Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia

Por Alberto Anunziato 

Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia
Traducción de párrafos de “Nuncius Sidereus”.

 

Retrato de Galileo

En “Sidereus Nuncius”, obra publicada en marzo de 1610, Galileo narra las primeras observaciones astronómicas con telescopio de la historia (en cuanto sabemos). A una distancia de cuatro siglos vemos como el simple acto de elevar a los cielos su telescopio marcó el triunfo del paradigma científico contemporáneo.

Por Alberto Anunziato 

Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia
Traducción de párrafos de “Nuncius Sidereus”.

 

Retrato de Galileo

En “Sidereus Nuncius”, obra publicada en marzo de 1610, Galileo narra las primeras observaciones astronómicas con telescopio de la historia (en cuanto sabemos). A una distancia de cuatro siglos vemos como el simple acto de elevar a los cielos su telescopio marcó el triunfo del paradigma científico contemporáneo.

 

Nuncius Sidereus

Recordemos que la concepción ptolemaica del universo (un paradigma que comprendía numerosas teorías hermanadas por considerar a la Tierra el centro del Universo) era un sistema que poseía una gran economía conceptual, al punto que hoy la navegación y la topografía todavía usan modelos basados en ella, además de apoyarse en el sentido común que muestra a las estrellas girando como una gigantesca cúpula cada noche. El sistema tenía una gran debilidad: el movimiento retrógrado de los planetas, que originó una serie de complicadas teorías auxiliares para explicarlos. Fue lo confuso del sistema y las discrepancias con los datos observables lo que lleva a Copérnico a poner en duda el modelo, pero solo en lo que al movimiento de la Tierra se refiere: gira alrededor del Sol (centro del Universo) como los otros planetas. Pero la obra de Copérnico pasó desapercibida fuera del ámbito astronómico. Será el telescopio el que sacudirá las creencias fundamentales del hombre y ayudará a definir la cosmovisión reinante. Y eso es lo que narra, nada menos, el libro cuyos párrafos presentamos.
Galileo comienza su libro dedicándolo a Cosme II, Gran Duque de Toscana, y afirmando que el descubrimiento principal que contiene la obra (los satélites de Júpiter) es una confirmación astrológica de la grandeza dinástica de los Medici, no siendo casual que los haya observado poco después de su ascenso al trono. Galileo llama a los cuatro satélites Astros Mediceos, y los mismos le valieron el mecenazgo del soberano (que nunca adhirió al copernicanismo), quién además se encargo de repartir telescopios por todas las cortes de Europa para que pudieran apreciarse “sus astros”. El “Sidereus Nuncius” (o “Mensajero Astral”) acompañaba a los telescopios como una especie de manual introductorio, completando el “presente empresarial”.
 
La obra comienza por nombrar los descubrimientos realizados con su telescopio (o como primeramente fue llamado por Galileo “perspicillum”, del latín “perspicio”, algo así como mirar con cuidado y detenimiento) y cómo fue su génesis: 

