Algunas zonas del planeta enano Ceres son ricas en unos componentes orgánicos considerados ingredientes clave para que pueda surgir la vida. Y, además, lo más probable es que no llegaran a Ceres a través de una fuente externa, como el impacto de algún asteroide o cometa, sino que se originaran directamente en este cuerpo celeste que, según las estimaciones de los científicos, nació hace 4.500 millones de años. Son las principales conclusiones de un estudio realizado con datos recabados por la sonda espacial Dawn de la NASA.Según detalla el trabajo publicado en la revista Science, se trata de unos componentes denominados hidrocarburos alifáticos que los astrofísicos comparan con «ladrillos» que podrían haber jugado un papel en la química que desencadena la vida. Su descubrimiento se suma a interesantes hallazgos realizados en el pasado en Ceres, en el que también se ha detectado ya hielo, vapor de agua, sales, carbonatos o amoniaco.
El espectrómetro de la sonda Dawn descubrió los componentes orgánicos en el hemisferio norte de Ceres, en el entorno de un cráter de 50 kilómetros de diámetro denominado Ernutet. Aunque los autores dicen que los datos no son suficientes para determinar su composición molecular exacta, coincide con la de minerales parecidos al alquitrán como la asfaltita.
Los científicos creen que es improbable que estos componentes procedan de una fuente exterior, por ejemplo, que hayan llegado por el impacto de otro cuerpo, porque el calor extremo que habría generado ese choque los habría destruido. Por otro lado, la distribución de estos elementos por la superficie de Ceres, con altas concentraciones en una zona concreta, no concuerda con que provengan de fuera. Si fuera así, creen que estarían más dispersos.
Según señala Michael Kueppers, investigador de la Agencia Espacial Europea (ESA) en el Centro Europeo de Astronomía de Madrid (ESAC), la presencia de estos componentes orgánicos, junto con el abundante hielo y vapor de agua que se ha encontrado, sugiere que Ceres podría ser candidato a albergar alguna forma de vida: «Si hay un océano subterráneo se podría pensar en que hubiera alguna forma de vida primitiva», señala el científico en conversación telefónica. Kueppers, que no ha participado en esta investigación, no descarta la posibilidad de que pudiera haberla ahora pues, en su opinión, el estatus de este planeta enano es similar al de las lunas de Júpiter y Saturno, considerados los lugares más prometedores del Sistema Solar para encontrar vida.
Mundos helados
Cuando Giuseppe Piazzi descubrió Ceres en 1801, pensó que se trataba de un planeta. Medio siglo después fue catalogado como asteroide y en 2006, tras la reunión de la Unión Astronómica Internacional en la que se expulsó a Plutón de la lista de planetas, Ceres -con un diámetro de 950 kilómetros- fue incluido en una nueva categoría astronómica: la de planetas enanos. En esa lista sigue, junto a Plutón, Eris, Makemake y Haumea.
En septiembre de 2007, un año después de que Ceres fuera catalogado como planeta enano, la sonda Dawn despegó con el objetivo de explorarlo. Comenzó su trabajó en 2015 tras hacer antes una parada en el asteroide Vesta, al que investigó entre 2011 y 2012.
Plutón y Ceres son planetas enanos aunque hay diferencias entre ellos. Ambos son mundos helados pero Ceres (con temperaturas de entre -150 y -70ºC) es menos frío que Plutón. Ceres se encuentra en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, mientras que Plutón está en el cinturón de Kuiper, más allá de Neptuno.
Kueppers considera que el hallazgo de componentes orgánicos hace de este planeta enano un objetivo interesante para enviar una misión que estudie su potencial habitabilidad: «Ceres está, además, más cerca que Júpiter y Saturno y es mas fácil de investigar que la luna Europa porque no hay tanta radiación como en el sistema de Júpiter», explica. Aunque es más accesible, añade, «si hubiera un océano estaría varios kilómetros por debajo de la superficie, por lo que se podría enviar un radar o tal vez aterrizar allí».
Fuente: El País