Un estudio liderado por investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha permitido reconstruir el clima y la actividad humana de los últimos 2.500 en el sur de Álava a partir del análisis del lago Arreo, según ha informado la institución.
En concreto, los resultados, que serán publicados en la revista Paleogeography, Paleoclimatology, Palaeoecology , han revelado las huellas de la denominada 'Anomalía Climática Medieval', en referencia al predominio de temperaturas altas y marcada aridez que se produjeron entre los años 890 y 1300 después de Cristo, como el descenso del nivel del lago, lo que se tradujo en un incremento de la salinidad en Arreo.
Los estudios, llevados a cabo en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Minnesota (EE.UU.) y la Fundación Valle Salado de Añana, ponen de manifiesto la transición que sufrió el lago, que se caracterizó por una salinidad muy elevada durante la Anomalía Climática Medieval y más baja durante el siglo VII y la 'pequeña edad de hielo', entre los siglos XIV y XIX.
Un estudio liderado por investigadores del Instituto Pirenaico de Ecología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha permitido reconstruir el clima y la actividad humana de los últimos 2.500 en el sur de Álava a partir del análisis del lago Arreo, según ha informado la institución.
En concreto, los resultados, que serán publicados en la revista Paleogeography, Paleoclimatology, Palaeoecology , han revelado las huellas de la denominada 'Anomalía Climática Medieval', en referencia al predominio de temperaturas altas y marcada aridez que se produjeron entre los años 890 y 1300 después de Cristo, como el descenso del nivel del lago, lo que se tradujo en un incremento de la salinidad en Arreo.
Los estudios, llevados a cabo en colaboración con la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Minnesota (EE.UU.) y la Fundación Valle Salado de Añana, ponen de manifiesto la transición que sufrió el lago, que se caracterizó por una salinidad muy elevada durante la Anomalía Climática Medieval y más baja durante el siglo VII y la 'pequeña edad de hielo', entre los siglos XIV y XIX.
LA HUELLA DEL HOMBRE
En este sentido, el investigador del CSIC del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Juan Pablo Corella, ha señalado que "un tipo de algas microscópicas, las diatomeas, han aportado información sobre los cambios en el ecosistema lacustre, muy sensible al impacto del clima y la actividad humana, de tal modo que, durante etapas más húmedas, el número de individuos de origen planctónico se incrementó, mientras que otras especies de diatomeas, que viven en condiciones con altas cantidades de nutrientes en el agua, aumentaron en periodos con una mayor presencia del hombre y de tierras cultivadas".
Además, Corella ha indicado que el estudio detallado del polen ha revelado los cambios sufridos por la vegetación del sur de Álava durante los últimos dos milenios. En este sentido, ha explicado que "el polen acumulado en el sedimento es como un sensor de la vegetación local y regional ya que está fuertemente influido por las diferentes fases climáticas, así como por la deforestación y los incendios asociados a las actividades humanas en la zona desde época romana".
Además de la información climática, los investigadores han aportado datos científicos a la evolución histórica del Valle Salado de Añana, una de las salinas mejor conservadas del mundo y candidata a Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Así, Corella ha explicado que se ha observado "cómo la explotación de estas salinas desde época romana afectó al ecosistema lacustre y a la vegetación, sufriendo varias deforestaciones asociadas
a las fases de construcción de la infraestructura".
El polen también muestra el "aumento de las zonas de pasto y de cultivo, sobre todo durante la Edad Media, que, junto con las recientes
prácticas agrícolas, han alterado notablemente el funcionamiento del lago durante las últimas décadas", ha agregado Corella.
Fuente: Europa Press