Ida, el primer asteroide descubierto que posee un satélite natural llamado Dactyl
Anoche, mientras todos los astrónomos de todo el mundo realizaban meticulosos ensayos con sus equipos para perseguir hoy al asteroide 2012 DA14, descubierto por el granadino observatorio de La Sagra, otro viajero espacial se nos acercaba por la espalda y nos pillaba desprevenidos, hiriendo a cientos de personas cerca de los Urales, en Rusia. No es extraño, si atendemos a las cifras: se calcula que hay más de medio millón de asteroides como estos surcando nuestra órbita, de los que se han catalogado 9.600. Son los denominados NEO (objetos próximos a la Tierra, por sus siglas en inglés), de los que habríamos descubierto en torno al 1%. De los conocidos, apenas 362 se consideran probabilísticamente peligrosos, aunque sea de forma remota, según la Agencia Espacial Europea (ESA). Recientemente, la NASA hizo una especie de recuento: existirían unos 4.700 asteroides peligrosos por ser mayores de 100 metros de diámetro, de los que tenemos localizados al 20%-30%. De alertar de su llegada se dedican, en la medida de sus posibilidades, organismos relativamente recientes creados por la NASA y la ESA. Pero también miles de aficionados que pasan las noches mirando al cielo, a través de sus portátiles, para alertar de sus peligros.
Algo así sucedió en las primeras horas del 23 de febrero del año pasado, cuando el equipo de Jaime Nomen, del Observatorio Astronómico de Mallorca (OAM), detectó un objeto desconocido que sería catalogado como el asteroide 2012 DA14 y cuya órbita le convierte en un potencial peligro para los habitantes de la Tierra. Esta noche, ese asteroide peinará el flequillo de nuestro planeta, acercándose hasta unos 27.700 kilómetros sobre Indonesia, mucho más cerca que nuestros satélites geoestacionarios artificiales, que orbitan 35.000 kilómetros por encima del ecuador. Nunca antes de había calculado el paso de un objeto de este tamaño tan cerca… sin golpearnos. Desde La Sagra ya han detectado 64 objetos y ocho cometas.
Ida, el primer asteroide descubierto que posee un satélite natural llamado Dactyl
Anoche, mientras todos los astrónomos de todo el mundo realizaban meticulosos ensayos con sus equipos para perseguir hoy al asteroide 2012 DA14, descubierto por el granadino observatorio de La Sagra, otro viajero espacial se nos acercaba por la espalda y nos pillaba desprevenidos, hiriendo a cientos de personas cerca de los Urales, en Rusia. No es extraño, si atendemos a las cifras: se calcula que hay más de medio millón de asteroides como estos surcando nuestra órbita, de los que se han catalogado 9.600. Son los denominados NEO (objetos próximos a la Tierra, por sus siglas en inglés), de los que habríamos descubierto en torno al 1%. De los conocidos, apenas 362 se consideran probabilísticamente peligrosos, aunque sea de forma remota, según la Agencia Espacial Europea (ESA). Recientemente, la NASA hizo una especie de recuento: existirían unos 4.700 asteroides peligrosos por ser mayores de 100 metros de diámetro, de los que tenemos localizados al 20%-30%. De alertar de su llegada se dedican, en la medida de sus posibilidades, organismos relativamente recientes creados por la NASA y la ESA. Pero también miles de aficionados que pasan las noches mirando al cielo, a través de sus portátiles, para alertar de sus peligros.
Algo así sucedió en las primeras horas del 23 de febrero del año pasado, cuando el equipo de Jaime Nomen, del Observatorio Astronómico de Mallorca (OAM), detectó un objeto desconocido que sería catalogado como el asteroide 2012 DA14 y cuya órbita le convierte en un potencial peligro para los habitantes de la Tierra. Esta noche, ese asteroide peinará el flequillo de nuestro planeta, acercándose hasta unos 27.700 kilómetros sobre Indonesia, mucho más cerca que nuestros satélites geoestacionarios artificiales, que orbitan 35.000 kilómetros por encima del ecuador. Nunca antes de había calculado el paso de un objeto de este tamaño tan cerca… sin golpearnos. Desde La Sagra ya han detectado 64 objetos y ocho cometas.
Cometa desplegando su típica cauda o cola
“Lo nuestro no es astrofísica”, aclaraba el jueves Nomen, camino de La Sagra, desde donde capturaron al 2012 DA14. “Nosotros nos dedicamos estrictamente a la detección de objetos: sobre todo es trabajo informático, de tratamiento de imágenes, de programación”, apunta. El caso de Nomen resume perfectamente la profesionalización a la que llegan estos aficionados. Odontólogo de formación, tan solo mira muelas una vez por semana. El resto del tiempo lo dedica a los asteroides gracias a las ayudas que recibe de distintos organismos públicos. “La ESA (Agencia Espacial Europea) nos viene financiando… Bueno, nos financia porque hemos ganado proyectos para ellos, no es que nos dé el dinero porque sí”, aclara Nomen. Además, cuentan con apoyo económico del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) y 5.770 euros de la Sociedad Planetaria -que fundara Carl Sagan- para comprar instrumental.
