Estados Unidos se adelanta en la carrera para exprimir la riqueza de los asteroides

El Congreso aprueba una ley que permite la minería en los objetos espaciales a pesar de los tratados internacionales que podrían impedirlo.

asteroide

¿De quién son los asteroides que viajan por el espacio? ¿Se pueden asaltar con la intención de lucrarse? ¿Va a convertirse el Sistema Solar en el nuevo territorio a colonizar para explotar sus recursos, como sucediera con América, África y Asia siglos atrás? Estas preguntas están ahora mismo encima de la mesa del presidente de EE UU, Barack Obama, y la respuesta va a llegar más pronto que tarde. Los legisladores estadounidenses de ambos partidos han logrado ponerse de acuerdo en una normativa —la SPACE Act— que, entre otras cosas, permite que los ciudadanos de aquel país extraigan los recursos espaciales que les plazca para su beneficio. Aprovechando un discutible vacío legal, y si Obama firma el texto, las compañías de minería de asteroides tendrán derecho a quedarse con las riquezas del espacio que, hasta ahora, no eran de nadie.

«Un ciudadano de los Estados Unidos», dice la norma, «tendrá derecho a los recursos obtenidos de un asteroide o el espacio, incluyendo poseer, apropiar, transportar, usar y vender este recurso de conformidad con las leyes aplicables, incluyendo las obligaciones internacionales de los Estados Unidos». En el último tramo de la frase está el meollo legal; los congresistas se cubren las espaldas, pero no se resuelve la gran duda que afecta al Tratado sobre el espacio ultraterrestre, de 1967.

Este acuerdo, impulsado por Naciones Unidas y ratificado por EE UU, defiende que «la Luna y otros cuerpos celestes no podrán ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u ocupación, ni de ninguna otra manera». Los defensores de la minería privada de asteroides aseguran que este texto de derecho internacional solo se refiere a las naciones, no a las compañías privadas, que no reclamarían la propiedad de los cuerpos celestes en sí sino de los recursos extraídos, según la SPACE Act recién aprobada.

Republicanos y demócratas han redactado juntos esta ley, que ha dado alas a empresas que ya llevan años trabajando con la idea de extraer agua, minerales y metales valiosísimos de esas rocas voladoras gigantes. Ted Cruz, senador y candidato republicano a la presidencia, ha asegurado que con esta norma recogen el testigo de Ronald Reagan en el espacio. Solo falta la firma de Obama para que se abra este melón, una decisión que se quiere racionalizar desde el mundo científico. «Es algo que va a pasar, no nos engañemos. Lo que hay que hacer es evitar en el espacio las tropelías que se cometieron con la minería en la Tierra, arrasando con todo», advierte Jesús Martínez-Frías, investigador del Instituto de Geociencias IGEO (CSIC-UCM).

«Es ciencia ficción que se está convirtiendo ya hoy en ciencia avanzada», asegura este experto en geología espacial, responsable entre otros de dar por buena la existencia de agua en Marte. Empresas como Planetary Resources y Deep Space Industries ya están cantando victoria tras haber peleado por esta norma gracias al respaldo de inversores multimillonarios como James Cameron, Larry Page y Eric Schmidt. Estas empresas van en serio, porque saben que tarde o temprano se abrirá la veda de la fiebre del platino espacial: Planetary Resources lanzó este verano, desde la Estación Espacial Internacional, su primer detector de asteroides potencialmente explotables.

Los recursos que se esperan obtener empiezan por el agua, una fuente esencial para la exploración espacial, pero también los hay «muy ricos en metales, del grupo del platino, y tierras raras que son muy poco abundantes en la Tierra», según Martínez-Frías. Todas estas empresas ya han identificado un puñado posibles candidatos para las primeras prospecciones.

El presidente de Planetary Resources, Chris Lewicki, comparó esta norma con la que dio el pistoletazo de salida para la fiebre del oro a mediados del siglo XIX en EE UU; la Ley del Oeste como algo positivo para el espacio. Para evitar el caos y las tropelías de un escenario similar, desde el mundo académico ya se está trabajando para clasificar asteroides desde una perspectiva geoética, pensando en aquellos que habría que proteger —por ejemplo aquellos que guardan información sobre el origen de la vida—, y para reforzar los protocolos de actuación. «Hay que tomarse en serio el problema», resume Martínez-Frías.

Ejemplos de apropiación del espacio ya existen: tanto EE UU como Rusia tienen pedazos de la Luna y su propiedad no es de la humanidad, en abstracto. Más recientemente, los japoneses de la sonda Hayabusa trajeron muestras del asteroide sobre el que se posó. «La exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e incumben a toda la humanidad», dice el tratado ratificado por todos los países que tienen algo que decir en la exploración del espacio, entre ellos EE UU.

(Actualización: el 25 de noviembre, el presidente Barack Obama firmó la propuesta legislativa convirtiendo en ley que los estadounidenses pueden explotar los asteroides en su beneficio)

Fuente: El País

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