Oumuamua, el objeto cósmico con forma de puro, sigue guardando algunos misterios esenciales.
Astrónomos de la Universidad de Hawái descubrieron el 19 de octubre de 2017 un objeto inusual que se movía a través del espacio no muy lejos de la órbita de la Tierra. En solo unos días se dieron cuenta de que no podía ser un asteroide o un cometa normales, ya que su trayectoria no estaba ligada gravitacionalmente al Sistema solar. Por fuerza, tenía que haber llegado de más lejos. Los asombrados científicos tenían ante sus ojos al primer cuerpo interestelar que se paseaba por nuestro vecindario cósmico a toda velocidad. El «intruso» recibió el nombre de «Oumuamua», que en hawaiano significa «explorador», y suscitó un buen número de preguntas, algunas de las cuales aún están por resolver. Esto es lo que se sabe de este misterioso visitante un año después.
¿Qué aspecto tenía?
Lo más notable de Oumuamua es su forma alargada: seis veces más larga que ancha, lo que le daba un aspecto de cigarro cósmico. También recordaba a la famosa torre Agbar de Barcelona. Según datos del Observatorio Smithsonian de Astrofísica, el objeto tenía al menos 240 metros (y tal vez tanto como un kilómetro) en su dimensión más larga. Su superficie era grisácea y rojiza.
¿De dónde venía?
Los cálculos orbitales sugieren que Oumuamua procedía de la región en la que se encuentra Vega, una estrella muy brillante en la constelación septentrional de Lira. Sin embargo, las distancias recorridas son tan grandes que Vega no estaba en su actual posición cuando el asteroide pasó por allí, hace unos 300.000 años. La roca podría perfectamente haber estado vagando libre por la galaxia, sin ataduras gravitatorias a ningún sistema estelar, durante cientos de millones de años hasta su encuentro casual con el nuestro. En un estudio publicado el pasado marzo en la revista «Monthly Notices of the Royal Astronomical Society», científicos canadienses sugerían que pudo haber sido eyectado de un sistema con dos soles. Otro equipo de la Universidad de Belfast cree que impactó con otro asteroide antes de ser expulsado brutalmente de su sistema hacia el espacio interestelar hace miles de millones de años, tiempo que lleva girando caóticamente.
¿Qué era en realidad?
Como en la historia de galgos o podencos, no está claro si se trata de un asteroide o de un cometa. Quizás no lo sepamos nunca. De color rojizo, sin características espectrales aparentes y sin signos de gas o polvo, todo parecía sugerir que Oumuamua podría ser una especie de asteroide primitivo («tipo D»). Fue reclasificado como «asteroide interestelar». Sin embargo, el pasado junio, un estudio publicado en la revista «Nature» y dirigido por científicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) señalaba que la órbita de este objeto solo puede explicarse si una fuerza extra (aparte de la gravedad del Sol, planetas y pequeños cuerpos) le está impulsando. Esa fuerza sería la liberación de chorros de gas y vapor, en un proceso que se conoce como «desgasificación», que le aceleran y desvían. Por tanto, Oumuamua sería un cometa, a pesar de que su coma no sea visible.
¿Dónde está ahora?
El objeto se ha movido demasiado lejos para que cualquiera de nuestros telescopios lo vea. Y todo apunta a que no lo volveremos a ver nunca más. Después de un acercamiento de 33 millones de kilómetros a la Tierra (86 veces la distancia que hay entre nuestro planeta y la Luna), el supuesto cometa se dirige a las afueras del Sistema Solar a una velocidad aproximada de 114.000 kilómetros por hora.
¿Una nave extraterrestre?
Queda descartado. Pero por increíble que parezca, hubo quien planteó la posibilidad. El millonario Yuri Milner, impulsor del ambicioso proyecto Breakthrough Listen para detectar posibles señales de otras civilizaciones tecnológicas, utilizó el telescopio de Green Bank de la Universidad de Harvard en West Virginia (EE.UU.) para comprobar si Oumuamua emitía algún tipo de señal de radio. En sus primeros resultados, no encontraron ninguna.
¿Por qué es tan importante?
Los astrónomos no habían visto nunca nada semejante y su valor científico es excepcional. Desde hace mucho tiempo se cree que los cometas y los asteroides existen en otros sistemas planetarios. Como estos cuerpos son restos de la era de la formación de planetas, estudiarlos ofrecería una visión poderosa de las similitudes y diferencias en el origen de esos distintos sistemas. Hasta ahora, sin embargo, ha sido imposible: las presuntas grandes poblaciones de cometas y asteroides en otros sistemas están demasiado lejos. Por ese motivo, Oumuamua podría ser un recurso científico raro, ya que quizás provino de una de esos lejanas familias solares.
Fuente: ABC