El observatorio ALMA ya puede mirar al espacio con una nueva mirada. Este radiotelescopio, situado en el desierto de Atacama a 5.000 metros de altitud y compuesto por 66 antenas, puede desde hoy detectar la presencia de agua tanto en el Sistema Solar, como fuera de él. Con la instalación -recién anunciada- de unos nuevos receptores, ALMA ha abierto los ojos a señales procedentes del Universo para las que estaba ciego hasta ahora.Desde su inauguración en marzo de 2013, ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) ha conseguido fotografiar -entre otros muchos fenómenos- el nacimiento de un planeta o la fusión de galaxias. Sin embargo, hasta la fecha la detención de agua había sido imposible por la incapacidad de la red de telescopios para observar desde tierra un determinado rango del espectro electromagnético. Según el Observatorio Europeo Austral (ESO, por sus siglas en inglés) -un proyecto astronómico internacional compuesto por Europa, Norteamérica, Asia del Este y la República de Chile-, esta nueva funcionalidad es producto de la instalación de nuevos receptores, llamados de banda 5, que ampliarán las posibilidades de observación del cosmos. «Los nuevos receptores facilitarán la detección de agua en nuestro sistema solar y en regiones más distantes de nuestra galaxia, y mucho más allá. Además, permitirán a ALMA buscar carbono ionizado en el universo primordial», subraya Leonardo Testi, científico del programa Europeo de ALMA. Los propios gestores del Observatorio Europeo Austral no ocultan que la Banda 5 ya estaba en el diseño inicial y que no se pudo incluir inicialmente en la fase de construcción de ALMA por cuestión de costes. «Gracias a un proyecto de la Comisión Europea (FP7) Europa pudo ponerse a la cabeza en el desarrollo de las tecnologías necesarias para esta banda, ya que financió la producción de media docena de estos receptores. El proyecto, liderado por Europa -con importantes componentes fabricadas en España- y con una aportación importante de EEUU, está en plena producción y la primera luz obtenida confirma las buenas prestaciones de los receptores», asegura a este diario el astrónomo Xavier Barcons, que ostentará el cargo de director general de ESO a partir del próximo año 2017.»Gracias a esta aportación esencialmente europea, por fin vamos a poder observar una banda de frecuencias, en torno a los 183 gigahercios, que permanecía prácticamente inexplorada hasta la fecha», explica a este diario Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.»El agua de nuestra propia atmósfera es lo que impide este tipo de observaciones. Por eso hace falta realizarlas desde 5.000 metros de altitud, aprovechando que ALMA está ubicado en el observatorio más árido del mundo, donde la cantidad de vapor de agua atmosférico es insignificante», asegura Bachiller.Para Robert Laing, miembro del equipo en ESO, «es muy emocionante observar los primeros resultados de ALMA en banda 5 gracias al conjunto limitado de antenas. En el futuro, la alta sensibilidad y la resolución angular de ALMA nos permitirá llevar a cabo estudios futuros de agua en una gran variedad de objetos, entre los que se incluyen estrellas en formación, el medio interestelar y las regiones próximas a agujeros negros supermasivos». La gran novedad es que nunca se habían tenido observaciones de este tipo ni desde tierra ni desde el espacio. Es cierto que se habían intentado desde el observatorio del Pico Veleta, situado a más de 3.000 metros de altitud, pero la calidad de las mismas no tiene nada que ver con las obtenidas por ALMA. «Son observaciones verdaderamente únicas. Ni siquiera desde el espacio podrán llevarse a cabo estas observaciones que utilizan 66 grandes antenas pues resulta inviable poner tales antenas en órbita», dice Bachiller.»Me resulta fascinante pensar que, finalmente, vamos a poder explorar en detalle el contenido de agua en cometas, estrellas jóvenes y viejas, e incluso en otras galaxias. Las primeras observaciones de prueba son sensacionales y estoy muy impaciente por ver más resultados», reconoce el director del OAN. «La información que obtengamos sobre la ubicación del agua en el universo, y del papel que juega en los procesos astroquímicos, será de gran relevancia en el estudio de la posible emergencia de vida en diferentes contextos astrofísicos», afirma.
Fuente: El Mundo