“Bellísimo y milagrosamente placentero es ver el cuerpo de la Luna, que dista de nosotros una distancia casi equivalentes a 60 radios terrestres, tan cercano como si distase solo dos radios, agrandando el diámetro mismo de la Luna casi 30 veces, su superficie casi 900, el volumen casi 27.000 veces más grande que cuando se observa a ojo desnudo. Gracias a esta experiencia cualquiera puede comprender que la Luna no posee una superficie lisa y pulida sino escabrosa y desigual y, como la de la Tierra, llena de grandes elevaciones, profundas cavidades y desfiladeros. Además no me parece poca cosa el haber terminado con las controversias en torno a la Galaxia, o Vía Láctea, y haber hecho patente su naturaleza tanto a los sentidos como al intelecto, así como es grato y hermoso poder demostrar que la sustancia de los astros hasta ahora llamados nebulosas es totalmente distinta de cuanto hasta ahora se había creído. Pero lo que por mucho es lo más maravilloso (y nos obliga a informar a todos los astrónomos y filósofos) es el haber descubierto cuatro astros errantes, por nadie (antes que por nosotros) conocidos ni observados, que a semejanza de Venus y Mercurio alrededor del Sol, cumplen sus revoluciones alrededor de un astro conspicuo entre los conocidos, a veces precediéndolo, a veces siguiéndolo, pero sin adelantársele más allá de ciertos límites. Y todo esto fue descubierto y observado hace pocos días, con la ayuda de un telescopio que inventé después de haber recibido la iluminación de la gracia divina. Otras cosas más admirables, por mí quizás o por otros, se descubrirán en el futuro con la ayuda de este instrumento, sobre cuya forma y estructura, así como de la ocasión de su invención, daré una breve noticia antes de narrar la historia de las observaciones que realicé con él. Hará unos diez meses nos llegó la noticia de que un flamenco había construido un telescopio, por medio del cual los objetos visibles, aunque se encontraran muy distantes del observador, se veían en detalle como si estuvieran muy cerca. Sobre este admirable efecto corrían voces, algunos les daban fe, otros no. El asunto me fue confirmado pocos días después a través de una carta del noble francés llamado Iacopo Badovere, de París;  y ésta fue la causa de que me dedicase por completo a averiguar los medios para lograr la invención de un instrumento similar, lo que conseguí poco después, basándome en la teoría de las refracciones. Primero preparé un tubo de plomo en cuyos extremos apliqué dos lentes, ambas planas de un lado, mientras que una tenía el otro lado convexo y la otra lo tenía cóncavo. Puesto el ojo en la parte cóncava vi los objetos bastante grandes y próximos, tres veces más cercanos y nueve veces más grandes de como se ven a simple vista. Luego preparé un instrumento más exacto, que mostraba los objetos sesenta veces más grandes. Y finalmente, sin reparar en gastos y fatigas, llegué a construirme un instrumento tan excelente que los objetos vistos a través suyo aparecen casi mil veces más grandes y treinta veces más cercanos que a ojo desnudo. Sería completamente superfluo señalar cuantas y cuales son las ventajas de un instrumento semejante para las observaciones terrestres y marítimas. Pero dejadas de lado las terrestres, me dediqué a las especulaciones celestes, y primero vi la Luna tan cercana como si estuviese a una distancia de apenas dos radios terrestres. Después de esto, con increíble placer en el alma, observé muchas veces las estrellas, fijas y errantes; y como las vi tan nítidas, comencé a estudiar el modo de calcular sus distancias, y finalmente lo logré”.

 

Primer telescopio de Galileo

Primera conmoción: con base en Aristóteles, se consideraba que la región celeste era perfecta, la imperfección y el cambio se creían relegados a la región sub-lunar, a la Tierra. Veamos lo primero que los maravillados ojos de Galileo observaron:

“En primer lugar trataremos la cara de la Luna que podemos ver. Por razones de claridad, la dividí en dos partes, más clara una y más oscura la otra. La más clara parece circundar y llenar todo el hemisferio, la más oscura oscurece como una nube la misma faz de la Luna y la hace aparecer llena de manchas. De estas manchas, aunque oscuras y bastante amplias, visibles para cualquiera, siempre se tuvo noticia, por lo que las llamaremos grandes o antiguas, a diferencia de otras manchas menores por su amplitud, pero tan frecuentes que cubren toda la superficie luna, sobre todo la parte más luminosa, de las que fuimos los primeros en verlas. Por la continua observación de tales manchas llegamos a la conclusión de que la superficie de la Luna no es pulida, uniforme y completamente esférica, como un gran número de filósofos cree de ella y de otros cuerpos celestes, sino que es desigual, escabrosa y con muchas cavidades y elevaciones, una superficie no muy diversa de la de la Tierra, con cadenas de montañas y profundos valles”.

El descubrimiento de las manchas solares (realizado meses después de publicar el libro que traducimos) confirmará que el universo está en cambio perpetuo.
No debemos olvidar que antes de Galileo se pensaba que no había más estrellas que las observables a simple vista. Era un universo al servicio del hombre (¿para qué habría estrellas que no pudiéramos ver?), ahora el hombre se empequeñece frente al Universo:

