El Tesla lanzado al espacio por SpaceX en febrero ha dejado atrás el planeta rojo. Su viaje le llevará a dar vueltas alrededor del Sol durante millones de años.
Mire al cielo. En algún lugar, entre las estrellas, vuela un exclusivo descapotable de color rojo cereza a una velocidad de decenas de miles de kilómetros por hora. Está pilotado por Starman, un maniquí enfundado en un traje espacial experimental cuyo nombre hace honor a la canción de David Bowie. En estos momentos, tal como ha anunciado la compañía que lanzó a Starman, SpaceX, el coche ya ha superado la órbita del planeta Marte.
Lo cierto es que el viaje del automóvil no forma parte de una misión científica para explorar el Sistema Solar. Más bien es la broma con la que Elon Musk, director general de SpaceX, quiso hacerle al planeta cuando el 6 de febrero de este año logró efectuar con éxito el lanzamiento del cohete más potente desde el programa Apollo, y que además es reutilizable: se trata del Falcon Heavy.
Después del exitoso vuelo inaugural, el potente cohete lanzó al espacio una carga de valor científico nulo pero de gran poder visual y publicitario: un deportivo de la compañía Tesla, que por entonces estaba dirigida por Elon Musk. En la retransmisión mundial del evento sonó la canción «Space Oddity», de David Bowie.
El pasado 2 de noviembre, Space X lo anunció en Twitter: «Esta es la posición actual de Starman. La próxima parada será el restaurante al final del Universo».
La enigmática expresión hace referencia al título de la segunda novela de la pentalogía de «La Guía del Autoestopista Galáctico», de Douglas C. Adams. En esta obra un ciudadano de la Tierra acaba embarcado en una nave espacial alienígena y descubriendo todo un Universo de personajes y civilizaciones estrafalarias, cuyas miserias resultan sospechosamente humanas y cómicas. En uno de esos momentos, el protagonista descubre una guía de viaje para autoestopistas galácticos –una especie de guía Michelín espacial– en cuya portada se lee la frase «Don´t panic!», algo así como «no entre en pánico, o conserve la calma». Es decir, la clásica frase que tiene el efecto contrario del que pretende.
Los guiños a Adams y a Bowie son una aportación de Elon Musk, un aficionado a la saga del autoestopista y al cantante británico.
El deportivo se lanzó al espacio a una velocidad aproximada de 33,5 kilómetros por segundo, es decir, 120.600 kilómetros por hora. Y, desde entonces, ha estado a merced de la gravedad de los planetas.
Las observaciones desde Tierra han permitido averiguar que en un principio Elon Musk fue demasiado optimista al considerar que el coche iba a alcanzar el cinturón de asteroides, a una distancia de 2 Unidades Astronómicas (UAs) de la Tierra –una UA es la distancia que existe entre nuestro planeta y el Sol–. Los cálculos hechos por los astrónomos revelaron que el vehículo no iba a ir más allá de Marte.
Según ha informado Space.com, un estudio ha predicho que el vehículo se aproximará a la Tierra de nuevo en 2091. Harán falta unas decenas de millones de años para que Starman finalice su viaje, cuando la gravedad hará que se estrelle en alguna parte, como en Venus, la Tierra o el propio Sol.
Se cree que en todo ese tiempo el vehículo será bombardeado cada año por una muy fina partículas de polvo y que cada varios millones de años recibirá el impacto de una roca tan grande como un puño, lo que podría hacer que acabara atravesado o hecho añicos. Además, las interacciones gravitacionales de los planetas, sobre todo de Júpiter, irán modificando su órbita.
En enero de 2019, el Falcon Heavy hará su segundo vuelo, esta vez con aplicación comercial. Por entonces lanzará el satélite Arabsat-6A, de Arabia Saudí.
Fuente: ABC