
Sólo seis meses después de entrar en órbita en torno a Mercurio, la sonda espacial Messenger ha demostrado a los científicos que es un planeta más extraño de lo que se creía.
Lo descubierto hasta ahora por varios equipos de investigación, que se han ocupado de aspectos distintos del planeta, pone en tela de juicio las teorías actuales sobre la formación de Mercurio.
La composición de su superficie difiere de manera importante respecto a la de los otros planetas rocosos. Su campo magnético es diferente a cualquier otro del sistema solar. Hay grandes extensiones de llanuras volcánicas que rodean la región polar norte del planeta y cubren más de un 6 por ciento de la superficie de Mercurio.
El material de la superficie se parece más a lo que se podría esperar si Mercurio se hubiera formado a partir de bloques de construcción planetaria similares a los que formaron a sus primos rocosos, pero menos oxidados, tal vez reflejando ello una proporción variable de hielo en las etapas iniciales de acreción de los planetas.


