La nube de gas y polvo más famosa, captada por el Hubble en 1995, fue probablemente arrasada por la supernova de una estrella nacida en su interior.
Imagen en el infrarrojo y el visible de los Pilares de la Creación, publicada en 2015 – NASA, ESA/Hubble and the Hubble Heritage Team
La exploración espacial ha cambiado los sueños de generaciones enteras. Nada fue igual desde que medio mundo vio a Neil Armstrong descendiendo del módulo lunar o desde que la sonda Voyager fotografió el punto azul pálido que es la Tierra en la inmensidad sin fin. Quizás estas imágenes nos hicieron cambiar un poco nuestras ideas sobre nuestro lugar en el universo.
Pero no se puede olvidar al Hubble. Sin este telescopio, lanzado ya hace 30 años, muchas personas no podrían ni haber imaginado qué aspecto tienen las galaxias que decoran el espacio como minúsculos granos de arroz o cómo es el suave y elegante contorno de los anillos de Saturno ( aquí tienes una pequeña muestra de las fotografías del Hubble). Quizás una de sus imágenes más famosas sea la de los Pilares de la Creación, unas majestuosas columnas levantadas sobre un fondo de ensueño, inmortalizadas por el telescopio en abril de 1995. Hasta esa fecha, mucha gente no había visto algo tan hermoso, al menos en los cielos.
Los pilares son nubes de frío hidrógeno molecular y polvo en la Nebulosa del Águila (también llamada M16), situada a unos 6.000 años luz de la Tierra. En concreto, la imagen muestra tres torres, la de la izquierda mide cuatro años luz de largo, en cuyo interior nacen las cientos de estrellas que forman el cúmulo NGC 6611. Éstas «queman» el gas y el polvo de las nubes a través de reacciones de fusión nuclear.
Las imágenes de arriba, captadas en el rango visible, muestran el polvo y el gas y un puñado de estrellas rosas. Pero la radiación de otras longitudes de onda, como la infrarroja o la de rayos X, permite ver qué hay detrás. Así, por ejemplo, los rayos X le permitieron al telescopio espacial Chandra detectar unas 1.700 estrellas en esta región.
Una imagen captada por el Hubble en 2015, de mayor resolucion y que combinó radiación visible e infrarroja, permitió detectar muchas de las estrellas ocultas por el polvo. Gracias a esto, se detectó un brillo azulado que corresponde a las zonas donde hay más estrellas naciendo, entre las que está la parte superior del pilar más largo. Tal coo se ve, allá donde hay este color azulado, los pilares esán más enteros.
Erosión en las cumbres
Según dijo en 2015 el astrónomo Paul Scowen, en esos puntos las estrellas son jóvenes y todavía «inofensivas»: cuando crezcan más, su radiación será más potente y acabará evaporando el gas y el polvo a su alrededor, haciendo desaparecer a los Pilares de la Creación.
«Los pilares gaseosos están siendo ionizados, un proceso por el cual los átomos pierden sus electrones, y calentados por la radiación de las estrellas masivas», dijo Scowen. «Los fuertes vientos de las estrellas y el bombardeo de partículas cargadas está literalmente erosionando la cumbre de los pilares».
De hecho, esas cumbres, en las que hay protuberancias que son mayores que todo el sistema solar, se están evaporando a causa del flujo de radiación ultravioleta.
Los pilares fueron destruidos hace milenios
En 2009, las imágenes de infrarrojos captadas por el telescopio espacial Spitzer permitieron detectar lo que parecía ser un frente de choque generado por una supernova. Tal como sugirió el astrónomo Nicolas Flagey, esto podría indicar que la onda del violento estallido habría destruido toda la nube de polvo de los Pilares de la Creación hace milenios. La luz que nos revelaría este desenlace todavía tardaría unos mil años en llegar a la Tierra, aunque otros astrónomos han sugerido que esta destrucción sería más gradual. En todo caso, está claro que la famosa foto del Hubble es una auténtica reliquia del pasado. De uno muy remoto.
Fuente: ABC