de datos: por ejemplo, cada semana Kepler 78b rodea su estrella alrededor de 20 veces, dando a los investigadores numerosas oportunidades para observar su comportamiento.

   El equipo determinó previamente la órbita y el tamaño de Kepler 78b mediante el análisis de la luz emitida por la estrella cuando el planeta pasa por delante de ella o en otros tránsitos. Los investigadores detectaron un tránsito cada vez que la luz de la estrella baja y midieron la regulación para determinar el tamaño del planeta, puesto que cuando mayor es un exoplaneta, más cantidad de luz tapa.

   La medición de la masa fue una tarea un tanto complicada. En lugar de seguir el movimiento del planeta, los expertos siguieron el movimiento de la propia estrella. En función de su masa, un planeta puede ejercer un tirón gravitatorio sobre su estrella. Este movimiento estelar puede ser detectado como un muy ligero bamboleo, conocido como un desplazamiento Doppler.

Winn y sus colegas midieron el desplazamiento Doppler de Kepler 78 gracias al Observatorio Keck en Hawaii, Estados Unidos, que posee uno de los telescopios más grandes del mundo. El equipo analizó datos de luz de las estrellas tomadas durante un periodo de ocho días, pero, a pesar de la potencia del telescopio, la señal de la estrella era muy débil, por lo que fue una tarea de enormes proporciones para los científicos.

   Además del desafío de escoger esas señales pequeñas, los investigadores tuvieron que lidiar con un efecto que inicialmente confunde los datos: las manchas solares, manchas oscuras en la superficie de las estrellas. El estudiante de posgrado Roberto Sanchis-Ojeda, quien ha analizado el efecto de manchas solares en la detección de exoplanetas, dice que estos molestos parches pueden hacer que el desplazamiento Doppler de la estrella parezca más grande, lo que complica enormemente los cálculos de la masa del planeta.

   Sanchis-Ojeda fue capaz de resolver este rompecabezas al tener en cuenta el periodo de rotación de Kepler 78. Mediante el seguimiento de la frecuencia en la que ciertas manchas estelares reaparecen, este científico determinó que la estrella realiza una rotación completa cada 12,5 días, considerablemente más larga que el periodo orbital del planeta de 8,5 horas. A partir de estas mediciones, Sanchis -Ojeda fue capaz de calcular cierto desplazamiento Doppler de la estrella.

   A partir de sus cálculos, el investigador entendió que la estrella rota relativamente lenta, a 1,5 metros por segundo, cerca de la velocidad de un trote o una forma de caminar a paso ligero. "La estrella se está moviendo a la misma velocidad que cuando vamos al colegio o salimos de compras", puso como ejemplo Sanchis-Ojeda, quien señaló que esta estrella se encuentra a 700 años luz de distancia, lo que dificulta medir esas velocidades.

   Por el desplazamiento Doppler de la estrella, el equipo determinó que la masa de Kepler 78b es 1,7 veces la de la Tierra, una medición que sugiere que el planeta está compuesto principalmente de roca y hierro. Tal composición, según Winn, no es sorprendente, dado que el planeta está muy cerca de su estrella. Un planeta menos masivo, por ejemplo uno compuesto enteramente de gas, no sería capaz de mantenerse tan junto en una órbita tan apretada.

Fuente: Europa Press

Más de mil planetas extrasolares se han descubierto en 20 años

Los datos recogidos por 'The Extrasolar Planets Encyclopaedia', que agrupa los datos de los planetas descubiertos fuera del Sistema Solar, determinan que dos décadas después del primer hallazgo ya se ha superado la cifra de mil planetas nuevos.

   Los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Hans Deeg y Roi Alonso, han señalado que desde que se descubrió el primer exoplaneta, en los años 90, la comunidad astrofísica no podía sospechar que los estudios sobre estos cuerpos constituirían uno de los pilares fundamentales de la astronomía moderna.

