Traducción de nuestra contribución a la sección bimensual “Focus on” de “The Lunar Observer” aparecida en el número de mayo 2018.
Fue una experiencia sumamente provechosa, y con algo de nostalgia, revisar las imágenes de la base de datos de la Sección Lunar de la Asociación Entrerriana de Astronomía buscando los cráteres más jóvenes de la Luna, los que pertenecen al periodo copernicano. Nuestro objetivo era ejemplificar los rasgos principales de los cráteres copernicanos, siguiendo las pautas de “The Geological History of the Moon” por Don Wilhelms (United States Government Printing Office, Washington, 1987) en la página 267: “Para resumir: los rayos más brillantes, los albedos más contrastantes de diferentes materiales en el crater, las anomalías termales más intensas, las mosfologías más recientes, los bloques de material eyectado más coherentes, los suelos más profundos y menos cráteres superpuestos indicant un crater del período copernicano”.
En la imagen 1 encontramos algunos de los rayos más brillantes: en primer plano los rayos de Aristarchus confundiéndose con los de Kepler a la derecha y los que vienen desde el este de Copernicus.
En la imagen 2 los rayos de Copernicus (apenas visible en el extremo inferior) invaden todo y parecen enmarcar a Pytheas que, aparte de su pequeño sistema de rayos, presenta interesantes contrastes de albedo por la diversidad de materiales presentes en sus rampas externas.
En la imagen 3 volvemos a ver a Copernicus como ejemplo de morfologías complicadas todavía no alteradas por el clima espacial: el Sol comienza a iluminar las laderas escalonadas de la rima de un Copernicus todavía en sombras. También podemos observar el sistema de eyecciones del impacto que formó el cráter, casi intacto.
En la imagen 4 Tycho muestra no sólo su profundo piso sino también sus laderas escalonadas con sus zonas más claras y más oscuras (“el borde de Tycho está rodeado de zonas brillantes y oscuras”, página 266) y el altísimo pico central proyectando una aguda sombra al sol naciente.
Cerramos con la imagen 5, donde vemos 2 cráteres copernicanos de distintas características: Godin (al centro, arriba de Agrippa), con sus bordes escalonados, su piso agrietado y su pico central) y Dionysius, con su pequeño sistema de rayos y su material brillante, especialmente brillante en su borde este. Dionisyus es una rara avis “el único cráter de rayos oscuros en la cara visible”, en palabras de Waybe Bailey en el “Focus On” de septiembre 2015, sus rayos se formaron con basalto excavado del mare Tranquilitatis cuando se produjo el impacto que lo formó.