Creen que un elemento resulta esencial para que aparezca la vida, y no es fácil de encontrar.
Hace apenas unos días, publicábamos en ABC un artículo sobre una de las charlas más conocidas de Stephen Hawking, «Life in the Universe». En ella, el genial físico británico se preguntaba la razón por la que la vida no abunda en nuestra galaxia, a pesar de que en ella existen cientos de miles de millones de planetas, una parte de ellos parecidos a la Tierra y en órbita de estrellas similares al Sol.
Ahora, un equipo de astrónomos de la Universidad de Cardiff puede haber dado con la respuesta: sean cuales sean las condiciones de un planeta, la vida no surgirá en él si no hay una cantidad suficiente de fósforo. Y la distribución del fósforo en el Universo, y en nuestra galaxia, se produce de forma aleatoria, favoreciendo algunas regiones sobre otras.
El fósforo es un elemento esencial para la vida, pero su presencia, y sobre todo su cantidad, puede no ser más que una simple cuestión de suerte. Una suerte que nos favoreció en la Tierra, pero que pudo dar la espalda a muchos otros mundos de nuestra galaxia, igual o mejor preparados que el nuestro para que la vida comenzara.
Según nuevas observaciones de la Nebulosa del Cangrejo (los restos de una supernova que estalló en el año 1054 y de la que astrónomos chinos dieron testimonio), la abundancia distribución de fósforo en la Vía Láctea, en efecto, pudo ser mucho más aleatoria de lo que los científicos pensaban hasta ahora.
De hecho, durante una presentación llevada a cabo por los astrónomos Jane Graves y Phil Cigan, de la Universidad de Cardiff, durante la Semana Europea de Astronomía y Ciencias Espaciales celebrada en Liverpool, amplias regiones de nuestra galaxia podrían no disponer del fósforo suficiente para sustentar la vida, incluso si allí hay planetas hospitalarios que reúnan todas las demás condiciones necesarias.
La mayor parte del fósforo del Universo se creó durante los últimos estertores de estrellas masivas agonizantes, o en el transcurso de explosiones de supernovas, cuando esas estrellas agotan su combustible, se colapsan y estallan después con inusitada violencia.
Se da el caso de que el fósforo es un elemento muy difícil de observar durante eventos tan violentos, y hubo que esperar hasta 2013 para que los astrónomos lograran hacer las primeras mediciones de ese elemento durante una explosión estelar, detectando fósforo entre los tenues restos de una supernova llamada Cassiopea A. Sorprendentemente, encontraron allí hasta 100 veces más fósforo de lo que se observa, como media, en el resto de la Vía Láctea.
Para comprobar si se trataba de un caso aislado, Jane Greaves y Phil Cigan decidieron apuntar el Telescopio William Herschel (que está en las Islas Canarias) hacia la Nebulosa del Cangrejo, ubicada a unos 6.500 años luz de la Tierra. Pero los datos preliminares, analizados hace apenas dos semanas y que serán presentados próximamente a una revista científica, muestran una cantidad de fósforo mucho más acorde con los valores medios hallados en el gas y polvo interestelar de la Vía Láctea. Una miseria en comparación con la abundancia de ese elemento en Cassiopea A.
La conclusión, tal y como explicó Cigan a Live Science, es que «tener fósforo en abundancia en todas partes, listo para su cosecha, es algo que no está en absoluto garantizado. Parece más bien que la suerte juega aquí un papel más importante».
Cuestión de tamaño
Para los investigadores, es posible que una parte de esa suerte esté relacionada con el tamaño de la estrella que explota. La estrella que creó Cassiopea A, en efecto tiene aproximadamente el doble de masa de la que formó la Nebulosa del Cangrejo. Es decir, que una estrella más grande podría ser capaz de generar en su interior más reacciones nucleares capaces de crear fósforo.
Si esta variabilidad en la producción de fósforo se produce a lo largo de toda la galaxia, el hecho iría unido a la probabilidad de que se desarrolle, o no, vida en otros planetas. Incluso si un mundo lejano reuniera todas las demás condiciones necesarias para la habitabilidad, podría no haber vida en él por el solo hecho de haberse formado en un lugar donde el fósforo era demasiado escaso.
Los propios investigadores, sin embargo, advierten de que sus observaciones son aún preliminares. De hecho, solo lograron medir algunas partes de la Nebulosa del Cangrejo antes de que el cielo se nublara y una tormenta de nieve arruinara el resto de su tiempo de observación con el telescopio. Aún así, asegura Cigan, los datos recogidos muestran una cantidad significativamente menor de fósforo que el hallado en Cassiopea A.
Por eso, los astrónomos han solicitado más tiempo de observación con el Herschel para tener la ocasión de estudiar toda la nebulosa. Más adelante, Graves y Cigan necesitarán medir la cantidad de fósforo en otros restos de supernova en otros lugares del Universo. En palabras de Cigan, «queremos ver cómo el fósforo se extiende desde los restos de una supernova y se deposita en el medio interestelar. Esa es la clave».
Una clave en la que podría estar la respuesta a la célebre pregunta de Stephen Hawking.
Fuente: ABC