Lo cuentan todos los medios de comunicación, de manera destacada: una de esas pocas veces en que la ciencia llega a presidir titulares. "Descubren la 'partícula de Dios' que explica por qué existe la materia" es como El Mundo lo presenta. ¿Pero es una partícula divina realmente? ¿Y qué explica? De hecho, ¿existe? En primer lugar, y como ya hicimos con el tema de los neutrinos hace unos meses (por cierto, otro anuncio con el sello del CERN: la física fundamental tiene un cierto gancho mediático, no nos cabe duda) conviene avisar de que la noticia no es algo definitivo. El anuncio, "hito histórico" ha sido calificado, no es definitivo. Es consistente con lo que se lleva buscando en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de este centro de investigación, ese anillo de 27 km de circunferencia entre Francia y Suiza, construido precisamente para poder llegar a descubrirlo. Pero hacen falta más resultados, y una comprobación independiente, la publicación y la discusión pública de los datos…
Si recuerdan, tras el cuidadoso análisis se descubrió que el experimento OPERA no avalaba la velocidad hiperlumínica de los neutrinos. ¿Podría pasar lo mismo ahora con esta nueva partícula? Parece más improbable, entre otras cosas porque el proyecto involucra miles de personas que mirando conjuntamente suelen tener menos equivocaciones. Pero hay que tener un margen, así que digamos que la búsqueda de esta partícula parece no solo cercarla, sino que ya la está comenzando a tocar.
¿Bosón de Dios?
La materia se compone de cosas pequeñas y, más o menos, sencillas. Es la búsqueda de la física: entender los bloques elementales que componen todas las cosas, el Universo entero. La idea podría ser la de un juego de esos de piezas que permiten crear casas, vehículos o lo que sea. En el Universo la materia usa unas pocas piezas diferentes. Para los núcleos atómicos, donde están los neutrones y los protones, usa unas partículas que llamamos QUARKS. Y lo completa con electrones y neutrinos. No nos vamos a poner a dar aquí un curso completo de física, y afortunadamente hay muy buenos lugares de divulgación científica donde explican estas cosas (así para lo de hoy les recomiendo leer a Alberto Sicilia en Principia Marsupia y el seguimiento de Amazings.es sobre el tema). Pero una de las preguntas que se hacen los físicos desde que se comenzó a hacer ese inventario de las piezas del Lego(R) cósmico es por qué los quarks son tan pesados y los electrones tan ligeros.
Lo cuentan todos los medios de comunicación, de manera destacada: una de esas pocas veces en que la ciencia llega a presidir titulares. "Descubren la 'partícula de Dios' que explica por qué existe la materia" es como El Mundo lo presenta. ¿Pero es una partícula divina realmente? ¿Y qué explica? De hecho, ¿existe? En primer lugar, y como ya hicimos con el tema de los neutrinos hace unos meses (por cierto, otro anuncio con el sello del CERN: la física fundamental tiene un cierto gancho mediático, no nos cabe duda) conviene avisar de que la noticia no es algo definitivo. El anuncio, "hito histórico" ha sido calificado, no es definitivo. Es consistente con lo que se lleva buscando en el Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de este centro de investigación, ese anillo de 27 km de circunferencia entre Francia y Suiza, construido precisamente para poder llegar a descubrirlo. Pero hacen falta más resultados, y una comprobación independiente, la publicación y la discusión pública de los datos…
Si recuerdan, tras el cuidadoso análisis se descubrió que el experimento OPERA no avalaba la velocidad hiperlumínica de los neutrinos. ¿Podría pasar lo mismo ahora con esta nueva partícula? Parece más improbable, entre otras cosas porque el proyecto involucra miles de personas que mirando conjuntamente suelen tener menos equivocaciones. Pero hay que tener un margen, así que digamos que la búsqueda de esta partícula parece no solo cercarla, sino que ya la está comenzando a tocar.
¿Bosón de Dios?
La materia se compone de cosas pequeñas y, más o menos, sencillas. Es la búsqueda de la física: entender los bloques elementales que componen todas las cosas, el Universo entero. La idea podría ser la de un juego de esos de piezas que permiten crear casas, vehículos o lo que sea. En el Universo la materia usa unas pocas piezas diferentes. Para los núcleos atómicos, donde están los neutrones y los protones, usa unas partículas que llamamos QUARKS. Y lo completa con electrones y neutrinos. No nos vamos a poner a dar aquí un curso completo de física, y afortunadamente hay muy buenos lugares de divulgación científica donde explican estas cosas (así para lo de hoy les recomiendo leer a Alberto Sicilia en Principia Marsupia y el seguimiento de Amazings.es sobre el tema). Pero una de las preguntas que se hacen los físicos desde que se comenzó a hacer ese inventario de las piezas del Lego(R) cósmico es por qué los quarks son tan pesados y los electrones tan ligeros.
