China continúa con su ambicioso programa tripulado, efectuando, con el lanzamiento de su primera estación espacial, un gran paso adelante en su persecución de la tecnología que lo equipare totalmente a las otras potencias astronáuticas.

Avanzando poco a poco, y ante la negativa occidental a que China pudiera participar en la estación espacial internacional, el país decidió emprender por sí mismo un programa que le proporcionara la independencia necesaria en este sector. Con sus cápsulas Shenzhou empleadas ya repetidamente para enviar astronautas al espacio, el próximo objetivo sería colocar a un módulo-laboratorio en órbita y acoplar a una de las primeras a él.

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