Un equipo de investigadores calcula la gravedad máxima que puede soportar un cuerpo humano para llevar una vida «normal» fuera de la Tierra.
Parece inevitable que, antes o después, los seres humanos, o por lo menos algunos de ellos, terminen saliendo de la Tierra para poblar otros planetas. Será una «migración» lenta, pero constante, un gota a gota de cientos, incluso de miles de años, que se irá incrementando a medida que se desarrollen nuevas tecnologías capaces de transportarnos más allá de los confines de nuestro sistema solar, a mundos alrededor de otras estrellas.
La Luna y Marte son solo los primeros pasos de esta expansión que está a punto de comenzar. Después iremos algo más lejos, a algunos prometedores satélites de Júpiter y Saturno, o a explotar los recursos minerales de cientos de asteroides. Y más adelante, quién sabe, a visitar (o a poblar) planetas similares a la Tierra en órbita de estrellas lejanas.
Como parte de la preparación para el éxodo que nos espera, cientos de investigadores exploran los límites de la resistencia humana y tratan de anticiparse a los peligros inherentes a los viajes espaciales de larga duración: descalcificación de los huesos, pérdida de masa muscular, dosis letales de radiación cósmica, obtención de recursos vitales, como el agua, composición atmosférica de los mundos candidatos…
Y ahora, Nikola Poljak, Dora Klindzic y Mateo Kruljac, investigadores de la Universidad de Zagreb, en Croacia, han añadido un nuevo punto a la lista: ¿Cuánta gravedad podría soportar un ser humano antes de que le sea imposible siquiera levantar las piernas para caminar? Una pregunta que resultará de crucial importancia el día en que la Humanidad se embarque definitivamente en la colonización de lejanos exoplanetas.
En una novedosa investigación que acaba de publicarse en Arxiv.org, los tres científicos proponen un límite superior a la gravedad que podemos resistir, uno que permitiera a un atleta bien entrenado vivir cómodamente en un mundo distante. Como quedó más que demostrado en las misiones Apolo, los humanos podemos utilizar tecnología para sobrevivir en una atmósfera hostil como la de la Luna.
La gravedad que pueden soportar los huesos
Pero la gravedad es un factor ambiental que resulta prácticamente imposible de controlar. Por eso, los investigadores proponen en su artículo que la gravedad debería ser un parámetro crucial para evaluar, antes de enviarlos allí, si los humanos serían capaces de sobrevivir en un planeta lejano.
En su estudio, los científicos consideran cómo cambiaría el rendimiento de varios sistemas corporales cuando estuvieran sometidos a campos gravitatorios más fuertes que el terrestre (1g).
Lo primero que calcularon fue la presión máxima que un esqueleto humano típico sería capaz de soportar antes de romperse. Y los cálculos mostraron que ese límite está en los 10g, es decir, en una gravedad diez veces superior a la de la Tierra. Bajo una gravedad apenas algo más intensa, nuestros huesos se partirían en mil pedazos.
Otros órganos y sistemas físicos, sin embargo, ni siquiera podrían llegar tan lejos. De hecho, los tres científicos llevaron a cabo una evaluación similar de la fuerza muscular, y calcularon que un atleta bien entrenado ya no sería capaz de levantarse de la cama, o de una silla, con una gravedad superios a los 5g. En el caso de la locomoción, el límite máximo se reduce aún más, hasta los 4,6g.
El límite máximo, 4g
Los investigadores demostraron también que ante un campo gravitatorio superior al de la Tierra la sangre tiende a bajar a las piernas, lo que requiere un esfuerzo adicional del corazón para bombearla hasta el cerebro. En última instancia, la supervivencia en tal ambiente requeriría de un mayor volumen de sangre, lo que daría lugar a presiones sanguíneas más altas, con sus consiguientes riesgos para la salud.
La suma de todos esos factores reducen el límite a 4g. Esa es, en efecto, la máxima gravedad que el sistema circulatorio de un atleta podría resistir a largo plazo.
Por supuesto, la inmensa mayoría de las personas no son atletas entrenados, por lo que sus límites de resistencia gravitatoria serían incluso más bajos. Los investigadores, sin embargo, creen que a base de entrenamiento los futuros colonos espaciales podrían ampliar sus opciones y llegar a desenvolverse con normalidad en planetas con hasta 4g.
Ahora, los científicos esperan que su trabajo ayude a los astrónomos a buscar mejor los posibles futuros hogares de la Humanidad. Algo que no sucederá, por supuesto, hasta después de que se desarrollen las muchas tecnologías que aún nos faltan para emprender un viaje interestelar.
Fuente: ABC