Con una masa de hasta veinte veces la de nuestro Sol, conviven en el mismo cúmulo estelar, algo que se creía imposible.

Un descubrimiento inesperado. Astrónomos que estudiaban el cúmulo globular Mesier 22 (M22), un grupo de estrellas a más de 10.000 años luz de la Tierra, en busca de un raro agujero negro en su centro, no encontraron exactamente lo que estaban buscando. Hallaron un agujero, sí, pero resulta que no estaba solo. Sorprendentemente, otro le hacía compañía. Los dos tienen de diez a veinte veces la masa del Sol. La investigación, que aparece publicada en la revista Nature, echa por tierra las teorías predominantes hasta ahora, que decían que solo un pozo cósmico podía existir en un cluster, ya que los demás eran expulsados por fuertes interacciones.

Los astrónomos utilizaban el telescopio Very Large Array (VLA), en Nuevo México, con la esperanza de encontrar pruebas de un raro tipo de agujero negro en el centro del cúmulo Messier 22 en nuestra galaxia. Buscaban lo que los científicos llaman un agujero negro de masa intermedia, varias veces más masivo que el Sol, pero más pequeño que los agujeros negros supermasivos que se encuentran en los núcleos de las galaxias.

«No encontramos lo que estábamos buscando, pero en su lugar dimos con algo muy sorprendente: dos agujeros negros más pequeños», dice Laura Chomiuk, de la Universidad Estatal de Michigan y el Observatorio Radioastronómico Nacional. Los científicos quedaron sorprendidos, porque la teoría dice algo semejante no es posible.

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