“Digna de nota parece también la diferencia de aspecto entre el aspecto de los planetas y el de las estrellas fijas. Los planetas presentan sus globos exactamente redondos y definidos y, como pequeñas lunas luminosas, aparecen circulares. Las estrellas fijas, en cambio, no parecen tener un contorno circular sino que, centelleando siempre, presentan fulgores vibrantes alrededor de sus rayos. Presentan la misma figura a ojo desnudo que vistas con el telescopio, pero más grandes, observándose una estrella de quinta o sexta magnitud como si fuese la Canícula, la más grande de las estrellas fijas. Pero más allá de las estrellas de sexta magnitud se verá con el telescopio un increíble número de otras, invisibles a nuestra vista: de hecho se pueden ver más de estas que todas las comprendidas en las seis magnitudes completas, las mayores de las cuales (que podemos llamar de séptima magnitud o primera de las invisibles), con la ayuda del telescopio, aparecen más grandes y luminosas que las estrellas de segunda magnitud vistas a simple vista. Y para prueba de su número inimaginable quise acompañar los dibujos de dos constelaciones a fin que, con su ejemplo, el lector pueda imaginar las restantes. En el primero me había propuesto abarcar toda la constelación de Orión, pero el enorme número de estrellas y la falta de tiempo hicieron que dejara la empresa para otra ocasión. Sin embargo, existen diseminadas en torno a las estrellas conocidas, en el espacio de uno o dos grados, más de quinientas, por ello agregaremos a las tres estrellas conocidas del cinturón y a las seis de la espada otras 80 recientemente descubiertas:”
 

 

Lente del primer telescopio

Como pienzan colonizar Marte

 

Científicos mexicanos exportarán vida a Marte
Ese es el plan de un equipo que en Veracruz desde ya se prepara la colonización del planeta rojo en 2050.

Es el año 2050. Los seres humanos han colonizado el planeta Marte y viven en micro ciudades encapsuladas que los protegen de las caídas de meteoritos y tormentas de polvo.

Nosotros nos hemos convertido en los marcianos que habitan el planeta rojo, un segundo hogar como alternativa a la Tierra, tras un proceso de colonización espacial que alguna vez fue iniciado por científicos mexicanos.

 

Científicos mexicanos exportarán vida a Marte
Ese es el plan de un equipo que en Veracruz desde ya se prepara la colonización del planeta rojo en 2050.

Es el año 2050. Los seres humanos han colonizado el planeta Marte y viven en micro ciudades encapsuladas que los protegen de las caídas de meteoritos y tormentas de polvo.

Nosotros nos hemos convertido en los marcianos que habitan el planeta rojo, un segundo hogar como alternativa a la Tierra, tras un proceso de colonización espacial que alguna vez fue iniciado por científicos mexicanos.

Por ahora la idea es una historia de ciencia ficción, pero como ocurre a menudo con ese género y en este mundo, parece ser la antesala del futuro.

Actualmente un proyecto de investigación financiado por la Agencia Espacial Estadounidense, NASA, y la Universidad Autónoma de México, UNAM, entre otras instituciones, está dirigido a la colonización de Marte en las próximas décadas.

Los investigadores estiman que el hombre llegará a la superficie de Marte en el año 2030 y que los humanos estarán habitando el planeta bajo condiciones experimentales dos décadas después.

"Ahora podemos exportar vida fuera de nuestro planeta", dijo Rafael Navarro González, científico del Instituto de Ciencia Nucleares de la UNAM y presidente de la Sociedad Mexicana de Astrobiología, en conversación con BBC Mundo.

Navarro se encuentra esta semana en Viena, ciudad a la que viajó para recibir la medalla "Alexander Von Humboldt", un galardón que se entrega a científicos de países en vías de desarrollo que se han destacado en las ciencias planetarias.

La colonización del espacio

"Conocíamos los viajes espaciales como parte de misiones científicas. Hoy se ha desarrollado el turismo espacial, pero muy pronto surgirá el interés económico por explotar los minerales que existen en la Luna y en Marte", señaló el científico.

El equipo en el que trabaja Navarro está desarrollando experimentos en el Pico de Orizaba, una montaña ubicada en la ciudad de Veracruz, donde crecen pinos a 4.100 metros de altura.

En este lugar los investigadores intentan descubrir cuáles son las condiciones óptimas para que ciertas especies vegetales puedan vivir en Marte.

Estos son los primeros pasos de una línea de investigación que se va a desarrollar en distintas fases.

Calentar el planeta

En Marte hace mucho frío. Las temperaturas llegan a menos 55 centígrados, razón por la cual el agua que existe en el planeta está constantemente congelada.

