La sonda Messenger de la NASA llegó a Mercurio en marzo de 2011 tras un viaje de siete años y casi 8.000 millones de kilómetros, convirtiéndose en el primer artefacto humano en orbitar el planeta más cercano al Sol de nuestro sistema. Desde entonces, sus instrumentos han realizado detallados mapas de la superficie de este mundo misterioso, han estudiado su composición, su campo magnético y su casi inexistente atmósfera, arrancando los secretos del planeta. Ahora, le ha llegado su final.
La agencia espacial americana ha anunciado que la nave se estrellará contra la superficie de Mercurio el próximo 30 de abril a 12.000 kilómetros por hora tras agotar su propulsor y cumplir su misión científica.
La Messenger caerá en el lado del planeta alejado de la Tierra, por lo que los ingenieros no serán capaces de ver en tiempo real la ubicación exacta del impacto.
Los operadores de la misión en la Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory (APL) completaron esta semana la cuarta de una serie de maniobras de corrección de órbita diseñadas para retrasar el impacto de la nave espacial contra la superficie de Mercurio. La última maniobra está programada para el viernes 24 de abril.
«Después de esta última maniobra, finalmente declararemos la nave espacial vacía de propelente, ya que se agota casi todo nuestro gas helio restante», explica Daniel O’Shaughnessy, ingeniero de sistemas de la misión en el APL.
Aunque Mercurio es uno de los vecinos planetarios más cercanos de la Tierra, el planeta era un misterio casi absoulto antes de la llegada de la misión Messenger. «Por primera vez en la historia, tenemos un conocimiento real del planeta, que muestra que es un mundo fascinante», apunta John Grunsfeld, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA en Washington.
Agua congelada
La primera misión de la nave cuando alcanzó Mercurio fue orbitar el planeta y recoger datos durante un año terrestre. El buen estado de los instrumentos, suficiente combustible y la aparición de nuevas preguntas sirvieron para diseñar dos extensiones de la misión, hasta completar casi cuatro años y varias primicias científicas.
Un hallazgo clave proporcionó apoyo convincente para la hipótesis de que Mercurio alberga abundante agua congelada y otros materiales volátiles en sus cráteres polares permanentemente en sombra. Los datos indicaron que el hielo en las regiones polares de Mercurio sería de más de dos kilómetros de espesor. Por primera vez, los científicos comenzaron a ver con claridad un capítulo en la historia de cómo los planetas interiores, incluida la Tierra, adquieren el agua y algunos de los componentes químicos básicos para la vida.
Una capa oscura que cubre la mayor parte de los depósitos de hielo de agua apoya la teoría de que los compuestos orgánicos, así como el agua, llegaron desde el exterior del sistema solar hasta los planetas interiores y pueden haber dado lugar a la síntesis química prebiótica y, en consecuencia, a la vida en la Tierra.
Fuente: ABC