Según los científicos, se trata de las muestras más valiosas que nunca se hayan recolectado en el planeta rojo.
El rover Perseverance, de la NASA, trabajando en el afloramiento rocoso Skinner Ridge, en Marte NASA/JPL-CALTECH/ASU/MSSS
El rover Perseverance ha detectado en Marte las concentraciones de moléculas orgánicas más altas nunca vistas en el planeta rojo. Se trata de la mejor pista hasta ahora de la posible existencia de antiguos microbios, algo que los científicos esperan confirmar cuando esas muestras de roca lleguen finalmente a la Tierra.
Si bien la presencia de materia orgánica en Marte no es una novedad, el nuevo descubrimiento se considera especialmente prometedor porque se llevó a cabo en un área en la que se depositaron sedimentos y sales en un lago, condiciones muy favorables para la vida.
«Es justo decir -aseguró David Shuster, científico de la misión, durante una rueda de prensa de la NASA- que estas van a ser, y son ya, las muestras más valiosas que jamás se hayan recolectado«. Las moléculas orgánicas, sin embargo, hechas principalmente de carbono, no siempre se forman mediante procesos biológicos.
Por eso el análisis y las conclusiones definitivas tendrán que esperar a la misión Mars Sample Return, una colaboración entre la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) para recuperar las rocas y que está programada para el año 2033.
Un delta de hace 3.500 millones de años
‘Percy’ que es como el equipo llama al rover Perseverance, aterrizó en el cráter marciano de Jezero en febrero de 2021, con la misión de almacenar muestras que puedan contener signos de vida antigua, así como para caracterizar la geología y el clima pasado del planeta.
El delta por el que Percy se mueve actualmente se formó hace 3.500 millones de años. El rover está investigando allí rocas sedimentarias, formadas a partir de partículas de varios tamaños que se asentaron en el fondo de los lagos que existían en aquella época lejana.
En concreto, Perseverance extrajo dos muestras de una roca llamada ‘Wildcat Ridge’ (La cresta del gato montés), que tiene aproximadamente un metro de ancho, y que fue parcialmente ‘raspada’ el pasado 20 de julio para poder analizarla con SHERLOC, un instrumento a bordo del rover que usa luz ultravioleta. Los resultados fueron prometedores ya que mostraron una clase de moléculas orgánicas llamadas ‘aromáticas’, que juegan un papel clave en la bioquímica.
«Es una auténtica búsqueda del tesoro -dice la astrobióloga de la NASA Sunanda Sharma- en forma de signos potenciales de vida en otro planeta. La materia orgánica es una pista y estamos consiguiendo pistas cada vez más sólidas… Personalmente, encuentro estos resultados tan emocionantes porque parece que estamos en el lugar correcto, con las herramientas adecuadas y en un momento muy crucial».
Más lagos de lo que pensábamos
Por otra parte, según se desprende de un estudio publicado en ‘Nature Astronomy’ por un equipo de científicos encabezados por el geólogo planetario Joseph Michalski, de la Universidad de Hong Kong, hasta ahora se podría haber ‘subestimado drásticamente’ el número de lagos que Marte tuvo en la antigüedad.
«Sabemos de aproximadamente 500 lagos antiguos en Marte -dice Michalski-, pero casi todos los que conocemos tienen más de 100 km cuadrados. Pero en la Tierra, el 70% de los lagos son más pequeños que este tamaño y se encuentran en ambientes fríos donde los glaciares se han retirado. Estos lagos de menor tamaño son difíciles de identificar en Marte por medio de los sensores remotos de los satélites, pero probablemente existieron muchos lagos pequeños. Es probable que al menos el 70% de los lagos marcianos aún no hayan sido descubiertos».
Los lagos contienen agua, nutrientes y fuentes de energía para la posible vida microbiana, incluida luz para la fotosíntesis. Por eso, los lagos son los principales objetivos de los rovers, como el Perseverance de la NASA. Pero Michalski advierte: «No todos los lagos son iguales. En otras palabras, algunos lagos marcianos serían más interesantes para la vida microbiana que otros porque algunos de los lagos eran grandes, profundos, longevos y tenían una amplia gama de entornos, como sistemas hidrotermales que podrían haber sido propicios para la formación de simples vida».
Fuente: ABC