Nuevas tecnologías permiten confirmar la existencia de algunos de los restos biológicos más antiguos del planeta.
Aunque la ciencia ha avanzado mucho, la pregunta «¿de dónde venimos exactamente?» todavía no ha podido ser contestada del todo. Cómo fueron esos primeros seres con vida es una cuestión a la que los investigadores Raphael Baumgartner, del Centro Australiano de Astrobiología y Martin Van Kranendonk, Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW), llevan años dedicados. Ahora, según explican en un estudio recientemente publicado en la revista «Geology», tienen una nueva pista y un método pionero para saber qué ocurrió en la Tierra durante sus primeros pasos biológicos.
Los científicos han encontrado restos microbianos excepcionalmente conservados en algunas de las rocas más antiguas del planeta, concretamente en Australia Occidental. Los investigadores de la UNSW descubrieron la materia orgánica en los estromatolitos (estructuras microbianas fosilizadas) de la antigua Formación Dresser, en la región de Pilbara. Aunque muchos han apuntado al origen biológico de esos estromatolitos desde su descubrimiento en la década de 1980, esta teoría no ha podido ser probada hasta hoy.
«Este es un descubrimiento emocionante: por primera vez, podemos mostrar al mundo que estos estromatolitos son la evidencia definitiva de la vida más temprana en la Tierra», afirma en un comunicado Baumgartner. Su colega y coautor, Van Kranendonk, asegura que el descubrimiento es el intento más certero para demostrar la existencia de una vida tan antigua. «Esto representa un avance importante en nuestro conocimiento de estas rocas, en la ciencia de las investigaciones de la vida temprana en general y, más específicamente, en la búsqueda de vida en Marte. Ahora tenemos un nuevo objetivo y una nueva metodología para buscar rastros de vida antiguos», continúa Van Kranendonk.
La dificultad del estudio
Los estromatolitos en la Formación Dresser generalmente se obtienen de la superficie de la roca y, por lo tanto, están muy degradados. Para este estudio, los científicos trabajaron con muestras que se tomaron bajo el perfil de meteorización, donde las huellas biológicas están excepcionalmente bien conservados. «Observar las muestras del núcleo de perforación nos permitió ver una instantánea perfecta de la vida microbiana antigua», afirma Baumgartner.
Utilizando una variedad de herramientas y técnicas microanalíticas de vanguardia, que incluyen microscopía electrónica de alta potencia, espectroscopía y análisis de isótopos, el equipo descubrió que los estromatolitos están compuestos esencialmente de pirita, un mineral que a menudo se confunde con el oro aunque no tiene apenas valor. Sin embargo, lo que sí contiene es materia orgánica.
Los investigadores dicen que tales restos nunca antes se habían observado en la Formación Dresser, y que ver la evidencia al microscopio fue increíblemente emocionante. «Me sorprendió bastante: nunca esperamos encontrar todas estas pruebas al principio del proyecto. Recuerdo la noche en el microscopio electrónico donde finalmente descubrí que estaba mirando restos de biopelículas. Creo que fue alrededor de las once de la noche cuando tuve ese momento ‘eureka’, y me quedé hasta las tres o las cuatro de la madrugada, solo tomando imágenes e imágenes, porque estaba muy emocionado. Perdí totalmente la noción del tiempo», explica Baumgartner.
Pistas para buscar vida en Marte
Hace poco más de dos años, la colega de Baumgartner, Tara Djokic, candidata a doctorado de la UNSW, encontró estromatolitos en depósitos de aguas termales en la misma región, retrasando la existencia de vida microbiana en la Tierra en 580 millones de años, hasta los 3.480 millones de años. «Nuestro descubrimiento no solo aumenta la antigüedad de la vida de las aguas termales, además indica que la vida estaba presente sobre la superficie terrestre mucho antes de lo que se pensaba», explicaba Djokic. De hecho, hasta ahora los restos más antiguos de vida en tierra firme eran los que están en Sudáfrica y tienen entre 2.700 y 2.900 millones de años.
«Los principales hallazgos de Tara fueron estos depósitos excepcionales de geyserita que indican que ha habido géiseres en esta área y, por lo tanto, expulsiones de fluidos en la superficie expuesta de la tierra», afirma Baumgartner.
Su estudio se centró en el entorno geológico más amplio del paleoambiente, apoyando la teoría de que la vida se originó en tierra, en lugar de en el océano, mientras que el estudio de Baumgartner profundizó en los detalles más finos de las estructuras de estromatolitos del área. Sin embargo, ambos sirven para responder la misma pregunta que el hombre se plantea desde que tiene conciencia: «¿ De dónde viene la humanidad?».
«Comprender dónde podría haber surgido la vida es realmente importante para comprender nuestra ascendencia. Y a partir de ahí, podría ayudarnos a entender dónde más podría haber ocurrido la vida, por ejemplo, dónde se inició en otros planetas». De hecho, en agosto, la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) pasaron una semana en la zona con Van Kranendonk para recibir capacitación especializada en la identificación de signos de vida en estas mismas rocas antiguas.
Fue la primera vez que el geólogo compartió las ideas de la región con un equipo dedicado de especialistas en Marte, un grupo que incluye a los jefes de la NASA y las misiones ESA Mars 2020. «Es profundamente satisfactorio que las rocas antiguas de Australia y nuestro conocimiento científico estén haciendo una contribución tan significativa a nuestra búsqueda de vida extraterrestre y descubriendo los secretos de Marte», señala Van Kranendonk.
Fuente: ABC