En 1999 el lanzador Energía que transportaba a la lanzadera Baikal sufrió un accidente durante el lanzamiento de una misión militar clasificada sin tripulación. La lanzadera fue incapaz de realizar un aterrizaje de emergencia y se estrelló poco después en Siberia. El desastre del Baikal puso en evidencia las carencias del sistema de transbordadores, demasiado caro y poco seguro. Aunque el proyecto siguió adelante, el ritmo de lanzamientos disminuyó considerablemente.
El programa de cooperación soviético-estadounidense culminaría con el acoplamiento del transbordador Atlantis con la Mir-2 en marzo de 2001. Lamentablemente, resultaba imposible llevar a cabo una misión análoga con las lanzaderas soviéticas debido a la baja inclinación orbital de la estación Freedom. Por desgracia, las diferencias políticas entre ambas potencias impidieron la continuación de estas misiones y después de tres acoplamientos de transbordadores estadounidenses con la Mir-2, el programa sería cancelado en 2003.
El fin de la era de los transbordadores espaciales soviéticos tendría lugar en enero de 2003, cuando la lanzadera Burya se desintegró durante la reentrada al regreso de una misión logística de la Mir-2, matando a la tripulación de dos personas formada por Yuri Sheffer y Yuri Prijodko. Un trozo de espuma de la etapa central del cohete Energía se había desprendido durante el lanzamiento, perforando una de las losetas de carbono-carbono del borde de ataque del orbitador. Durante la reentrada, los gases a alta temperatura penetraron al interior de la estructura alar, desintegrando el vehículo en el proceso. El Burán, el único orbitador superviviente, realizaría varias misiones adicionales, pero ninguna con tripulación. A raíz de estos accidentes, la NASA decidió sustituir a su flota de transbordadores por el Shuttle II.
La URSS en el espacio 2003-2011
La tragedia del Burya significó el fin de los vuelos tripulados del transbordador soviético, pero ese mismo año un cohete Energía puso en órbita el primer módulo GTA-S de la nueva estación espacial Zvezdá (”estrella”). La Zvezdá sería completada en 2009 tras varios lanzamientos de los cohetes Energía y Energía-M. Con una tripulación permanente de ocho personas, Zvezdá sería la mayor estructura orbital jamás creada por el hombre. Uno de los módulos, denominado TMP (Technological Production Module) tenía unas dimensiones de 35 x 4 metros y estaba destinado a al obtención de materiales en microgravedad. En 2005 se superaría el récord de permanencia en el espacio de Polyakov al permanecer tres cosmonautas la friolera de 20 meses en órbita. En 2007, coincidiendo con el 90º aniversario de la revolución blochevique, una nave Zaryá tripulada fue situada en órbita lunar usando un Energía-M.
El último vuelo del programa de transbordadores soviéticos tendría lugar en 2011, cuando el orbitador Burán se acopló con la estación Zvezdá para llevar a cabo una misión logística de rutina. Tras 23 años de servicio, el venerable transbordador fue retirado del servicio y hoy día se puede visitar en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú. Para sustituir a los transbordadores, la URSS priorizó el Túpolev Tu-2000 para desarrollar un avión espacial de una sola etapa totalmente reutilizable, así como el minitransbordador MAKS. El Tu-2000 era un programa esencialmente militar, creado para contrarrestar al X-30 NASP norteamericano que había realizado su primer vuelo en 2003. Al mismo tiempo, en 2005 entró en servicio la nueva generación de naves nucleares soviéticas, capaces de realizar misiones no tripuladas a la Luna o a Marte. Estas misiones se consideraron un ensayo general de cara a la construcción de una nave tripulada con destino al planeta rojo.
En 2011, la situación internacional permitió un nuevo acercamiento entre las dos superpotencias. Esta vez el objetivo sería mucho más ambicioso y más lejano. Una nueva era en la conquista del espacio se abriría en julio de 2011, cuando la Unión Soviética y los Estados Unidos acordaron realizar una misión tripulada a Marte antes de 2030.
Pero esa es otra historia…
Fuente: Cuba Debate