Hace casi 40 años el radioastrónomo Jerry Ehman estaba rastreando una parte del cielo con la esperanza de detectar alguna señal de una civilización alienígena cuando, repentinamente, captó algo extraño.
Fue una señal increíblemente breve, pero se registró como un pico perceptible, una especie de transmisión momentánea.
Sobre un papel continuo, Ehman uso su bolígrafo para rodearla con un círculo rojo y escribió una palabra: «Wow!» (¡Guau!).
La «señal Wow!», como pasó a ser conocida, nunca ha podido ser explicada y nada semejante se ha escuchado otra vez.
Sin embargo, una organización llamada SETI (siglas en inglés del Instituto de Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) ha seguido intentando escuchar señales que podrían ser creadas por formas de vida inteligente en nuestra galaxia y más allá.
Distinguir y desechar
Recientemente, un documental del canal Science Channel contó cómo fue que los astronautas de la misión Apolo 10 escucharon en sus audífonos una extraña «música espacial» cuando estaban orbitando la cara oculta de la Luna.
Y muchos científicos consideran que los sonidos fueron simplemente causados por interferencia radial.
El episodio del Apolo 10 planteó, sin embargo, la cuestión de cómo podemos diferenciar un sonido espacial de otro.
«Escuchar algo y descartarlo es lo más normal», dice el dr. John Elliot, de la Universidad Beckett de Leeds, Reino Unido. «Es raro que llegue hasta el Grupo de Trabajo de Post-Detección de SETI».
El Grupo de Trabajo de Post-Detección, al cual el dr. Elliot pertenece, es un pequeño consejo de científicos encargados de analizar señales de radio interesantes detectadas por radiotelescopios de todo el mundo.
Elliot, quien ha pasado mucho tiempo pensando en lo que pasaría si llegara a escuchar una transmisión alienígena, dice que desde que se unió a la organización en 1999 el grupo sólo ha tenido que evaluar una señal aproximadamente cada dos años.
A diario se detectan muchas otras, pero rápidamente quedan descartadas como interferencias o señales hechas por el hombre.
Los informes llegan desde cualquier lado e incluso hay una red de voluntarios, con sus propios receptores, llamada la Liga SETI, que se mantiene buscando evidencia.
«Si hay un patrón que se repite, eso sería de mucho interés», dice Elliott.
«Nos preguntaríamos si ese patrón demuestra una complejidad semejante a la de un idioma, o la de las matemáticas, o algo que contiene información».
Es improbable que inmediatamente supiéramos lo que los extraterrestres nos están diciendo, pero podríamos comprender que estarían diciendo algo.
Clasificación y protocolo
SETI mantiene una lista de «señales candidatas» e incluso hay un sistema conocido como la Escala de Río para clasificar el significado de una señal.
La clasificación está basada en las características de una señal, la forma cómo fue detectada y el lugar desde dónde se originó.
Los astronautas del Apolo 10 se reservaron la «música espacial» que escucharon por muchos años. De hecho, su experiencia solo se hizo pública muy recientemente, en 2008, cuando las grabaciones del incidente fueron dadas a conocer por la NASA.
Cualquier señal realmente interesante recogida por SETI sería dada a conocer públicamente, pero no sin previamente seguir un estricto procedimiento de verificación.
De hecho, SETI tiene una lista especial de protocolos de detección para tal eventualidad, que incluye la divulgación de datos para que puedan ser analizados por terceros.
Otro miembro del Grupo de Trabajo de Posdetección, Dan Werthimer, de la Universidad de California, Berkeley, destaca que el equipo debe tener cuidado de no ser víctima de potenciales engaños.
«Puede ser un virus en nuestro software o un estudiante de posgrado haciéndonos una broma, así que el objetivo es obtener confirmación independiente», dice.
Y es que el interés en cualquier potencial señal extraterrestre sería ciertamente enorme.
Como en 2004, cuando los astrónomos tuvieron que hacer aclaratorias sobre informaciones erróneas, aparecidas en internet, en las que se señalaba el descubrimiento de una «señal extraterrestre».
O el año pasado cuando SETI recogió una nueva serie de «ráfagas rápidas de ondas de radio», un misterio que los científicos no han podido descifrar. No hay explicación conocida y eso ha hecho que muchos se pregunten si se trata de señales de una civilización alienígena.
Hay muchas interrogantes y algo importante de establecer es la distancia que ha recorrido la señal.
Obviamente si simplemente rebotó de un satélite o de basura espacial que está orbitando la Tierra, entonces no será un indicador de comunicaciones extraterrestres.
Para hacer el análisis, SETI emplearía un segundo telescopio con sus propias lecturas.
«Cuando tienes dos telescopios observando una señal puedes hacer una triangulación y medir su distancia para determinar si es algo que está cerca», apunta Werthimer.
Sin embargo, hasta ahora no ha ocurrido ningún caso urgente.
«Nunca hemos tenido nada que nos haya emocionado tanto como para llamar al director del observatorio y decir que ‘tenemos que poner el telescopio ahora’».
Modo de respuesta
Otra pregunta persistente que Elliot y muchos otros se han planteado es qué hacer en respuesta a una señal que, realmente, se piense que proviene de una civilización alienígena.
En ese sentido los protocolos de SETI dicen: «Ninguna respuesta a una señal u otra evidencia de inteligencia extraterrestre debería ser enviada hasta que se efectúen las consultas internacionales correspondientes».
Y Elliot indica que «las opiniones siguen divididas en cuanto a qué hacer».
«Uno de los dos bandos principales dice que sí debemos responder y el otro que no».
Elliot apunta, sin embargo, que sería una oportunidad perdida si no ofrecemos una respuesta.
Esa posibilidad, sin embargo, plantearía otro problema, el de cómo comunicamos sin tener un lenguaje compartido.
Elliott indica que tendríamos que establecer señales para fenómenos en el universo que son comunes para las dos civilizaciones «como una llave para comenzar nuestro diálogo».
Y eso, por ejemplo, podría incluir la representación de una «estrella» o «galaxia» o el conteo de objetos astronómicos.
Sin embargo, tendríamos que tomar en consideración el retraso en las transmisiones. El sistema estelar más cercano con planetas está a 10,5 años luz. Eso significa 21 años terrestres para enviar un mensaje y obtener una respuesta.
Dan Werthimer dice que hasta ahora todas las señales «interesantes» o terminaron siendo inexplicables, como las ráfagas rápidas de ondas de radio y la «señal Wow!», o fueron simplemente causadas por fenómenos naturales como supernovas.
«Soy optimista. Creo que probablemente el universo está lleno de vida, pero los terrícolas apenas estamos entrando en el juego. Estamos aprendiendo como hacer esto», dice.
«Creo que pasará un tiempo antes de saber si estamos solos o no».
Aun así, sobran señales de radio que están rebotando por todo el espacio.
Es posible que alguien allá afuera esté intentando ponerse en contacto.
Fuente: BBC
me interesaría participar en el programa de la liga SETI.