Por Mariano Andrés Peter
Las Pléyades en Tauro, uno de los cúmulos estelares más conocidos
"Tengo… una terrible necesidad… ¿diré la palabra?… de religión. Entonces salgo por la noche y pinto las estrellas".
Vincent van Gogh
De todos los objetos de espacio profundo, las estrellas son las más notorias ya que por la luminosidad que poseen, al menos las más cercanas y brillantes, son claramente visibles aún desde las grandes e iluminadas ciudades.
Los antiguos también las observaron y estudiaron, de ello dependía la elaboración de los respectivos calendarios que marcaban las temporadas de siembra y cosecha. Las estrellas fueron también veneradas como dioses, ya sea en forma individual (como la estrella Sirio) o agrupadas en patrones que hoy conocemos como constelaciones (Orión es un buen ejemplo).
Las enanas rojas son pequeñas estrellas frías que emiten un resplandor rojizo y muy débil. Consumen tan lentamente su combustible nuclear que pueden durar por varios cientos de miles de millones de años. Próxima Centauri pertenece a este grupo de estrellas.
Con casi el mismo tamaño que Júpiter, las enanas pardas son objetos gaseosos cuasi estelares, no emiten luz porque carecen de la masa suficiente como para realizar la fusión nuclear. Se las considera estrellas fallidas y están emparentadas con los grandes planetas gaseosos.
Orión, el cazador, es una de las contelaciones más conocidas
Finalmente están las enanas blancas como Sirio B. Estas estrellas calientes son del tamaño de la Tierra y se forman a partir de los remanentes de estrellas como el Sol.
De esta manera el color, la temperatura y la edad de una estrella se relacionan estrechamente. El 90% de las estrellas se encuentra dentro de lo que se denomina la secuencia principal, es decir, el estadio en el que las estrellas pasan la mayor parte de sus vidas.
La secuencia principal es un diagrama compuesto de una estrecha banda en el que se ubican en un extremo las estrellas calientes y azules, en el medio las amarillas como el Sol y en el extremo opuesto, las rojas y frías.
La gigante azul Rigel comparada con el Sol
Por fuera de la secuencia principal, se encuentran las gigantes y súpergigantes rojas.
Las pequeñas enanas blancas también se ubican al margen de la secuencia principal.
Las distancias que separan a las estrellas son enormes, las más cercanas a nuestro sistema solar son las que componen el sistema estelar de Alfa Centauri a 4,3 años luz de nosotros.
Para calcular las distancias con las estrellas más cercanas se utiliza un procedimiento llamado paralaje trigonométrico, que es la medición del leve desplazamiento de una estrella cercana contra las estrellas de fondo más distantes que se produce cuando la Tierra gira alrededor del Sol. Cuanto más cercana es la estrella mayor será su desplazamiento.
Con las estrellas distantes, los astrónomos conocen las distancias calculando la diferencia entre las magnitudes aparente y absoluta.
Imágenes de un cúmulo globular y de un cúmulo abierto
La mayor parte de las estrellas de la galaxia tienen al menos una compañera con la que se encuentran unidas por la gravedad, estos son los sistemas estelares. Estrellas solitarias como nuestro Sol son relativamente escasas.
La luminosidad de algunas estrellas parece variar en períodos que pueden ser de minutos a años. Estas son las llamadas estrellas variables que pueden ser de tres tipos.
Las variables pulsantes son las que aumentan y disminuyen su brillo al dilatarse y contraerse rítmicamente sus capas exteriores.
Están también las variables cataclísmicas o eruptivas, que presentan grandes destellos súbitos de luminosidad. Muchas suelen ser novas.
Representación de una estrella variable
Por último encontramos a las variables eclipsantes, sistemas binarios en los que una estrella eclipsa a la otra al entrecruzarse sus órbitas.
Las estrellas pueden terminar sus días de tres formas distintas, dependiendo de la masa inicial que posean.
Estrellas comunes como el Sol se convierten en enenas blancas. Estrellas de diez a cincuenta veces la masa solar forman estrellas de neutrones que al girar varias veces por segundo sobre su eje, reciben el nombre de pulsares.
Y finalmente las estrellas supermasivas, de más de cincuenta veces la masa solar, generan agujeros negros.
Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA
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