«Ya hubiéramos podido encontrar vida extraterrestre pero los políticos no tienen voluntad», asegura Seth Shostak, astrónomo jefe de los proyectos SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) destinados a buscar otras civilizaciones en el universo.
«Hay muchos investigadores, académicos escépticos, sobrios incluidos, que piensan que la vida fuera de la Tierra es desenfrenada. Sugieren que las pruebas pueden aparecer dentro de una generación», comenta Shostak en su artículo en el portal ‘The Conversation’. Meses antes, en mayo, hablando ante el Congreso de EE.UU., el astrónomo daba una cifra aún más exacta: pronosticó poder encontrar vida alienígena en nuestra galaxia en los próximos 20 años. Al mismo tiempo, Shostak destaca un obstáculo clave para tal optimismo: los políticos.
A lo largo de las últimas dos décadas el telescopio Kepler de la NASA permitió descubrir miles de planetas que giran alrededor de otras estrellas. Un análisis más profundo de los datos del Kepler permite suponer que al menos una de cada cinco estrellas puede tener un planeta cuyo tamaño y temperaturas promedios sean los mismos que los de la Tierra. Tales planetas podrían tener atmósfera y agua líquida. Es decir, solo la Vía Láctea podría contener miles de millones de ‘primos’ de la Tierra, sostiene el astrónomo jefe del SETI e insiste: «es muy difícil aceptar que todos estos mundos son estériles».
Shostak destaca tres métodos para confirmar o negar la existencia de civilizaciones extraterrestres. El candidato clave para albergar vida alienígena sigue siendo Marte. Sin embargo, hay especialistas que apuestan también por las lunas de Júpiter y Saturno. La presencia de vida allí puede detectarse empezando por observar efluvios de géiseres naturales y terminando con aparatos sofisticados de perforación para penetrar las gruesas capas de hielo que separan la superficie desde los mares que se encuentran por debajo. Desafortunadamente, la mayor parte de los instrumentos necesarios de ‘inteligencia’ todavía están en fase de proyecto y no avanzan. La causa es la falta de una debida financiación.
El segundo método es aplicar la estereoscopia para analizar la composición de la atmósfera de los planetas satélites. Pero como las estrellas brillan mientras que los planetas son bastante oscuros, se necesitan telescopios orbitales multielementos y bloqueadores gigantes de luz en el espacio. Los ingenieros habrían construido estos instrumentos en una década, pero solo si hubieran tenido el dinero.
El tercer método —uno que practica el SETI— es buscar vida extraterrestre observando las señales de radio o las luces láser. Más antenas y mejores receptores podrían acelerar esta búsqueda, pero una vez más, la financiación es el factor limitante, insiste Shostak.
El presupuesto de la NASA programado para el 2015 es de 2.500 millones de dólares, mucho menos que una milésima parte del presupuesto federal total de EE.UU. A los proyectos del SETI les corresponde una milésima parte del presupuesto de la NASA, acentúa el astrónomo.
Fuente: RT en español