Un misterioso y lejano objeto espacial está enviando señales a la Tierra cada 16 días.
Hace menos de una semana, un equipo de investigadores de Canadá publicaba en el servidor ArXiv.org el hallazgo del primer estallido rápido de radio (FRB por sus siglas en inglés) que se repite según un patrón bien definido. Procedentes de la región exterior de una lejana galaxia espiral, a 500 millones de años luz de la Tierra, estas ráfagas de radio llegan regularmente hasta nosotros según este esquema: cuatro días de emisión y doce de silencio. El ciclo completo se repite exactamente cada 16,35 días y los investigadores, antes de hacer su anuncio, lo han observado en 28 ocasiones durante los últimos 13 meses. Es la primera vez, desde que el primer FRB aislado se detectara en 2007, que los científicos se topan con algo parecido.
El Universo en que vivimos nos envía señales continuamente. Algunas son claras y su origen es evidente. Otras, sin embargo, resultan misteriosas y los científicos no son capaces de determinar su origen. Pero de todas ellas, las más intrigantes son, sin duda, los FRBs.
De hecho, se trata de las señales más escurridizas y potentes jamás detectadas en el espacio, y aunque duran apenas unos pocos milisegundos pueden generar, en ese breve tiempo, la misma cantidad de energía que 500 millones de soles. Hasta ahora, nadie ha logrado averiguar qué clase de sucesos podría ser capaz de producir ondas de radio de tan extraordinaria intensidad.
La primera vez que se supo de su existencia fue en el año 2007, y desde entonces astrónomos de todo el mundo han tratado de «cazar» esos brillantes e inesperados destellos en el firmamento. Se trata, por supuesto, de una cuestión de suerte, ya que los FRBs son imposibles de predecir y la única forma de detectarlos es que los instrumentos estén observando continuamente, con la esperanza de que uno de esos breves eventos se produzca dentro de su radio de acción. Hoy ya se han observado más de 100, pero de todos ellos solo ha sido posible identificar el origen de cinco.
La primera repetición
Pero el año pasado sucedió algo extraordinario: por primera vez, se descubrió un FRB que no era un único flashazo en el cielo, sino que se repetía. De hecho, los investigadores encontraron entonces que por lo menos 16 emisiones procedían del mismo punto del espacio, una única fuente mucho más allá de nuestra Vía Láctea. Poco después, se detectaron otras ocho emisiones que también se repetían. Fue tal el desconcierto que varios físicos de Harvard llegaron a proponer que las misteriosas señales podrían ser la prueba de una tecnología alienígena extraordinariamente avanzada.
Y ahora, para colmo, una de esas ráfagas, la designada como FRB 180916.J0158 + 65, sigue un patrón repetitivo concreto. Las reacciones no se han hecho esperar, y los principales medios de comunicación del planeta han dedicado amplios titulares a la noticia. Muchos de ellos preguntándose por el posible origen «inteligente» de las misteriosas señales.
Así las cosas, la revista Science Alert acaba de publicar un esclarecedor artículo en el que recopila los principales argumentos de los investigadores para eliminar a los aliens de la ecuación. «Se ha demostrado – reza el artículo- que es extremadamente difícil encontrar un fenómeno cósmico que se ajuste al perfil de los FRBs. Pero la ausencia de una explicación sólida hasta el momento no significa que debamos recurrir automáticamente a los extraterrestres, como lo han hecho muchos titulares».
De hecho, «quedan explicaciones igualmente o más plausibles que no emplean inteligencia extraterrestre».
Evitando a ET
Por ejemplo, un gran problema para la idea alienígena es la enorme variedad de ubicaciones de los FRBs. Algunos de ellos, en efecto, se encuentran a miles de millones de años luz de distancia, mientras que otros están apenas a unos cientos de millones de años luz. «¿Cómo podrían los extraterrestres organizarse en una gran parte del Universo para participar en la transmisión del mismo tipo de señal?», se pregunta Seth Shostak, astrónomo del Instituto SETI y para el que solo esta razón es más que suficiente para descartar la hipótesis de que los FRBs son comunicaciones extraterrestres.
Según este investigador, serían necesarias por lo menos 100 especies alienígenas avanzadas diferentes para dar cuenta de esta diversidad, y todas ellas, además, habrían que tenido que desarrollar la misma tecnología, una tan poderosa que pudiera enviar señales a través del espacio y ser detectadas a distancias inimaginables.
Para poner en contexto la idea, prosigue el artículo de Science Alert, «aquí, en la Tierra, solo tenemos tecnología capaz de transmitir ondas de radio al espacio desde hace unos 125 años. Eso significa que cualquier transmisión desde la Tierra solo habría viajado, como máximo, 125 años luz. Para cuando la señal se hubiera llegado a propagar hasta miles de millones de años luz de distancia, se habría atenuado tanto que sería indetectable».
Otra importante objeción al origen alienígena de los FRBs se centra en la increíble potencia de estas señales, comparable a la de una nova en plena explosión. Y muchos científicos creen que es muy poco probable que incluso una especie altamente desarrollada se capaz de producir una energía semejante. Y hacerlo además, para aplicarla a comunicaciones de larguísima distancia o a motores espaciales, otra de las posibles «fuentes» de los FRBs alienígenas…
Mucho más probable es que los estallidos rápidos de radio tengan un origen natural, aunque por ahora se desconoce cuál podría ser. Los púlsares, cadáveres estelares en rápida rotación, están entre los candidatos más probables, junto a sistemas binarios formados por un agujero negro y una estrella de neutrones.
Se como sea, habrá que esperar. Y aunque cada vez son más los que dejan un resquicio al origen alienígena de los FRBs, la mayoría aún piensa que lo primero es descartar definitivamente las posibles explicaciones naturales. La polémica, pues, continúa. Y la cuestión sigue abierta…
Fuente: ABC