Se trata del satélite de rayos X ROSAT de la agencia espacial alemana (DLR) que de acuerdo a la Sociedad astronómica Urania podría ingresar entre el 21 al 23 de octubre y el Nano Sail-D de la NASA, informó el diario El Universal
Los últimos cálculos revelan que es posible que hasta 30 piezas individuales del ROSAT, con un peso total de 1.7 toneladas, puedan llegar a la superficie de la Tierra. El fragmento más grande será probablemente el espejo del telescopio, que es muy resistente al calor y puede llegar a pesar más de una tonelada.
La hora y el lugar de reentrada no se puede predecir con precisión, afirmaron los especialistas. En la actualidad, los científicos esperan que el satélite de rayos X, que completa una órbita alrededor de la Tierra en unos 90 minutos, se precipite entre 21 y 24 de octubre próximos.
Durante su misión de 1990 a 1999, el satélite ROSAT realizó sus observaciones en una órbita elíptica a una distancia de entre 585 y 565 kilómetros sobre la superficie del planeta.
Desde su retiro del servicio, la resistencia atmosférica hizo que el satélite pierda altura. En junio de 2011, el satélite ya había alcanzado una distancia de 327 kilómetros sobre la Tierra. Debido a que no tiene un sistema de propulsión a bordo, no fue posible hacer maniobras para controlar su reingreso cuando terminó su misión en 1999.
Se trata del satélite de rayos X ROSAT de la agencia espacial alemana (DLR) que de acuerdo a la Sociedad astronómica Urania podría ingresar entre el 21 al 23 de octubre y el Nano Sail-D de la NASA, informó el diario El Universal
Los últimos cálculos revelan que es posible que hasta 30 piezas individuales del ROSAT, con un peso total de 1.7 toneladas, puedan llegar a la superficie de la Tierra. El fragmento más grande será probablemente el espejo del telescopio, que es muy resistente al calor y puede llegar a pesar más de una tonelada.
La hora y el lugar de reentrada no se puede predecir con precisión, afirmaron los especialistas. En la actualidad, los científicos esperan que el satélite de rayos X, que completa una órbita alrededor de la Tierra en unos 90 minutos, se precipite entre 21 y 24 de octubre próximos.
Durante su misión de 1990 a 1999, el satélite ROSAT realizó sus observaciones en una órbita elíptica a una distancia de entre 585 y 565 kilómetros sobre la superficie del planeta.
Desde su retiro del servicio, la resistencia atmosférica hizo que el satélite pierda altura. En junio de 2011, el satélite ya había alcanzado una distancia de 327 kilómetros sobre la Tierra. Debido a que no tiene un sistema de propulsión a bordo, no fue posible hacer maniobras para controlar su reingreso cuando terminó su misión en 1999.
De acuerdo a Urania, cuando la nave reingrese en la atmósfera a una velocidad de unos 28 mil kilómetros por hora, el observatorio de rayos X se romperá en fragmentos, algunos de los cuales se quemaran por el calor extremo.
Por su parte, el Nano Sail-D es un microsatélite que sirvió para probar un sistema de propulsión basado en la luz del sol, mediante velas desplegadas. Este es tan pequeño que ninguno de sus fragmentos sobrevivirá en su reingreso en la atmósfera.
En la actualidad, la fecha de reentrada sólo se puede calcular con una precisión de más o menos dos días. El intervalo de tiempo de la incertidumbre se reduce a medida que se acerca la fecha de reentrada. Sin embargo, incluso un día antes de la reentrada, la máxima estimación tendrá una precisión de más o menos cinco horas.
Todas las áreas bajo la órbita del ROSAT, que se extiende a 53 grados de latitud norte y sur podrían verse afectados por su reentrada. La mayor parte de los escombros caerán en la trayectoria del satélite. Sin embargo, fragmentos aislados podrían caer a la Tierra en un área de 80 kilómetros de ancho.
Según la agrupación astronómica, las principales causas de incertidumbre en la estimación de la fecha de reentrada son las fluctuaciones de la actividad solar. La radiación solar calienta la atmósfera de la Tierra y por lo tanto aumenta la resistencia atmosférica
El espectáculo de La Luna y Marte
Los dos planetas formarán parte del espectáculo estelar que podrá verse este fin de semana en la bóveda celeste durante la lluvia anual de meteoritos Oriónidas, que este año se espera para el sábado 22 de octubre, informó la NASA.
Los meteorólogos esperan que más de 15 meteoritos por hora, desprendidos del cometa Halley, atraviesen la atmósfera terrestre el sábado al amanecer cuando la lluvia alcance su máximo apogeo.
"Aunque no es la lluvia de meteoros más grande del año, definitivamente vale la pena levantarse para verla", declaró Bill Cooke de la Oficina Medioambiental sobre Meteoritos de la NASA.
El experto informó que este año las Oriónidas emergerán del cielo en la noche enmarcadas por algunas de las constelaciones más brillantes procedentes de Orión y pasarán por Tauro, Géminis, Leo y la Osa Mayor.
Pero este año, además, la Luna y Marte son parte del espectáculo. El satélite natural de la Tierra y el Planeta Rojo formarán los dos vértices de un triángulo celeste que cerrará Regulus, la estrella más brillante de la constelación Leo en el momento más activo de la lluvia, horas antes del amanecer.
Cooke y su equipo estarán vigilando los meteoritos que atraviesen la Tierra y también los que impacten en la Luna, ya que según explicó los restos de cometas como el Halley están presentes en todo el sistema Tierra-Luna.
La diferencia es que la Luna, al no tener atmósfera, recibe a los meteoritos directamente, los cuales impactan y estallan en la superficie lunar provocando el calentamiento térmico de las rocas lunares y un brillo que a veces es visto desde la Tierra con telescopios de aficionado.
El equipo de Cooke empezó a trabajar en 2005 y desde entonces detectó más de 250 meteoritos lunares, algunos de los cuales estallan "con energías superiores a cientos de kilos de dinamita".
En este periodo han registrado 15 Oriónidas que han golpeado la Luna, dos en 2007, cuatro en 2008, y nueve en 2009, a las que esperan agregar la de este año, ya que cerca del 25 % de la cara oscura estará expuesta a la corriente de desechos de Halley.
Observar cómo golpean estos meteoritos al satélite es una buena manera de aprender acerca de la estructura de los flujos de escombros del cometa y la energía de sus partículas, explica el científico, quien ayudará a su grupo a calcular los factores de riesgo para los astronautas que esperan, algún día, vuelvan a caminar sobre la superficie lunar.
Fuente: EFE