Es por ello, según Navarro, que la primera etapa del proceso de "terraformación" de Marte es aumentar su temperatura.

Para eso, el equipo de investigadores ha decidido que la mejor opción consiste en producir ciertos gases responsables de generar el "efecto invernadero", el mismo que aquí en la Tierra está provocando el cambio climático.

La idea es que esos gases generen un aumento de la temperatura que permita llegar a 0 en algunas zonas del planeta, convirtiendo a la superficie marciana en un lugar más habitable para organismos terrícolas.

Aire para respirar

Logrado ese objetivo, el paso siguiente es la exportación de bacterias que sean capaces de hacer fotosíntesis y liberar oxígeno a la atmósfera marciana, que está constituida en más de un 95% por dióxido de carbono.

Si la creación de oxígeno por parte de bacterias da resultados, entonces se generarían las condiciones necesarias para la introducción de árboles, animales y posteriormente seres humanos.

Pero todo este proceso podría demorar cientos de años antes de que los seres humanos puedan caminar libremente por la superficie marciana en una atmósfera respirable. Si es que algún día lo llegan a hacer.

Por ahora los investigadores apuntan a crear pequeños asentamientos encapsulados que podrían llegar a convertirse en las primeras experiencias de habitabilidad en Marte.

Sin embargo, los experimentos están en una fase preliminar que podría sufrir transformaciones en los próximos años, especialmente luego que el hombre llegue a Marte en 2030, fecha definida por la NASA como el momento para el inicio de esta nueva colonización del espacio.

Por lo pronto, lo concreto es que este equipo de científicos mexicanos está dedicando gran parte de sus esfuerzos a lograr que en el Pico de Orizaba los pinos sobrevivan en zonas todavía más altas que los 4.100 metros, algo que les permitiría dar un pequeño paso en la gigantesca aventura de exportar vida a Marte.

BBC Mundo.com

Buscan planetas como la Tierra

 

Washington, 16 abr (EFE).- La misión Kepler de la NASA ha captado las primeras imágenes de una región del Universo donde iniciará la búsqueda de planetas similares a la Tierra, informó hoy el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL).

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Añadió que las imágenes captadas por la cámara de la cápsula corresponden a un sector de la región de Cygnus-Lyra en la galaxia de la Vía Láctea con millones de estrellas y a unos 13.000 años luz de la Tierra.

"Esta primera mirada de Kepler al cielo es asombrosa. Poder ver millones de estrellas en una sola fotografía es alucinante", dijo Lia LaPiana, directora del programa de Kepler en Washington.

Según un comunicado de JPL, una dependencia de la agencia espacial estadounidense, una de las imágenes contiene 14 millones de estrellas, 100.000 de las cuales podrían ser candidatas en la búsqueda de un planeta que sea similar a la Tierra.

 

Washington, 16 abr (EFE).- La misión Kepler de la NASA ha captado las primeras imágenes de una región del Universo donde iniciará la búsqueda de planetas similares a la Tierra, informó hoy el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL).

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Añadió que las imágenes captadas por la cámara de la cápsula corresponden a un sector de la región de Cygnus-Lyra en la galaxia de la Vía Láctea con millones de estrellas y a unos 13.000 años luz de la Tierra.

"Esta primera mirada de Kepler al cielo es asombrosa. Poder ver millones de estrellas en una sola fotografía es alucinante", dijo Lia LaPiana, directora del programa de Kepler en Washington.

Según un comunicado de JPL, una dependencia de la agencia espacial estadounidense, una de las imágenes contiene 14 millones de estrellas, 100.000 de las cuales podrían ser candidatas en la búsqueda de un planeta que sea similar a la Tierra.

"Por primera vez podremos observar planetas del tamaño de la Tierra que se hallen en zonas "habitables" en torno a estrellas como nuestro Sol", indicó William Borucki, investigador de la misión Kepler en el Centro Ames de Investigaciones de la NASA.

Durante los próximos tres años y medio la sonda examinará 100.000 estrellas previamente seleccionadas en busca de planetas que la orbiten.

De acuerdo con el comunicado de JPL, es probable que durante esa misión se encuentre una gran variedad de mundos que van desde los gaseosos y enormes a los pequeños y rocosos, como la Tierra.