   Así, han explicado que los astrofísicos profesionales y numerosos aficionados de todo el mundo se han convertido en los últimos años en 'cazadores' de estos planetas. Por este motivo, los descubrimientos son constantes, a razón de uno por semana de media.

   Para poder lograr estos hallazgos se han mejorado los criterios de búsqueda. "Mientras en el sistema solar se utilizan unos criterios refinados para distinguir los planetas frente a los asteroides o los planetas 'enanos', en el caso de los exoplanetas el problema es delimitar si son planetas más masivos o estrellas con poca masa", ha apuntado Deeg." En este sentido, se define como exoplaneta cualquier cuerpo que orbita una estrella sin generar por sí mismo energía derivada de procesos termonucleares", ha añadido.

    La mayoría de los planetas extrasolares descubiertos han sido encontrados por métodos de detección indirecta, es decir, aquellos que estudian los efectos que estos planetas causan en su entorno. La luz de las estrellas sobre las que orbitan hace que no resulte nada fácil 'verlos' con métodos directos. Estas técnicas son fundamentalmente cinco: la de velocidad radial, la fotométrica, la astrometría, la cronometría de púlsares y, por último, la de microlentes gravitacionales.

   El método de la velocidad radial es una de las más usadas. De hecho es con la que se han realizado la mayoría de los descubrimientos hasta la fecha. Según ha explicado Alonso, se mide el movimiento de una estrella debido a la influencia gravitacional de un planeta orbitándolo.

Los datos recogidos por 'The Extrasolar Planets Encyclopaedia', que agrupa los datos de los planetas descubiertos fuera del Sistema Solar, determinan que dos décadas después del primer hallazgo ya se ha superado la cifra de mil planetas nuevos.

   Los investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Hans Deeg y Roi Alonso, han señalado que desde que se descubrió el primer exoplaneta, en los años 90, la comunidad astrofísica no podía sospechar que los estudios sobre estos cuerpos constituirían uno de los pilares fundamentales de la astronomía moderna.

   Así, han explicado que los astrofísicos profesionales y numerosos aficionados de todo el mundo se han convertido en los últimos años en 'cazadores' de estos planetas. Por este motivo, los descubrimientos son constantes, a razón de uno por semana de media.

   Para poder lograr estos hallazgos se han mejorado los criterios de búsqueda. "Mientras en el sistema solar se utilizan unos criterios refinados para distinguir los planetas frente a los asteroides o los planetas 'enanos', en el caso de los exoplanetas el problema es delimitar si son planetas más masivos o estrellas con poca masa", ha apuntado Deeg." En este sentido, se define como exoplaneta cualquier cuerpo que orbita una estrella sin generar por sí mismo energía derivada de procesos termonucleares", ha añadido.

    La mayoría de los planetas extrasolares descubiertos han sido encontrados por métodos de detección indirecta, es decir, aquellos que estudian los efectos que estos planetas causan en su entorno. La luz de las estrellas sobre las que orbitan hace que no resulte nada fácil 'verlos' con métodos directos. Estas técnicas son fundamentalmente cinco: la de velocidad radial, la fotométrica, la astrometría, la cronometría de púlsares y, por último, la de microlentes gravitacionales.

   El método de la velocidad radial es una de las más usadas. De hecho es con la que se han realizado la mayoría de los descubrimientos hasta la fecha. Según ha explicado Alonso, se mide el movimiento de una estrella debido a la influencia gravitacional de un planeta orbitándolo.

En cuanto a su habitabilidad de estos planetas, los científicos han indicado que, para ser considerado como habitable, un planeta debería ser rocoso y tener una masa de entre una y 10 veces la de la Tierra. De estos se conocen ya unos cien, pero casi todos tienen temperaturas superficiales demasiado calientes para albergar vida.

   De acuerdo con Deeg, "solo unos pocos de los planetas descubiertos tienen potencial para el desarrollo de vida y éste es escaso. Ahora mismo, todavía no se conoce ningún planeta realmente similar a la Tierra", ha precisado.

