El planeta Mercurio pudo haber estado cubierto por una costra de grafito, el mismo material que se utiliza para hacer las minas de lápiz.
Y eso explicaría por qué gran parte de la superficie del planeta más recóndito es oscura, algo que ha sido el quebradero de cabeza de científicos.
El año pasado anunciaron que esa tonalidad siniestra se debía al polvo de carbono de cometas que pasan cerca de él.
Pero ahora los investigadores que analizan los datos de la nave Messenger, lanzada por la NASA en 2011, consideran que este misterioso agente oscuro es -en efecto- carbono, pero en la forma de grafito.
Y este material no viene de los cometas, sino que se trata de los restos de una primera costra del planeta, que más tarde fue cubierta por actividad volcánica.
Patrick Peplowski y sus colegas del laboratorio de física aplicada de la universidad Johns Hopkins, en Maryland, Estados Unidos, analizaron medidas de las partes más oscuras de la superficie que el Messenger tomó hacia el final de su misión.
Según los expertos, esta asociación es consistente con el oscuro material que viene de las profundidades del planeta que quedan expuestas tras el impacto de rocas espaciales.
Como la Luna de la Tierra y otros planetas rocosos, es probable que Mercurio haya tenido un océano de magma cuando era un planeta joven y la superficie era muy caliente.
«En la medida que este océano de magma se enfrió y los minerales empezaron a cristalizarse», explicó la experta Rachel Klima, quien también es de la Johns Hopkins.
«Todos minerales solidificados se habrían hundido, menos el grafito, que habría sido abundante y se habría acumulado como la corteza original de Mercurio».
Pero esta capa original quedó tapada por procesos volcánicos y geológicos que se produjeron más tarde.
Parte de este material rico en carbono se habría mezclado después con las rocas suprayacentes para causar el oscurecimiento global de la superficie de Mercurio.
«Si realmente hemos identificado lo que queda de la corteza original de Mercurio, entonces entender sus propiedades significa que podemos comprender su historia más antigua», señaló Patrick Peplowski.
El estudio fue publicado en la revista Nature Geoscience.
Fuente: BBC