El objetivo es determinar si al menos uno de ellos se encuentra en la zona habitable, es decir con temperaturas que permitan la existencia de lagos y océanos.

Para ello, Kepler cuenta con una cámara de 95 megapixels que podrá detectar cambios en el brillo en una estrella de sólo 20 partes por millón.

"Todo lo de Kepler se ha optimizado para encontrar planetas como la Tierra", indicó James Fanson, director del proyecto en JPL.

"Nuestras imágenes son como mapas camineros que nos permitirán, en unos años, apuntar hacia una estrella y decir: allí hay un mundo como el nuestro".

Aumento en el nivel de los mares

Una embarcación navega sobre el hielo derretido en el fiordo Ilulissat, el 28 de agosto de 2008, en la costa oeste de Groenlandia. La variación del nivel de los océanos en el último periodo interglaciar antes de nuestra era muestra que la subida de las aguas pudo alcanzar hasta tres metros en algunas décadas debido a la desaparición de los casquetes polares, según un estudio publicado el 16 de abril de 2009 en la revista científica Nature.

La variación del nivel de los océanos en el último periodo interglaciar (hace 120.000 años) muestra que las aguas pudieron subir hasta tres metros por la desaparición de los casquetes polares, según un estudio publicado este jueves en la revista científica Nature, el cual advierte de que eso podría ocurrir de nuevo a lo largo del presente siglo.

"Es una posibilidad real para los próximos 100 años", indicó a la AFP el principal autor de ese estudio, Paul Blanchon, geofísico de la Universidad Nacional de México. Los casquetes polares más importantes del mundo recubren la Antártida y Groenlandia.

En 2007, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU apostaba a una subida de 59 centímetros como máximo en el nivel del mar antes del año 2100, sin tomar en cuenta la expansión natural del volumen de las aguas oceánicas debidas a su calentamiento, sin integrar el derretimiento de los hielos de Groenlandia.

Incluso esa subida relativamente pequeña acarrearía graves consecuencias para los pequeños países insulares y en los grandes deltas, en especial en Asia. Pero una subida rápida de tres metros de la superficie de los océanos amenazaría decenas de megaciudades como Shanghai, Calcuta, Nueva Orleans, Miami o Nueva York.

"Los científicos tenían tendencia a pensar que el nivel de los mares había alcanzado su nivel máximo durante el periodo interglaciar, muy progresivamente, en varios milenios y lo que decimos hoy es que no, que no ha ocurrido así", precisó Blanchon. Las pruebas de un subida rápida de las aguas fueron descubiertas casi por accidente en la península mexicana de Yucatán durante las obras de un parque temático.

Una embarcación navega sobre el hielo derretido en el fiordo Ilulissat, el 28 de agosto de 2008, en la costa oeste de Groenlandia. La variación del nivel de los océanos en el último periodo interglaciar antes de nuestra era muestra que la subida de las aguas pudo alcanzar hasta tres metros en algunas décadas debido a la desaparición de los casquetes polares, según un estudio publicado el 16 de abril de 2009 en la revista científica Nature.

La variación del nivel de los océanos en el último periodo interglaciar (hace 120.000 años) muestra que las aguas pudieron subir hasta tres metros por la desaparición de los casquetes polares, según un estudio publicado este jueves en la revista científica Nature, el cual advierte de que eso podría ocurrir de nuevo a lo largo del presente siglo.

"Es una posibilidad real para los próximos 100 años", indicó a la AFP el principal autor de ese estudio, Paul Blanchon, geofísico de la Universidad Nacional de México. Los casquetes polares más importantes del mundo recubren la Antártida y Groenlandia.

En 2007, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU apostaba a una subida de 59 centímetros como máximo en el nivel del mar antes del año 2100, sin tomar en cuenta la expansión natural del volumen de las aguas oceánicas debidas a su calentamiento, sin integrar el derretimiento de los hielos de Groenlandia.

Incluso esa subida relativamente pequeña acarrearía graves consecuencias para los pequeños países insulares y en los grandes deltas, en especial en Asia. Pero una subida rápida de tres metros de la superficie de los océanos amenazaría decenas de megaciudades como Shanghai, Calcuta, Nueva Orleans, Miami o Nueva York.

