Un equipo de científicos estadounidenses han llevado a cabo un estudio que pone en duda las teorías que aseguran que en la Luna hubo agua en abundancia en un pasado.
Para este trabajo, publicado en ‘Science’, los expertos estudiaron un mineral hallado en gran variedad de rocas lunares, apatita, el mismo en el que, hace una década, se basaron los investigadores para afirmar la existencia de un pasado húmedo en el satélite.
Según ha destacado el autor principal de la investigación, Jeremy Boyce, profesor de Geoquímica en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), el nombre de apatita proviene de una palabra griega que significa ‘engaño’ y, podría ser que este mineral «hubiera engañado a los científicos». «Pensamos que teníamos en él un gran indicador, pero resulta que no es tan fiable», ha apuntado.
Hace décadas, los estudios de vidrios volcánicos y apatita en rocas lunares revelaron que eran ricas en hidrógeno. Esto dio lugar a la construcción de una teoría convincente de la existencia significativa de agua en la Luna como la cristalización de diferentes minerales a partir del enfriamiento de magma.
Pero ahora, el equipo de Boyce ha simulado la formación de minerales de apatita, que contienen diferentes cantidades de elementos volátiles como como hidrógeno, cloro y flúor, y han demostraron que es posible comenzar con cualquier composición de agua en el magma y, variando sólo el grado de cristalización y el contenido de cloro, reproducir las características que se observan en una gama diversa de la apatita de la luna.
«Solíamos pensar que era una sencilla proporcionalidad, cuanto más hidrógeno había en la apatita, más hidrógeno en el magma. Entonces nos dimos cuenta de que es una competición entre el hidrógeno y el flúor, aunque es éste último el elemento que la apatita más quiere», ha añadido Boyce.
Haciendo un símil con las citas, el científico explica este complejo proceso químico señalando que el flúor es el candidato perfecto para la apatita y ambos se unen de manera preferente. El cloro es también atractivo, pero no tanto como el flúor. «Finalmente, la última apatita aparece y ya no queda nada más que hidrógeno, así que decide salir con él», ha concluido.
«Todas las apatitas cogen todo el flúor y lo ocultan de la masa fundida. De este modo la masa no sabe que la apatita tiene todo el flúor y ésta puede conseguir más cloro y más hidrógeno. Por ello, la apatita puede haber producido una indicación engañosa de la abundancia original del agua en el interior de la Luna». ha añadido Boyce.
La abundancia de agua en rocas lunares tiene importantes implicaciones para la teoría predominante de la formación de la Luna, que dice que, hace varios millones de años, un objeto de tamaño planetario llamado Theia chocó con la Tierra y sus restos salieron expulsados hacia la órbita terrestre. Este material acabó uniéndose para formar la Luna.
Pero, además, la historia apunta que los elementos volátiles de estos restos hirvieron, dejando a la Luna sin el agua que habría heredado de la Tierra.
Los resultados de este nuevo trabajo generan nuevas incertidumbres sobre la cantidad de agua con que la Luna comenzó su vida. Y los investigadores señalan que otras fuentes de hidrógeno, como el viento solar, podrían haber sido incorporados a la apatita, lo que, según los científicos, complica aún más el panorama.
Fuente: Europa Press