El planeta enano Ceres, que durante mucho tiempo se creyó que era una roca espacial estéril, es un mundo oceánico con depósitos de agua de mar debajo de su superficie.
El planeta enano Ceres se muestra en estas representaciones de colores falsos, que resaltan las diferencias en los materiales de la superficie – NASA / JPL-CalTech / UCLA / MPS / DLR / IDA
Al principio de su descubrimiento se pensó que Ceres era en realidad un «simple» trozo de roca «atrapado» en el tiempo, congelado en el momento del principio de la creación del Sistema Solar. Con el tiempo, este mundo situado en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, se catalogó dentro de los planetas enanos -y el único más cercano que Neptuno- y como el asteroide más grande de nuestro vecindario cósmico. Y aún guardaba más secretos: la sonda espacial Dawn, de la NASA, se acercó tanto que descubrió en Ceres un mundo oceánico.
Todo comenzó a principios de 2015, incluso antes de que Dawn llegara a orbitar al planeta enano. La sonda registró puntos extraños y anormalmente brillantes en Occator, un cráter de impacto de 20 millones de años. Poco después, los científicos señalaron que estos parches luminosos fueron creados por carbonato de sodio, una especie de sal.
Esta sustancia se encuentra en la Tierra alrededor de respiraderos hidrotermales, en las profundidades del océano, donde el calor se filtra desde las grietas del fondo marino. Aunque están lejos de la luz del Sol, que permite la fotosíntesis de la que depende la mayor parte de la vida en nuestro planeta, estos respiraderos están llenos de seres orgánicos, una cadena alimentaria que depende de bacterias quimiosintéticas que aprovechan las reacciones químicas, en lugar de la luz solar, para generar energía. De hecho, las científicos creen que microorganismos de este tipo podrían sobrevivir en algunos ambientes en otros planetas y podrían ser la clave para hallar vida fuera de la Tierra.
Agua estable en la superficie
Pero la fuente del carbonato de sodio de Ceres sigue siendo un tema de debate. En 2016 se presentaron hasta seis estudios simultáneos que presentaban pruebas de la presencia de criovolcanes, agua helada y estable en superficie y extrañas partículas cargadas originadas por el viento solar en Ceres. Por ello, ¿acaso provenía esta suerte de sal extraterrestre del hielo del subsuelo que se derritió con el calor del impacto de Occator, solo para volver a congelarse más tarde? ¿O había una capa de salmuera profunda en el momento del impacto que se filtró a la superficie, lo que sugiere que el interior de Ceres estaba más caliente de lo que pensábamos? ¿Y esa salmuera podría seguir ahí?
Ahora una nueva tanda de artículos publicados en varias revistas de «Nature» creen haber hallado la respuesta a las dos últimas preguntas: un rontundo «sí».
La vertiginosa caída de Down
El primero de los artículos, publicado en « Nature Astronomy», se basa en los datos analizados se recopilaron en la fase final de la misión Dawn. Al quedarse sin combustible, la nave espacial descendió en picado a una altitud de poco menos de 35 kilómetros, recopilando datos con una resolución espectacular: 10 veces más alta que la misión principal, además de un enfoque particular en el cráter Occator.
Con esta resolución, Dawn pudo registrar variaciones de gravedad en el cráter que, combinadas con el modelado térmico, sugieren variaciones de densidad consistentes con un depósito profundo de salmuera debajo del cráter. Este depósito podría haber sido movilizado por el calor y la fractura que resultó del impacto, hizo que brotara hacia arriba y hacia afuera para crear los depósitos de sal que vemos hoy.
«Además encontramos que las grietas tectónicas preexistentes pueden proporcionar vías para que las salmueras profundas migren dentro de la corteza, extendiendo las regiones afectadas por los impactos y creando heterogeneidad en la composición», escriben los autores.
Actividad geológica reciente y la hidrohalita
Un segundo estudio, publicado en la misma revista, encontró que la corteza de Ceres es bastante porosa, pero que esta característica disminuye con la profundidad, posiblemente a medida que la roca se mezcla con la sal. Aunque el cráter tiene alrededor de 20 millones de años, hay evidencia que sugiere que las sales en la parte superior son mucho, mucho más jóvenes. Las imágenes de alta resolución indican que los volcanes de hielo de Ceres podrían haber estado activos tan recientemente como hace 2 millones de años, milenios después de que el calor del impacto se hubiera disipado, lo que indica una fuente profunda de salmuera.
Y esto está respaldado por un descubrimiento sorpresa: la presencia de hidrohalita, un mineral común en el hielo marino en la Tierra, pero que nunca se había encontrado fuera de aquí. La espectrometría reveló esta forma hidratada de cloruro de sodio en la parte superior de la cúpula de Cerealia Facula, el lugar más brillante en el cráter Occator. Lo curioso de este mineral es que requiere humedad y se deshidrata con bastante rapidez; según los cálculos del equipo, en decenas a cientos de años. Esto sugiere que debe haber emanado desde el interior de Ceres hace muy poco tiempo.
Distintas teorías
Pero la deposición de diferentes sales en la superficie tiene otra implicación: podrían provenir de diferentes fuentes. En primera instancia, el calor del impacto derritió un montón de hielo, que fluyó y alteró el terreno dentro del cráter, depositando sales en Cerealia y Pasola Faculae. Luego, más lentamente, la salmuera de un depósito más profundo se abrió camino hacia la superficie, contribuyendo aumentar a Cerealia y Pasola, y creando Vinalia Faculae, un cepósito más pequeño en el suelo del cráter.
Así, Ceres es mucho más extraño y complejo de lo que sabíamos, uniéndose a las lunas como Europa, Ganímedes, Calisto, Encelado, Titán y Mimas, y el planeta enano Plutón, como potenciales mundos oceánicos. Pero cómo se formó Ceres y de dónde vino son aún misterios. Ahora, podemos agregar el enigma de cómo retiene suficiente calor para soportar un depósito subterráneo o un océano.
Fuente: ABC