El hallazgo de fosfina en Venus le sitúa como un objetivo importante junto a Marte y las lunas de los gigantes gaseosos.
El hallazgo de fosfina en la atmósfera de Venus ha situado a este planeta en el foco de atención para la búsqueda de vida extraterrestre. El motivo es que no se ha podido proponer ningún mecanismo geoquímico que pueda explicar el origen de esta molécula, por lo que se ha llegado a una interesante bifurcación: o la fosfina es producida por algún mecanismo geoquímico desconocido, o es creada por microorganismos, tal como ocurre en la Tierra.
A pesar de sus extremas condiciones, esto sitúa a Venus en la lista de mundos donde los científicos piensan que hay alguna posibilidad de encontrar vida similar a la terrestre. No obstante, los objetivos favoritos de la astrobiología siguen siendo el planeta rojo y las lunas heladas de Saturno y Júpiter. Es en estos mundos donde hay agua y otras condiciones aparentemente necesarias para el desarrollo de la vida, pero hay que recordar que el agua y las moléculas orgánicas están presentes en asteroides, cometas y mundos todavía más remotos, como Plutón.
Marte: la eterna promesa
De momento el objetivo prioritario para la búsqueda de vida extraterrestre en el sistema solar sigue siendo Marte. El planeta rojo, al que ahora mismo se dirigen tres misiones espaciales, es un mundo muy explorado donde se han detectado potentes indicios de agua líquida en el subsuelo y pequeñas concentraciones de metano, que fluctúan estacionalmente.
La presencia de este gas, que en la Tierra es generado por los seres vivos y por procesos geológicos, no tiene una fácil explicación. Dado que la radiación solar lo descompone, los científicos consideran que haberlo hallado sugiere que algún proceso geológico lo liberó recientemente o que «algo» lo está produciendo hoy en día. Ese «algo» podría ser vida microbiana protegida de la radiación en el subsuelo, donde habría agua líquida a su disposición.
En esta misma década, el rover Perseverance, que se posará en Marte en febrero de 2021, podrá buscar huellas de vida en Marte. Ya en unos diez años, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzarán una misión conjunta para traer muestras de Marte a la Tierra, que se podrán analizar con gran profundidad en busca de vida o de huellas de vida.
Los extraños océanos de las lunas heladas
El resto de objetivos de interés astrobiológico están más allá del cinturón de asteroides, en la órbita de Júpiter y Saturno. Uno de los más prometedores es Encélado, una luna de apenas 400 kilómetros en la órbita de Saturno que fue explorada en gran profundidad por la sonda Cassini, hace unos años.
Encélado está acorazado por una corteza helada, pero en su interior se esconde un océano de agua líquida mantenido por la influencia gravitacional de Saturno. Lo más interesante de este remoto lugar es que en el polo sur de Encélado hay plumas o géiseres de vapor de agua en los que se han detectado moléculas orgánicas. Aunque harán falta futuras misiones, estos rastros son un esperanzador indicio de que es posible que allí exista una química prebiótica, es decir, capaz de generar vida.
Sin dejar el fabuloso entorno de Saturno, otro de los objetivos favoritos para los astrobiólogos es Titán. Este exótico mundo, en el que se posó una sonda de la Agencia Espacial Europea en 2005, parece contar con un océano de agua en el subsuelo y una superficie muy extraña, en la que hay moléculas orgánicas y lagos y ríos de hidrocarburos, que harían posible la existencia de formas de vida muy extrañas.
Allí se han detectado anomalías en el metano que, de nuevo, podrían haber sido producidas por microorganismos o procesos geoquímicos. La presencia de una gruesa atmósfera, en la que hay hidrógeno, aumenta las esperanzas de que se encuentre vida. Está previsto que en 2034 un pequeño helicóptero robótico de nombre Dragonfly se pose en Titán y explore su superficie con gran detalle, en busca de posibles huellas de vida.
Por último, la luna Europa, en la órbita de Júpiter, es otro de los objetivos más destacados. Se ha sugerido la existencia de un océano de agua líquida en el subsuelo y que éste interacciona con el núcleo, proporcionando potenciales fuentes de energía para formas de vida hipotéticas. Además, se han encontrado señales de criogéiseres, lo que refuerza la idea de que en el subsuelo haya agua líquida. Actualmente, la NASA está desarrollando la misión Europa Clipper para estudiar Europa y el planeta Júpiter, y que se lanzará en la década de los veinte.
Fuente: ABC