PRIMEROS DESCUBRIMIENTOS

   Aunque los astrónomos suponían su existencia décadas antes, no fue hasta 1992 cuando se realizó el primer descubrimiento de varios planetas de masa terrestre que orbitaban un púlsar o una estrella de neutrones, a unos 1.000 años luz de la Tierra. En 1995 se realizó la primera detección de un planeta orbitando una estrella similar al Sol: 51 Pegasi b. Los descubridores de este gigante gaseoso tipo Júpiter fueron Michel Mayor y Didier Queloz.

   "Hay que señalar que realmente el exoplaneta más antiguo es HD 114762 b, descubierto en 1989. Pero entonces fue considerado como una estrella de baja masa. Solo en los últimos años, con los descubrimientos de otros objetos de masa similar, el HD 114762 b ha llegado a la consideración de  planeta", ha aclarado Deeg, quien ha destacado que "no obstante, fue el  descubrimiento del 51Pegasi b el que inició el rápido desarrollo de la ciencia de los planetas extrasolares".

   El descubrimiento de los primeros exoplanetas pronto motivó la puesta en marcha de misiones espaciales dedicadas a su descubrimiento y estudio. El IAC participó desde 1999 en los preparativos  del primer satélite dedicado a esta tarea: CoRoT,  una misión liderada por Francia, con la participación de España, entre otros países. Desde 2007 a 2012, durante su fase operativa, CoRoT encontró una treintena de exoplanetas -cuyos  datos siguen siendo hoy  analizados- y cientos de posibles candidatos.

   Por su parte, la misión estadounidense Kepler, desde su lanzamiento en 2009, ha detectado unos 148 planetas además de unos 2.700 candidatos a serlo. "La verificación de la naturaleza planetaria de la gran mayoría de estos candidatos será muy difícil, por lo que existe un gran debate sobre el porcentaje de planetas reales dentro de los actuales candidatos.

Fuente: Europa Press

Restos de un asteroide acuoso apuntan a exoplanetas habitables

Astrónomos han encontrado los restos destrozados de un asteroide que contiene grandes cantidades de agua que orbitan una estrella agotada o una enana blanca. Esto sugiere que la estrella GD 61 y su sistema planetario, situado a unos 150 años luz de distancia y, al final de su vida, tenía potencial para contener exoplanetas similares a la Tierra, señalan los autores del descubrimiento, publicado en la revista 'Science'.

   Esta es la primera vez que se ha encontrado agua y una superficie rocosa, dos "componentes clave" para planetas habitables, juntos más allá de nuestro sistema solar. La Tierra es esencialmente un planeta "seco", con sólo el 0,02 por ciento de su masa con agua superficial, puesto que los océanos llegaron mucho después de que se formara, más probable cuando los asteroides ricos en agua en el sistema solar se estrellaron contra nuestro planeta.

   El nuevo descubrimiento muestra que un "sistema de suministro" de la misma agua podría haber ocurrido en este distante moribundo sistema solar de la estrella, ya que las últimas pruebas apuntan a que contiene un tipo similar de agua rica cuyo primer asteroide habría llevado agua a la Tierra. El asteroide analizado tiene un 26 por ciento de masa de agua, muy similar a Ceres, el asteroide más grande del cinturón principal de nuestro sistema solar. Ambos son mucho más ricos en agua en comparación con la Tierra.

   Los astrónomos de las universidades de Cambridge y Warwick, en Reino Unido, que lideraron la investigación, dicen que se trata de la primera "prueba de confianza" de agua en material rocoso planetario en cualquier sistema planetario extrasolar. Estos científicos lo describen como una "mirada hacia el futuro", como, a 6.000 millones de años, cuando los astrónomos alienígenas al estudiar los restos rocosos alrededor de nuestro sol quemado pueden llegar a la misma conclusión, que los planetas terrestres una vez rodearon nuestra estrella madre.

