El pequeño trozo de 2010 gramos ha intrigado a los científicos desde que se descubriera 1951 en una carretera de EE. UU.
Encontrado en 1951 en una remota cuneta, el meteorito Wedderburn (llamado así por la cercanía con la ciudad del mismo nombre) ha intrigado a los científicos durante décadas. Se trata de una roca de colores negros y rojos, que pesa 210 gramos (algo más que un limón) que en algún momento cayó del cielo y de la que poco más se sabía. Hasta la fecha.
Un nuevo estudio, publicado en la revista «American Mineralogist» y dirigido por Chi Ma, experto en minerales de la Universidad Tecnológica de California (Caltech), ha analizado a fondo el meteorito y ha encontrado una sorpresa en su interior: un tipo de mineral de carburo de hierro desconocido en la Tierra y al que han bautizado como edscottita. La investigación ha revelado además que junto con este mineral hay mezclados rastros de oro y hierro junto con otros minerales más raros como kamacita, schreibersita, taenita y troilita.
¿Cómo acabó en una cuneta?
El descubrimiento de edscottita, llamado así en honor al experto en meteoritos y cosmoquímico Edward Scott, de la Universidad de Hawai, es significativo porque nunca antes se había confirmado que esta formulación atómica distintiva de mineral de carburo de hierro ocurriese de forma natural -esta combinación ya se había recreado previamente en un laboratorio-.
Se trata pues del requisito previo para que los minerales sean reconocidos oficialmente por la Asociación Internacional de Mineralogía (IMA por sus siglas en inglés). Se han descubierto entre 500.000 y 600.000 minerales en el laboratorio, pero menos de 6.000 que se produzcan en la naturaleza, por lo que el hallazgo es realmente singular.
No se sabe cómo este mineral acabó en una cuneta dentro de un meteorito, aunque Geoffrey Bonning de la Universidad Nacional de Australia y que no participó en el estudio, apunta a que el material podría haberse formado en el núcleo incandescente y presurizado de un antiguo planeta. Según sus declaraciones, ofrecidas en el digital australiano «The Age», este mundo productor de edscottita podría haber sufrido algún tipo de colisión cósmica colosal, involucrando a otro planeta, una luna o un asteroide, y haber sido destruido. Los fragmentos de este terrible choque habrían viajado en el tiempo y en el espacio hasta esa cuneta, sugiere Bonning.
Fuente: ABC