Cuatro nuevos estudios revelan datos desconocidos sobre los siete planetas más prometedores para albergar vida.
En 2016, un equipo de investigadores capitaneado por el astrónomo Michael Gillon, de la Universidad belga de Lieja, descubrió tres planetas templados y rocosos, del mismo tamaño que la Tierra y alrededor de TRAPPIST-1, una pequeña enana roja ultrafría a solo 40 años luz de distancia. Pero apenas unos meses después, Gillon asombró al mundo con su descubrimiento de todo un sistema de siete planetas alrededor de esa misma estrella. Algunos de ellos, además, con agua y sorprendentemente parecidos al que nosotros habitamos.
Ahora, una serie de cuatro nuevos estudios arroja más luz sobre las propiedades del sistema solar de Trappist-1, y concluye que esos mundos son, hoy por hoy, nuestra mejor esperanza de encontrar vida más allá de la Tierra.
Los estudios, recién publicados en las revistas Nature Astronomy y Astronomy and Astrophysics, son el resultado del esfuerzo conjunto de varios equipos de investigadores para aportar la mayor cantidad posible de detalles sobre los siete mundos y las propiedades de su estrella anfitriona.
De hecho, el primero de los trabajos del equipo se centró en la pequeña TRAPPIST-1, mientras que el segundo trató de afinar al máximo las medidas de los radios de los siete planetas del sistema, así como de recoger la mayor cantidad de datos posibles sobre cada uno de ellos. El tercer estudio ofrece las mejores estimaciones que existen hasta ahora sobre las masas de esos mundos y el cuarto se centró en el análisis y la observación de sus atmósferas, un aspecto fundamental para determinar la posible existencia de vida.
Las cuatro investigaciones contaron con la colaboración del astrónomo Amaury Triaud, de la Universidad de Birmingham, quien explica que «tras descubrir este increíble sistema planetario, nuestro equipo estaba extremadamente ansioso por saber más acerca de TRAPPIST-1. Ahora, un año después, informamos de nuestros resultados. Gracias a nuestros esfuerzos, los planetas de TRAPPIST-1 se están convirtiendo en los mejor estudiados fuera del Sistema Solar».
Planetas rocosos con mucha agua
Los investigadores hallaron que los siete planetas están formados principalmente de roca, y que hasta un 5% de su masa es agua, una cantidad 250 veces superior a la que hay en la Tierra, donde la suma de todos los océanos apenas si representa un 0,02% de la masa total.
Además, cinco de los planetas carecen de una atmósfera hecha de hidrógeno y helio, como las de nuestros Neptuno y Urano, lo que refuerza la idea de que los siete mundos de TRAPPIST-1 son mucho más parecidos de lo que creíamos a los planetas rocosos del Sistema Solar.
En cuanto al agua, su cantidad depende de cuánto calor reciba cada planeta de su estrella, cuya masa es apenas un 9% de la del Sol. Los investigadores aseguran que los siete planetas son templados, lo que significa que bajo ciertas condiciones geológicas y atmosféricas, todos ellos permitirían la existencia de agua líquida en su superficie.
El trabajo de los científicos también precisa cuáles de estos planetas tienen más probabilidades de ser habitables. Por ahora, el más prometedor es TRAPPIST-1e, el cuarto de la estrella, aunque aún queda mucho por conocer sobre las condiciones de su superficie y sobre la composición de su atmósfera.
Muy parecidos al Sistema Solar
Para Triaud, «cuando combinamos nuestras nuevas masas con nuestras medidas mejoradas de los radios y nuestros nuevos conocimientos de la estrella, obtenemos densidades precisas para cada uno de los siete mundos y podemos llegar a tener información sobre su composición interna. Los siete planetas se parecen mucho a Mercurio, Venus, nuestra Luna y Marte».
Para Brice-Olivier Demory, de la Universidad de Berna y coautor del trabajo, «las densidades, aunque son pistas importantes sobre la composición de los planetas, no dicen nada sobre la habitabilidad. Sin embargo, nuestro estudio es un paso importante en el camino de saber si estos mundos serían capaces de dar soporte a la vida».
Además de estos estudios, el equipo utilizó el telescopio Espacial Hubble para observar los planetas a medida que éstos pasaban por delante de su estrella madre, tratando así de captar las diminutas señales que se producen cuando la luz de esos mundos pasa a través de sus atmósferas. Y lo que han averiguado, a pesar de que no ha sido posible caracterizar esas atmósferas con detalle, es que no se parecen en nada a las de nuestros planetas gaseosos, lo que supone una nueva razón para la esperanza. Futuras observaciones con el Telescopio Espacial James Webb, cien veces más potente que el Hubble y que será puesto en órbita en 2019, podrán determinar con detalle la composición de las atmósferas y buscar en ellas, directamente, signos de actividad biológica en la superficie.
Los planetas de TRAPPIST-1 (cuyo nombre deriva de las iniciales de Transiting Planets and Planetesimals Small Telescope, el instrumento que descubrió los dos primeros en 2016), están tan cerca unos de otros que un observador que se situara sobre cualquiera de ellos gozaría de una vista espectacular del cielo, con los mundos vecinos tan grandes como la Luna vista desde la Tierra.
Determinar con exactitud el aspecto de cada uno de estos prometedores mundos resulta difícil, aunque los datos actuales han permitido a los científicos hacer conjeturas.
Núcleos de roca o hierro
Así, es muy probable que TRAPPIST-1b, el planeta del sistema más próximo a su estrella, cuente con un núcleo rocoso, rodeado por una atmósfera mucho más espesa y gruesa que la de la Tierra. También TRAPPIST-1c sería rocoso, pero con una atmósfera más tenue. TRAPPIST-1d, por su parte, es el más ligero de los siete planetas, con solo un 30% de la masa de la Tierra. Los científicos no están seguros de si cuenta con una atmósfera, un gran océano global o si por el contrario está cubierto de hielo, aunque las tres posibilidades serían consistentes para un planeta con esa densidad.
La mayor sorpresa procede de TRAPPIST-1e, el único mundo del sistema ligeramente más denso que la Tierra, lo cual sugiere que podría tener un núcleo de hierro similar al de nuestro planeta de origen. Lo que es seguro es que, entre todos, es el planeta con más cantidad de rocas de todo el sistema. En términos de tamaño, densidad y cantidad de radiación que recibe de su sol, es el que más se parece a la Tierra.
En cuanto a TRAPPIST-1f, g y h, los tres están lo suficientemente lejos de la estrella anfitriona como para que el agua pueda congelarse en forma de hielo sobre sus superficies.
Fuente: ABC