"Los científicos tenían tendencia a pensar que el nivel de los mares había alcanzado su nivel máximo durante el periodo interglaciar, muy progresivamente, en varios milenios y lo que decimos hoy es que no, que no ha ocurrido así", precisó Blanchon. Las pruebas de un subida rápida de las aguas fueron descubiertas casi por accidente en la península mexicana de Yucatán durante las obras de un parque temático.

Paul Blancon y tres compañeros del Instituto de Ciencias Marinas de Leibniz (Alemania), encontraron vestigios de arrecifes de coral que les permitieron medir con gran precisión las fluctuaciones del nivel del mar. Valiéndose de las crestas de los arrecifes, los investigadores identificaron un alza brutal de los niveles marinos hace unos 121.000 años.

"Estamos hablando de un aumento de tres metros en 50 años", subrayó Blanchon. "Es la primera prueba de un cambio rápido del nivel del mar en esa época". Según él, solamente el derretimiento de los casquetes polares puede explicar una subida semejante. Y el último periodo interglaciar, cuando el nivel de los océanos era de seis metros más que hoy, fue más cálida que en la actualidad.

La península de Yucatán es una de las pocas regiones del mundo donde la ausencia de actividad sísmica desde hace varios cientos de miles de años permite medidas precisas sobre el nivel de los océanos. "Ahora, tenemos que continuar midiendo otras regiones de gran estabilidad como el oeste australiano", insistió Blanchon.

Con la rápida subida de las emisiones de gases de efecto invernadero debidas a las actividades humanas desde principios del siglo XX, los científicos temen que un incremento de las temperaturas mundiales de aquí a 2100, provoque una evolución similar y acelere la desintegración de las masas glaciares que ya es evidente.

La separación reciente de la inmensa placa glaciar de Wilkins, en la Antártida, no debería tener una consecuencia directa en el nivel de los mares pero podría acelerar el avance hacia el mar de los glaciares que la alimentan.

Observatorio: Gran concurrencia en Semana Santa

 

El público observando por los telescopios secundarios y binoculares del Observatorio

La Asociación Entrerriana de Astronomía (AEA), expresa su enorme satisfacción por la gran afluencia de público que colmo las instalaciones del Observatorio Astronómico de Oro Verde los días Viernes y Sábado de semana santa a partir de las 20 hs.

 

El público observando por los telescopios secundarios y binoculares del Observatorio

La Asociación Entrerriana de Astronomía (AEA), expresa su enorme satisfacción por la gran afluencia de público que colmo las instalaciones del Observatorio Astronómico de Oro Verde los días Viernes y Sábado de semana santa a partir de las 20 hs.

 

La familia observando las maravillas del cielo

De esta manera el público pudo disfrutar de dos noches totalmente despejadas y con temperatura agradable, donde se realizaron observaciones telescópicas de la Luna y del planeta saturno con sus satélites y anillos.

 

Gran concurrencia para disfrutar de las observaciones telescópicas

También la gente tuvo acceso a nuestra sala de muestras del Observatorio donde se pudieron apreciar los meteoritos que la AEA exhibe en sus vitrinas (entre los que se encuentran los fragmentos del meteorito caído en Colonia Berduc, Entre Ríos, hace un año),

 

Imágen panorámica del Observatorio y la gente

los restos de la estación orbital soviética Salyut 7 y diversas imágenes astronómicas, muchas de las cuales han sido captadas por el moderno instrumental con que cuenta el Observatorio de Oro Verde.

La gente mirando los meteoritos y las imágenes astronómicas

De esta manera, la AEA renueva la invitación al público para que siga concurriendo al Observatorio todos los días Sábados desde las 20 hasta las 23 hs. Siempre que no se encuentre el cielo nublado.

 

Miembros de la AEA responden a las preguntas de la gente

Las escuelas por su parte, pueden visitar el Observatorio en días y horarios a convenir.

 

Rolando, Juan Manuel, Milton, Silvia y Mariano recibieron a la gente

Por consultas, las vías de comunicación son las siguientes:
Teléfonos: 0343-4340229 y 4247119
Celulares: 0343-154173869 o 155207190
E-Mail:
observatorioaea@hotmail.com
 

 

El Observatorio de Oro Verde, un lugar que vale la pena visitar

Atte.

Mariano Andrés Meter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA