Después del «Big-Bang», esa gran explosión que se cree que dio origen al universo, por algún motivo no del todo conocido la materia comenzó a agruparse en ciertas zonas más que en otras, al estilo de unos inmensos grumos en una besamel.
La gravedad fue haciendo su papel y en medio de la inmensidad del espacio, aparecieron las primeras islas: los cúmulos y las galaxias. Dentro de estas, la materia tampoco se destribuyó de forma uniforme. El gas primordial que las formó al principio, producido después de la gran explosión y constituido básicamente por helio e hidrógeno, los ladrillos básicos del universo, se acumuló tanto en algunas partes, que la gravedad engendró las primeras estrellas.
En el interior de estas esferas de energía se alcanzan temperaturas tan grandes que los átomos sufren reacciones de fusión nuclear que permiten la aparición de elementos más pesados (o sea, átomos más complejos), como el carbono o el oxígeno. Y cuando los astrofísicos analizan la radiación procedente de estos astros, pueden deducir la composición y la edad de las estrellas y de las galaxias, puesto que las más jóvenes acumulan más hidrógeno frente a otros átomos más complejos. Gracias a esto, un equipo de astrónomos españoles y australianos ha descubierto que la galaxia NGC 1512 acumula en su «estómago» los restos de otras galaxias que engulló en el pasado. El hallazgo, que se ha publicado hoy en la revista «Monthly Notices of the Royal Astronomical Society», utiliza una nueva metodología que podría servir para entender mejor cómo se forman y cómo evolucionan galaxias parecidas a la Vía Láctea.
Los investigadores explican que esperaban encontrar unos niveles de gases acordes con la actividad de las estrellas que hay en NGC 1512, «pero en lugar de eso, nos encontramos los remanentes de otras galaxias que habían sido engullidas antes», recuerda Ángel López-Sánchez, el director de estudio e integrante del equipo de astrofísicos del Observatorio Astronómico Australiano que lo ha llevado a cabo.
De hecho, la galaxia NGC 1512, de un tamaño comparable al de la Vía Láctea y con el mismo tipo de estructura espiral, no solo ha incorporado restos de otros «cadáveres», sino que en las imágenes captadas «se está tragando» a una galaxia enana.
Para averiguar todo esto, ha habido que investigar a fondo a la galaxia caníbal. Tal como explica a ABC Ángel López-Sánchez: «Cada galaxia es como una persona independiente. Es cierto que todos tenemos rasgos similares que nos definen como «humanos», pero para entender bien a cada persona hay que saber su «historia peculiar» y la vida y experiencias que ha sufrido. Con las galaxias ocurre lo mismo».
Gases pesados producidos en estrellas
Las «pruebas del delito» se han encontrado en unas zonas periféricas en las que el gas está enriquecido con átomos pesados, cuando lo esperable sería encontrar gas fresco, más rico en hidrógeno. En palabras del astrofísico: «Creemos que el gas no proviene del centro de la galaxia por las propiedades químicas que posee. Si pudiéramos poner todos los «metales» (todos los elementos químicos que no son ni hidrógeno ni helio) en el centro de NGC 1512, necesitaríamos casi 100 veces el número de estrellas que vemos en la galaxia para explicar el enriquecimiento químico que ha experimentado el sistema».
Sobre el papel la idea es sencilla: si NGC 1512 tiene más átomos pesados de los que ha podido producir con sus estrellas, es porque los ha cogido de otra parte. Pues bien, en opinión de López-Sánchez, «para explicar esto tenemos dos hipótesis: o ese gas estaba en galaxias enanas que han sido «engullidas» recientemente por NGC 1512 (como le está pasando ahora con la galaxia enana cercana NGC 1510) o ese gas se perdió de otra galaxia, y ahora ha caído sobre NGC 1512».
Para averiguar todo esto, los investigadores han usado el telescopio Telescopio Anglo-australiano (AAT), de 3,9 metros, para analizar la composición de los gases. Por otro lado, han usado un radio-interferómetro de seis kilómetros de diámetro, para detectar un disco de hidrógeno fresco en la periferia de NGC 1512.
Ángel López-Sánchez explica que al combinar estas técnicas se podrían «obtener buenas pistas para entender mejor cómo se forman y cómo evolucionan galaxias como la Vía Láctea», y reconoce que el equipo de investigadores ya está analizando otras galaxias. El objetivo sería en última instancia entender el origen de la estructura del Universo, pero para ello, hay que ir paso a paso.
¿Qué edad tienen las galaxias?
Entender la historia y la evolución de las galaxias permitiría averiguar en gran parte de dónde venimos y hacia dónde vamos. La primera lección es que no todas las galaxias son igual de antiguas, tal como explica Ángel López-Sánchez, astrofísico en el Observatorio Astronómico Australiano y divulgador en el blog «El lobo rayado»:
-No todas las galaxias del Universo tienen la misma edad: la Vía Láctea tiene alrededor de 10 mil millones de años (y aún se está formando) pero otras galaxias (en su mayoría enanas) poseen estrellas que sólo tienen unos pocos miles de millones de años de antigüedad. Esto quiere decir que se formaron hace poco, en la escala del Cosmos.
Cada galaxia es como una persona independiente. Es cierto que todos tenemos rasgos similares que nos definen como «humanos», pero para entender bien a cada persona hay que saber su «historia peculiar» y la vida y experiencias que ha sufrido. Con las galaxias ocurre lo mismo: podemos clasificarlas en grandes grupos, pero cuando vamos al detalle vemos que todas son únicas y poseen rasgos que las distinguen claramente de las demás. Algunas pierden gas, otras acretan gas, otras terminan fusionándose en objetos mucho mayores.
Probablemente exista aún alguna nube de gas primordial en el espacio intergaláctico que nunca ha formado estrellas. Descubrir tal objeto, en particular si está ahora empezando a formar estrellas de ese gas, sería un descubrimiento fundamental para la Astrofísica. Estos objetos de baja metalicidad y enanos también nos permiten «ver atrás en el tiempo», como creemos eran todas las galaxias en el Universo primitivo, poco después del «Big Bang». Sin embargo, sólo combinando datos en múltiples frecuencias (óptico, radio, ultravioleta, infrarrojo) podemos llegar de verdad a conocer las propiedades e historia de las galaxias.
Fuente: ABC