El caso de Nomen y el resto del equipo de La Sagra es un ejemplo perfecto de la importancia de estos aficionados, que se esfuerzan en alcanzar niveles de profesionalidad dignos de los grupos más punteros del mundo para vigilar los cielos por nosotros. Buena parte de ellos miran al firmamento desde España, cuyos equipos registran buena parte de estos objetos peligrosos, solo por detrás de EEUU. La Sagra y el Observatorio del Teide son dos de los mejores puntos de Europa para tratar de dar con un NEO. Pero dependen de los dineros públicos y los recortes les pueden perjudicar gravemente: “Sin las ayudas sería imposible. Ya en la actualidad vamos al límite, hace falta un hardware muy potente para ser competitivos”, explica Nomen, preocupado porque “sin duda alguna”, la reducción de la aportación española a la ESA va a reducir el retorno hacia proyectos como el suyo.
Imágen de la superficie del asteroide Lutetia
Problemas de financiación
El problema de la financiación ha provocado que desde hace unos años se haya frenado la aportación de los amateurs, que vivieron su mayor esplendor en torno a 2008. Desde ese año, se disparó el hallazgo de objetos más pequeños y menos brillantes, y los modestos equipos de los aficionados empezaron a quedar en evidencia. Mientras que los astrónomos aficionados cada vez pesan más en otros campos de la investigación, como la búsqueda de exoplanetas, la competencia y la importancia de los materiales ha provocado que cada vez sean menos los que colaboran en su sector, como reconoce Nomen. Estar en la vanguardia de los descubrimientos, como ellos, es muy caro. La mayoría se dedica a labores de seguimiento o follow-up, como lo denominan ellos, un campo en el que la aportación de los astrónomos no profesionales es decisiva.
Así lo confirma Ed Beshore, responsable del Catalina Sky Survey, el proyecto que lidera mundialmente la detección de estos asteroides: “La observación de objetos recién descubiertos para refinar las órbitas es muy importante. Hasta 2008, los grupos profesionales dependían mucho de los aficionados para el seguimiento de NEOs recién descubiertos. En Catalina, alrededor del 80% de los trabajos de seguimiento dependían de ellos”, asegura Beshore. Una vez cazado el objeto es importante seguir observando su viaje para ayudar a calcular su velocidad de rotación, su forma y demás información que terminarán por definir su trayectoria.
Estela dejada por un bólido
La importancia de seguir la trayectoria
Porque buena parte de estos asteroides regresan, ya que siguen órbitas que en ocasiones se asemejan demasiado a la de la Tierra. El 2012 DA14, por ejemplo, da una vuelta al Sol en 366,2 días. Determinar que no volverá a cruzarse con nosotros, o que no lo hará hasta dentro de tres décadas (como es el caso), es fundamental. Por ello, estos objetos se catalogan en distintas categorías, según lo prioritaria que sea su observación. En la actualidad, no hay ninguno catalogado como Urgente y solo dos como Necesario.
Beshore explica que nunca como ahora la NASA ha puesto tanto dinero encima de la mesa para buscar estos objetos potencialmente peligrosos: 20 millones de dólares. Sin embargo, la competencia es feroz y solo el 30%-40% de los aspirantes logra pegarle un bocado al pastel, según sus cálculos. Ahí es donde La Sagra se mantiene peleón, ya que forma parte destacada del proyecto vigilancia de objetos espaciales de la ESA (SSA).
Tutatis, un asteroide de 400 mts. de diámetro que amenaza con impactar en el futuro
El responsable del programa para objetos peligrosos para la tierra, Detlef Koschny, se encarga de coordinar el trabajo de los grupos de aficionados. Insiste en que su trabajo es “muy importante” para el seguimiento de los asteroides, para que “ no se pierdan de nuevo debido a incertidumbres en sus órbitas”. Desde su programa financian tanto a La Sagra en Granada como el equipo de voluntarios del Observatorio del Teide (TOTAS) de Tenerife, un grupo internacional de aficionados a la caza de potenciales meteoritos que ya ha dado sus primeras alegrías. A ellos se ha sumado hace poco el telescopio británico Faulkes, que promete disparar el ratio europeo de descubrimiento de amenazas.
Koschny resalta que los aficionados están haciendo grandes aportaciones en el apartado de la programación. En este campo, se trata de una labor fundamental porque ayuda a los expertos a filtrar al máximo la detección de rocas voladoras desconocidas, eliminando ruido, asteroides conocidos, satélites artificiales y demás obstáculos. De hecho, en TOTAS colabora uno de los mejores, el alemán Matthias Busch, desarrollador de Astrometrica, un software fundamentar para dar con un NEO. Un simple aficionado premiado con el nombre de un asteroide, 7687 Matthias, por su importante contribución. “El software detecta objetos en movimiento. Sin embargo, no todos son asteroides y para distinguirlos hacen falta personas mirando esas imágenes en miniatura”, explica Koschny. “Compartir ese trabajo entre diez personas es, obviamente, diez veces más rápido que si lo hago solo. Definitivamente, necesitamos más ojos mirando el cielo”.
Fuente: Es Materia