MOSCU (AP).- Una sonda espacial rusa que iba a una luna de Marte, pero que no pudo salir de la órbita terrestre, se desintegró al caer ayer y sus restos se esparcieron sobre el Pacífico sur, frente a la costa chilena. Según informó el Ministerio de Defensa de Rusia, los fragmentos cayeron a 1250 kilómetros al oeste de la isla Wellington.
La Phobos-Grunt es una de las piezas de basura espacial más pesadas y tóxicas que se hayan desplomado, pero funcionarios espaciales y expertos dijeron que los riesgos eran mínimos, pues tanto el tóxico combustible de la sonda como la mayor parte de la estructura de la nave debían quemarse en la atmósfera.
MOSCU (AP).- Una sonda espacial rusa que iba a una luna de Marte, pero que no pudo salir de la órbita terrestre, se desintegró al caer ayer y sus restos se esparcieron sobre el Pacífico sur, frente a la costa chilena. Según informó el Ministerio de Defensa de Rusia, los fragmentos cayeron a 1250 kilómetros al oeste de la isla Wellington.
La Phobos-Grunt es una de las piezas de basura espacial más pesadas y tóxicas que se hayan desplomado, pero funcionarios espaciales y expertos dijeron que los riesgos eran mínimos, pues tanto el tóxico combustible de la sonda como la mayor parte de la estructura de la nave debían quemarse en la atmósfera.
Miles de restos de vehículos espaciales orbitan la Tierra, con el ocasional peligro para los astronautas y satélites en órbita, aunque hasta ahora nadie ha resultado herido por esos restos. Con un peso de 13,5 toneladas métricas (14,9 toneladas), la sonda espacial rusa, de 170 millones de dólares, fue la más cara y la más ambiciosa desde la era soviética. Debía aterrizar en Phobos, una de las dos lunas de Marte, recoger muestras del suelo y volar de vuelta a la Tierra.
La agencia espacial rusa, Roscosmos, había dicho que la sonda no tripulada se estrellaría en cualquier punto de sus próximas órbitas, incluidos Europa, el sudeste de Asia, Australia y América del Sur. Estados Unidos, Canadá y gran parte de Rusia quedaron fuera de la zona de peligro.
Fuente: La Nación