A Peter Higgs, físico, se le ocurrió que, de la misma forma que uno anda más ligero por una calle vacía que cuando intenta atravesar Preciados en temporada de rebajas, había una especie de campo ("la multitud" en el caso de las calles) con el que las partículas interactúan. Las que lo hacen poco, como electrón, son como gente pequeña y ágil que consigue avanzar mientras que las que interactúan más con el campo, como los quarks, no avanzan tanto.
Pero la cosa es más complicada, porque en la física moderna, para explicar estas situaciones o influencias, se inventan partículas para llevar la energía de un lado a otro. Así que si ese campo permite que unas partículas avancen más o menos, es decir, sean más o menos pesadas, es porque hay un tipo de partícula, una "maldita" partícula (como la llamó Leo Lederman, físico, tras constatar que desde que se imaginó en los 60 ya llevaban 30 años buscándola… esto fue hace 20 años, por cierto, así que imaginen) que justifica el que unas partículas tengan más masa o menos masa.
Para poder comprobar esta idea, lo malo es que hay que conseguir energías gigantescas. Los físicos de partículas intentan conocer cómo son las cosas haciéndolas chocar y romperse… un poco como los niños con los regalos de Reyes, cuando lanzas tu nuevo juguete contra el suelo y descubres que tiene un montón de piezas. Dejemos de lado el problema del niño para conseguir montar de nuevo el camión despiezado, porque afortunadamente a los físicos no les preocupa eso. Lo malo es que para romper en piezas algo como un protón hace falta una energía descomunal.
La solución es poner a un protón a dar vueltas a velocidades altísimas. U otras partículas. Y una vez adquirida una gran cantidad de energía, dejar que choquen. Bien contra un haz que venga de frente, bien contra un muro de algo duro y consistente. Y eso es lo que hacen en el LHC. Es lo que han venido haciendo en estos últimos años, en uno de los proyectos más ambiciosos que la especie humana ha acometido.
¿Recuerdan que en 2008, cuando se inauguró la máquina, hubo quienes pusieron el grito en el cielo porque lo mismo, aseguraban algunos pseudocientíficos, se acababa el mundo? En aquella época, justo tras la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín, se alzaron voces contra los científicos, por malgastar dinero y hacer peligrosos experimentos. Lo cierto es que el LHC cuesta una cuarta parte de lo que se va en una Olimpiada, pero así son las cosas. Bien, pues ahora, en las puertas de los siguientes Juegos Olímpicos en Londres, tenemos los primeros datos fiables de esos experimentos.
Y lo que han encontrado es que en el LHC al romper partículas aparecen las trazas de algo que podría ser el bosón de Higgs. Eso, claro, tras analizar muchísimos restos de las colisiones, una cantidad de datos que excede también lo que nunca la humanidad había manejado (pensemos que en los tiempos en que Galileo escribió su "Sidereus Nuncius" hace poco más de cuatro siglos, todo el saber de la Humanidad cabía en una biblioteca convencional; los datos de una sola colisión en uno de los experimentos del LHC no cabrían en todas las bibliotecas antiguas…)
Ahora queda mucho trabajo por hacer. No solo refinar las mediciones, sino también encajar mejor las teorías (o modelos) que usa la física y que son realmente mucho más complicados de lo que yo he resumido (traicionando así la precisión). Y, por supuesto, hay que atender a los expertos en la materia, que analizarán paso por paso todo lo publicado, y exigirán comprobaciones posteriores, tan independientes como sea posible. No es sencillo, porque no hay otra máquina como el LHC. Pero así es la física, y su compromiso con obtener las comprobaciones de la manera más objetiva posible.
Sin duda, hoy será recordado como un día grande para la física, pero todos están convencidos de que vendrán otros más grandes aún, y que aún no tenemos todas las claves de cómo es el Universo, y cómo funciona. Que es, en el fondo, lo que la ciencia se pregunta e intenta resolver. No con respuestas definitivas, sino con aproximaciones cada vez más fiables.
* Astrónomo y director del Planetario de Pamplona, Javier Armentia mira en su blog a las estrellas para comentar todas las novedades que vayan surgiendo en la exploración del espacio.
Fuente: COSMOS (Blogs de El Mundo.es)