La sonda espacial Hayabusa, de la Agencia de Exploración Aeroespacial Japonesa (Japanese Aerospace Exploration Agency o JAXA, por su sigla en idioma inglés) ha traído a la Tierra diminutos trozos de un mundo estraterrestre: del asteroide Itokawa.
"Es una sensación increíble tener otro mundo justo en la palma de tu mano", dijo Mike Zolensky, quien es miembro del Departamento de Polvo Interplanetario del Centro Espacial Jonhnson. "¡Estamos viendo, de cerca y por primera vez en la historia, de qué está hecho realmente un asteroide!"
Zolensky tiene buenas razones para estar emocionado. Los asteroides se formaron en los albores de nuestro sistema solar, así que estudiar estas muestras nos puede enseñar cómo se formaron y evolucionaron.
La sonda Hayabusa fue lanzada al espacio en 2003 con el fin de emprender un viaje de mil millones de kilómetros hasta el asteroide Itokawa, al cual llegó poco más de dos años más tarde. En 2005, la sonda realizó una hazaña espectacular: aterrizó sobre la superficie del asteroide. El objetivo era recolectar muestras de un mundo alienígena.
Pero hubo un problema. Los proyectiles programados para hacer volar polvo desde la superficie fallaron, lo que dejó para recolección únicamente las partículas que se pudiesen levantar durante el aterrizaje. ¿La pregunta era que si había acaso logrado entrar algo de polvo en la cámara de recolección?
Zolensky y otros científicos ansiosos, con los ojos clavados en el cielo, vieron al fin cómo la respuesta se zambullía en la atmósfera terrestre a 43.450 kilómetros por hora (27.000 millas por hora) la noche del 13 de junio de 2010. El vehículo principal del Hayabusa se desintegró sobre una llanura australiana al finalizar el reingreso y la cápsula que contenía la muestra intacta descendió lentamente por el aire hacia la Tierra con ayuda de un paracaídas.

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