Según las estimaciones, Próxima b sería un mundo rocoso con la Tierra
Un grupo internacional de astrónomos, con destacada participación española, ha localizado un planeta de tamaño similar a la Tierra que orbita alrededor de Proxima Centauri, la estrella más cercana a nuestro Sol, y que además se halla en la llamada zona de habitabilidad, la región de su sistema cuyas condiciones permitirían la existencia de agua líquida, condición necesaria para la vida. El planeta, bautizado técnicamente como Proxima b, ha sido confirmado con observaciones realizadas con cuatro telescopios diferentes.
Representación artística de la superficie de Próxima b
Desde 1995 se han descubierto ya 3.500 planetas en estrellas lejanas, pero Proxima b es particularmente atractivo por su distancia, a unos 4 años luz de la Tierra (un año luz son cerca de 10 billones de kilómetros). Es decir, no solo se encuentra en la zona de habitabilidad -ya se conocen una docena de planetas con esta condición-, sino que su observación con métodos directos será abordable dentro de pocos años y porque la exploración espacial con una sonda será también posible en un plazo razonable de pocas décadas. Los detalles de la investigación se han publicado en la revista Nature.
La zona de habitabilidad (color verde) en torno de Próxima Centauri, comparada con la órbita de Mercurio alrededor del Sol
“Desde enero hasta marzo se ha observado Proxima Centauri con telescopios de cuatro observatorios. Aunque la señal era prometedora desde el principio, cada noche revisamos su consistencia. Es emocionante saber que hay un planeta parecido a la Tierra en torno a nuestra estrella más cercana”, señala el primer autor del estudio, Guillem Anglada, científico de la Universidad Queen Mary (Londres).
Como es habitual con los exoplanetas, Proxima b no se ha podido observar directamente, sino que se ha inferido su presencia al detectarse unas anomalías en el movimiento de su estrella que solo pueden ser explicadas por la presencia de algún objeto a su alrededor. Este ligero tirón gravitatorio, como se conoce el fenómeno, se traduce en oscilaciones en la luz de Proxima Centauri.
Sin embargo, se trata de movimientos de muy poca amplitud que solo pueden calcularse con herramientas muy sofisticadas: “Hemos observado que Próxima b se aleja y acerca de nosotros a unos cinco kilómetros por hora -velocidad similar a la que caminamos- con un patrón regular cada 11,2 días”, apunta Pedro J. Amado, científico del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía y coordinador del proyecto Carmenes para la búsqueda de planetas de tipo terrestre desde el Observatorio de Calar Alto (Almería). Amado considera que muy probablemente se trate de un planeta rocoso, no gaseoso.
La fluctuación en el espectro de Próxima Centauri revela la existencia de un planeta
SIETE MILLONES DE KILÓMETROS
Los datos revelan que el planeta tiene al menos 1,3 veces la masa terrestre y gira alrededor de Proxima Centauri cada 11,2 días a una distancia de unos siete millones de kilómetros. Esta distancia supone un 5% de la existente entre la Tierra y el Sol, lo que sugiere que podría tratarse de un planeta hirviente, pero eso no es así porque Proxima Centauri es una estrella más fría que el Sol. “Su zona de habitabilidad está más cerca de la estrella que en nuestro sistema”, destaca Ignasi Ribas, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio de Barcelona (IEEC-CSIC) que ha participado en la determinación de la posible habitabilidad. «Recibe entre el 65% y 70% de la luz que recibe la Tierra», añade Ribas.
Próxima Centauri comparada con el Sol, Júpiter y otras estrellas cercanas
El astrofísico del IEEC-CSIC, no obstante, insiste en que Proxima b tiene condiciones para acoger agua líquida, con temperaturas en el rango 0ºC-100ºC, pero «también es posible que la haya perdido en el curso de historia».
Alrededor del 70% de las estrellas de nuestra galaxia son enanas rojas como Proxima Centauri, estrellas más débiles y pequeñas que el Sol. La posibilidad de que exista vida en los planetas que las orbitan «es objeto de debate entre la comunidad científica», recuerda Ribas. En el caso de Proxima b, podría ser que tuviera una temperatura adecuada, pero que su enorme cercanía a la estrella lo convirtiera en un mundo arrasado por la radiación ultravioleta y de rayos X. «Es necesario analizar la atmósfera de estos planetas con observaciones directas», insiste Ribas, quien se muestra confiado en que un gran telescopio de 40 metros de espejo que se está construyendo en el norte de Chile ayude a resolver estos enigmas en pocos años.
Fuente: El Periódico