Los estallidos provienen del mismo magnetar dentro de nuestra galaxia, situado a «solo» 25.000 años luz.
El pasado 28 de abril, dos radiotelescopios, uno en Canadá y otro en EE.UU., registraban por primera vez en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, una potentísima emisión de radio llamada FRB (siglas en inglés para estallidos rápidos de radio). Desde su descubrimiento en 2007, estos misteriosos e impredecibles pulsos de muy alta energía que apenas duran unos milisegundos solo habían sido detectados a cientos o miles de millones de años luz de distancia.
FRB 200428, como fue denominada, no solo era la primera FRB galáctica, sino que además pudo ser relacionada con fiabilidad con una fuente conocida, un magnetar, una estrella de neutrones con un campo magnético extremadamente poderoso, situado a unos 25.000 años luz, en la constelación de Vulpecula. Al encontrarse tan «cerca» de nosotros, la intensidad de la emisión fue impresionante, 3.000 veces mayor que la de cualquier otra ráfaga extragaláctica medida hasta entonces. Ahora, los científicos han confirmado un nuevo estallido procedente de la misma fuente.
Tras la primera detección de FRB 200428, astrónomos de todo el mundo coordinaron sus esfuerzos para seguir el evento. En mayo, un equipo dirigido por Franz Kirsten, de la Universidad Chalmers en Gotemburgo (Suecia) apuntó cuatro de los mejores radiotelescopios de Europa hacia lo que parecía ser su lugar de procedencia, el magnetar conocido como SGR 1935 + 2154.
«No sabíamos qué esperar. Nuestros radiotelescopios rara vez habían podido ver ráfagas de radio rápidas, y esta fuente parecía estar haciendo algo completamente nuevo. ¡Esperábamos sorprendernos!», reconoce Mark Snelders, miembro del equipo del Instituto de Astronomía Anton Pannekoek de la Universidad de Ámsterdam. Los radiotelescopios, un plato en Países Bajos, otro en Polonia y dos en el Observatorio Espacial Onsala en Suecia, monitorearon la fuente todas las noches durante más de cuatro semanas después del descubrimiento del primer destello, un total de 522 horas de observación.
En la noche del 24 de mayo, el equipo recibió la sorpresa que buscaba. A las 23.19 hora local, el telescopio Westerbork en los Países Bajos, el único del grupo en servicio, captó una señal inesperada: dos ráfagas cortas, cada una de un milisegundo de duración separadas en el tiempo solo 1,4 segundos.
«Vimos claramente dos ráfagas, extremadamente cercanas en el tiempo. Al igual que el destello visto desde la misma fuente el 28 de abril, este se parecía a las ráfagas de radio rápidas que habíamos estado viendo desde el universo distante, solo que más tenues. Las dos ráfagas que detectamos el 24 de mayo fueron incluso más débiles», explica Kenzie Nimmo, del Instituto de Astronomía Anton Pannekoek y ASTRON.
Aleatorias y diferentes
Durante mucho tiempo, el origen exacto de estos rapidísimos destellos ha sido un misterio. El fenómeno ha sido atribuido desde a las estrellas de neutrones a los agujeros negros, e incluso se ha considerado la posibilidad de que fueran emisiones artificiales de una civilización mucho más avanzada que la nuestra. Muchos FRB son únicos, ocurren una única vez, pero algunos FRB se repiten y, lo que es aún más raro, en algunos casos lo hacen de forma regular.
Sin embargo, en los últimos años, los progresos en las detecciones han relacionado las ráfagas con los magnetares, los imanes más fuertes del universo, cada uno con un campo magnético cientos de billones de veces más fuerte que el del Sol. Se trata de auténticos «cadáveres estelares», lo que queda después de que una estrella muy masiva colapse sobre sí misma debido a su propia gravedad, que comprimen toda su masa en apenas unos kilómetros de diámetro en rápida rotación.
Según explican los astrónomos en «Nature Astronomy», el nuevo estudio ha dado con una nueva y sólida evidencia que conecta las ráfagas de radio rápidas con los magnetares. Al igual que las fuentes más distantes de ráfagas de radio rápidas, SGR 1935 + 2154 parecía producir ráfagas a intervalos aleatorios y en un rango de brillo enorme, con energías aparentes que abarcan aproximadamente siete órdenes de magnitud.
Los destellos más brillantes de esta magnetar son al menos diez millones de veces más brillantes que los más débiles. Los investigadores creen que esto podría ser cierto también para las fuentes de FRB fuera de nuestra galaxia. «Si es así, entonces los magnetares del universo están creando haces de ondas de radio que podrían atravesar el cosmos todo el tiempo, y muchos de estos podrían estar al alcance de telescopios de tamaño modesto como el nuestro», dice Jason Hessels, del Anton Pannekoek.
Oportunidad única
La variación en la fuerza de las señales sugiere que podría haber más de un proceso dentro de los magnetares que sea capaz de producir estas explosiones. Y el hecho de que SGR 1935 + 2154 se encuentre mucho más cerca de la Tierra brinda una oportunidad única para estudiarlos. En el futuro, el equipo tiene como objetivo mantener los radiotelescopios monitoreando SGR 1935 + 2154 y otros magnetares cercanos, con la esperanza de precisar cómo estas estrellas extremas realmente producen sus breves explosiones de radiación.
Kirsten, del Observatorio Espacial Onsala (OSO) y Chalmers, espera que continúe progresando la comprensión de la física detrás de las ráfagas de radio rápidas. «Los fuegos artificiales de este asombroso magnetar cercano nos han dado pistas interesantes sobre la rapidez con la que se pueden generar ráfagas de radio. Las explosiones que detectamos el 24 de mayo podrían indicar una alteración drástica en la magnetosfera de la estrella, cerca de su superficie. Otras posibles explicaciones, como ondas de choque más alejadas del magnetar, parecen menos probables, pero me encantaría que me demuestren que estoy equivocado. Cualesquiera que sean las respuestas, podemos esperar nuevas mediciones y nuevas sorpresas en los meses y años venideros», indica.
Fuente: ABC