En el ocaso, mirando hacia el Noroeste, una cerrada conjunción (visualmente cercanos) Venus-Júpiter.
La separación será casi un tercio de grado, algo así como menos de la mitad del ancho de un dedo con la mano extendida al cielo.
Si bien la conjunción se reiterará en octubre, tendrá dos desventajas: será en la madrugada y no se verán ni por lejos, tan cercanos entre sí.
Aprovechen, salgan, miren y disfruten de los dos planetas más brillantes de los cinco que pueden observarse a ojo desnudo.
Recuerden que físicamente, no estarán cercanos entre sí, estando Venus a 77 millones de kilómetros de nosotros y Júpiter a 909 millones de km.
El primero, un planeta rocoso de casi el miso tamaño que la Tierra, el segundo, un gigante gaseoso cuyo diámetro equivale a 11 «tierras».
El primero, no tiene lunas, el segundo, es el «rey» de las lunas, con 67 hasta la fecha.
Por último, una conjunción similar a esta, pero más cerrada aún, tanto que parecieron una sola «estrella», sería para algunos estudiosos de arqueo astronomía, lo que habría sido en realidad la «Estrella de Belén».
Sin debates religioso-ateo, algo que debe quedar librado a la conciencia de cada persona, la arqueo astronomía, busca en los viejos escritos de la humanidad (desde la Ilíada a la Biblia o el Corán) eventos astronómicos que figuren allí y su factibilidad concreta.
En este caso, un cometa no pudo haber sido, ya que en aquella época eran malos presagios, en cambio (no podemos extendernos tanto aquí) Venus, Júpiter, en las cercanías de la estrella Regulus, con las estrellas de fondo de la constelación de Leo, pudo haber tenido para esos «Reyes Magos» (que eran los astrólogos, quienes «leían» los mensajes de las estrellas) un significado especial.
Tal evento, ocurrió el día 17 de junio del año 2 aC.
No es la única teoría, pero para muchos, es la más bonita y llamativa a la vista de cualquiera.
¡Buenos cielos!
Fuente: Claudia C. Pérez Ferrer
Achernar – Difusión de la Astronomía