Astrónomos han encontrado los restos destrozados de un asteroide que contiene grandes cantidades de agua que orbitan una estrella agotada o una enana blanca. Esto sugiere que la estrella GD 61 y su sistema planetario, situado a unos 150 años luz de distancia y, al final de su vida, tenía potencial para contener exoplanetas similares a la Tierra, señalan los autores del descubrimiento, publicado en la revista 'Science'.

   Esta es la primera vez que se ha encontrado agua y una superficie rocosa, dos "componentes clave" para planetas habitables, juntos más allá de nuestro sistema solar. La Tierra es esencialmente un planeta "seco", con sólo el 0,02 por ciento de su masa con agua superficial, puesto que los océanos llegaron mucho después de que se formara, más probable cuando los asteroides ricos en agua en el sistema solar se estrellaron contra nuestro planeta.

   El nuevo descubrimiento muestra que un "sistema de suministro" de la misma agua podría haber ocurrido en este distante moribundo sistema solar de la estrella, ya que las últimas pruebas apuntan a que contiene un tipo similar de agua rica cuyo primer asteroide habría llevado agua a la Tierra. El asteroide analizado tiene un 26 por ciento de masa de agua, muy similar a Ceres, el asteroide más grande del cinturón principal de nuestro sistema solar. Ambos son mucho más ricos en agua en comparación con la Tierra.

   Los astrónomos de las universidades de Cambridge y Warwick, en Reino Unido, que lideraron la investigación, dicen que se trata de la primera "prueba de confianza" de agua en material rocoso planetario en cualquier sistema planetario extrasolar. Estos científicos lo describen como una "mirada hacia el futuro", como, a 6.000 millones de años, cuando los astrónomos alienígenas al estudiar los restos rocosos alrededor de nuestro sol quemado pueden llegar a la misma conclusión, que los planetas terrestres una vez rodearon nuestra estrella madre.

Los nuevos resultados de la investigación se consiguieron mediante el uso del Telescopio Espacial Hubble de la NASA. Todos los planetas rocosos se forman por la acumulación de asteroides, creciendo hasta su tamaño completo, por lo que los asteroides son esencialmente los " bloques de construcción" de los planetas.

   "El hallazgo de agua en un asteroide de gran tamaño significa que los bloques de construcción de planetas habitables existían, y tal vez todavía existen, en el sistema de GD 61, y es probable que también en torno a un gran número de estrellas madre similares", dijo el autor principal Jay Farihi, del Instituto de Astronomía de Cambridge.

   "Estos componentes ricos en agua y los planetas terrestres que construyen pueden, de hecho, ser comunes, pues un sistema no puede crear cosas tan grandes como los asteroides y evitar la construcción de planetas. GD 61 tenía los ingredientes para ofrecer un montón de agua a sus superficies", subrayó dijo Farihi. "Nuestros resultados demuestran que definitivamente había posibilidad de que existieran planetas habitables en el sistema de exoplanetas", agregó.

   Los investigadores dicen que el agua detectada probablemente vino de un planeta menor, de menos de 90 kilómetros de diámetro, pero quizás mucho más grande, que una vez estuvo en órbita de la estrella GD 61 antes de convertirse en una enana blanca hace unos 200 millones de años. Observaciones astronómicas anteriores y actuales han medido el tamaño y la densidad de los exoplanetas, pero no su composición, porque el trabajo convencional se centra en planetas que orbitan estrellas vivientes.

   Pero la única manera de ver qué es un planeta lejano es desarmarlo, dicen los investigadores, y la naturaleza lo hace por nosotros en un sistema de una enana blanca moribunda a través de su fuerza de gravedad extrema, absorbiendo y destrozando el material circundante. Estos desechos que "contaminan" la atmósfera de la enana blanca, se puede analizar químicamente utilizando técnicas de espectrógrafo de gran alcance que "destilan el asteroide, el núcleo y el resto", dicen los expertos.

Fuente: Europa Press