En la última década multimillonarios como el británico Richard Branson o el sudafricano Elon Musk han aprovechado el dinero que han ganado con sus negocios terrestres para lanzarse a la carrera espacial.
En esa lista también aparece uno de los cofundadores de Microsoft, Paul G. Allen, quien ha iniciado a través de su naciente compañía aeroespacial Vulcan Aerospace la construcción del avión más grande de la historia.
La aeronave, que ha sido bautizada como Startolaunch, está siendo ensamblada en California, en la costa oeste de Estados Unidos.
Se trata de una aeronave compuesta por dos fuselajes o cabinas unidas por las alas de mayor envergadura en la historia de la aviación: 115,5 metros.
Para darte una idea, un avión Airbus A380 -el avión de pasajeros más grande de la actualidad- tiene unas alas que de punta a punta miden 79,75 metros.
En cambio este avión de fibra de carbono tendrá el tamaño de un campo de fútbol y en su cabina derecha viajará la tripulación y en la izquierda estarán los sistemas de vuelo.
Su longitud será de 71,4 metros, similar a la del A380, y contará con seis motores Pratt & Whitney PW4056 como los que usa un Boeing 747, que le permitirán alcanzar los 35.000 pies de altura o 10.500 metros.
Será capaz de volar a la órbita terrestre baja (LEO, por sus siglas en inglés) con una carga de 5,9 toneladas, la mayor hasta la fecha de un avión.
Esa será una diferencia crucial, pues actualmente la industria tradicional envía al espacio cohetes desde lanzaderas con los costos que ello implica y no mediante aviones que aterrizan al completar su misión.
Primero los satélites
Como relata él mismo, el sueño de alcanzar el espacio de Paul G. Allen comenzó cuando vio al primer hombre en alcanzar el espacio, el ruso Yuri Gagarin en 1961.
«Pero nunca me habría imaginado que, más de 50 años más tarde, el acceso a la órbita terrestre baja (LEO) todavía sería costoso, complejo y difícil», dice Allen en una carta compartida por Vulcan Aerospace a BBC Mundo.
Llevar a los terrestres comunes al espacio es el objetivo a largo plazo de Allen, pero primero Vulcan Aerospace tiene como meta que el Startolaunch sea un vehículo de carga a la órbita baja.
Este gigantesco avión estará habilitado para cargar en medio de sus dos cabinas un cohete de 275 toneladas que al llegar a los 35.000 pies se soltará de su acoplamiento y completará su viaje al espacio.
El cohete podrá transportar satélites o materiales de abastecimiento para la industria espacial. Pero la ambición de Allen es que cuando el acceso al espacio sea «rutina», tenga muchos más usos.
«Eso es lo que pasa con las nuevas plataformas: cuando se hacen disponibles de manera fácil, conveniente y asequible, atraen y permiten a otros visionarios y empresarios desarrollar nuevos conceptos».
El «Nuevo espacio»
La carrera espacial puso a Estados Unidos y Rusia frente a frente hace medio siglo, y solo algunas naciones como Japón, China, India o las de la Unión Europea han podido implicarse en ella poco a poco.
El primer viaje de una firma privada se dio en 2004 con el SpaceShipOne, que fue financiado en parte por Paul G. Allen, y esta década han entrado ya de lleno a la industria espacial privada empresas como SpaceX, de Elon Musk, y Virgin Galactic, de Richard Branson.
Esta nueva carrera por los vuelos espaciales se ha llamado el «nuevo espacio» para diferenciarse del «viejo espacio» que dominaron los gobiernos con la NASA estadounidense y la FKA rusa.
En el caso de Vulcan Aerospace, su presidente Chuck Beames explica que la filosofía de esta nueva compañía es cambiar la visión militar del «viejo espacio» para crear un «ecosistema» entre empresas.
Así como los chips pasaron de los gigantes computadores a los pequeños móviles, esta empresa espera que reduciendo los costos de acceso al espacio «expandirá las limitaciones físicas de la humanidad», dice Beames.
El costo es la clave, según Paul G. Allen, llevar a cualquier persona al espacio o poner en órbita satélites es caro.
«Los retos difíciles exigen nuevos enfoques, y soy optimista de que Stratolaunch producirá beneficios transformadores, no sólo para los científicos y empresarios del espacio, sino para todos nosotros», dice este entusiasta del espacio.
Fuente: BBC