La Luna se aleja de Moscú

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La Superluna de agosto de 2014 sobre el Kremlin, en Moscú

Paradojas de la economía rusa, cuanto más barato está el combustible, más difícil es volar al espacio. Moscú se ha visto obligada a congelar el programa espacial que tenía previsto para el periodo 2016-2025. Las exportaciones de hidrocarburos suponen la mitad del presupuesto nacional ruso, y el petróleo está instalado en precios tan bajos que no se habían visto en 11 años.

Toca recortar gastos, y esto afecta a los sueños de volver a maravillar al mundo desde el espacio. En los últimos años las ambiciones espaciales rusas han crecido, pero también ha habido tropezones notables. El pasado mes de abril, Rusia perdió el control de una nave de carga no tripulada que tenía que llevar suministros a la Estación Espacial Internacional (ISS). En mayo, un cohete cargado con un satélite mexicano falló pocos minutos después de despegar y se estrelló en Siberia y, pocas horas después, un cohete Protón arruinó otra misión, anotando su séptima avería en cinco años. La confianza de los clientes en el ascensor ruso para dominar la estratosfera se ha resentido en los últimos tiempos. El accidente del cohete que llevaba la nave Progress 44 en 2011 fue un primer toque de atención, sobre todo teniendo en cuenta que Rusia juega un papel crucial llevando y trayendo a los miembros de la tripulación de la Estación Espacial Internacional. Además, controla el 40% del mercado de lanzamiento de satélites, según datos del Gobierno ruso. También hay problemas sobre el terreno: el nuevo cosmódromo Vostochny, en el oriente del país, debía ser el mascarón de proa de la renovación del programa espacial ruso. Va a costar 5,5 millones de euros, pero parte de esa cantidad ha desaparecido por culpa de las corruptelas y los retrasos. Hasta ha habido una huelga de hambre de trabajadores por no haber pagado los salarios.Esta semana, el presidente ruso, Vladimir Putin, firmó un decreto para disolver la Agencia Espacial Federal (Roscosmos) a partir del 1 de enero, en el marco de las reformas rusas en el sector espacial. Las funciones de la agencia serán asumidas por una corporación estatal que lleva el mismo nombre. El país ha pasado de la euforia lunar a afrontar un 2016 con unas perspectivas mucho más pegadas al suelo. Atrás queda el mes de abril, cuando el viceprimer ministro ruso, Dimitri Rogozin, anunció que Roscosmos planeaba construir una gran base en la Luna llamada a ser la plataforma para avances científicos. Entre sus planes más ambiciosos también se encontraba el regreso del hombre a la superficie lunar.Roscosmos ha desmentido que vaya a cancelar definitivamente sus planes de exploración de la Luna. Pero el hito de enviar a cosmonautas rusos a la superficie lunar antes de 2030 está ahora más lejos que a principios de año. «Si se compara con la caída del Imperio romano, la industria espacial se está desmoronando», cree el analista Pavel Luzin.
En un informe filtrado al diario Izvestia, se explica que han desaparecido de la versión actualizada del Programa Espacial Federal ruso 2016-2025 casi todos los proyectos relacionados con los vuelos tripulados a la Luna: el cosmódromo lunar, la estación orbital lunar, la base lunar y un sistema robótico especial, así como el remolcador interorbital que debía transportar la nave espacial a la órbita de la Luna. Putin aprobó en enero de 2013 un plan de reformas para modernizar la industria espacial del país. Ahora, según Novosti Kosmonavtiki, la reducción en el presupuesto podría ser de casi una tercera parte. Moscú ya contemplaba rebajar a partir de 2016 la frecuencia de lanzamiento de naves de carga Progress y dejarlo en tres en vez de los cuatro actuales, una cifra modesta teniendo en cuenta que se llegaron a alcanzar los cinco o seis lanzamientos anuales entre 2010 y 2012: al fin y al cabo, ahora hay más operaciones de naves de carga estadounidenses. Desde el Gobierno se insiste en que se trata sólo de un anteproyecto, elaborado para afrontar la nueva situación, y que está siendo examinado en la actualidad por distintos ministerios y no supone una renuncia definitiva. La propia nave lunar continuará construyéndose, aunque con ciertos recortes del presupuesto. Una fuente oficial negó a la agencia rusa RIA Novosti este hecho afirmando que «los rumores sobre la defunción de estas misiones son muy exagerados». Otras fuentes consultadas confirman que la situación es más delicada que hace un año, pero recuerdan que otros países, como China y EEUU, habían anunciado ambiciosos programas lunares que hubo que aplazar o cancelar. «Los programas de exploración de la Luna, Marte, etc. hoy en día nada tienen que ver con los intereses nacionales», constató en declaraciones a Izvestia el miembro de la Academia Rusa de la Cosmonáutica, Andrei Ionin. El problema también es de fondo: Rusia no está presente en los verdaderos desafíos espaciales, como los viajes a Marte o la exploración del espacio lejano. El carisma y la ambición de la época soviética no se podrían sustituir ni con un presupuesto abultado. Por eso la gesta de Yuri Gagarin gritando «¡poyehali!» («¡vamos!») en el primer vuelo espacial tripulado en 1961 parece difícil de reeditar.

Fuente. El Mundo

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