Recuerdos de cometas en los 25 años del Observatorio de Oro Verde

 Por Mariano Andrés Peter

Cometa Lovejoy, fotografido por Luis Trumper (Pte. de la AEA y Dir. del Observatorio de Oro Verde)

Observar un cometa en el firmamento es siempre una experiencia única, una conexión cósmica y un momento de creación. Por que nos recuerda que de allí provenimos.
Los cometas junto con los asteroides y meteoritos aportaron la mayor parte del agua y de las moléculas orgánicas complejas (e inclusive tal vez los primeros microorganismos) que permitieron el surgimiento y evolución de la vida en la Tierra, y que en última instancia dieron origen a los humanos.
Desde esta perspectiva, nosotros seríamos los extraterrestres que tanto hemos buscado y con los que tanto hemos soñado a lo largo de incontables generaciones.

 Por Mariano Andrés Peter

Cometa Lovejoy, fotografido por Luis Trumper (Pte. de la AEA y Dir. del Observatorio de Oro Verde)

Observar un cometa en el firmamento es siempre una experiencia única, una conexión cósmica y un momento de creación. Por que nos recuerda que de allí provenimos.
Los cometas junto con los asteroides y meteoritos aportaron la mayor parte del agua y de las moléculas orgánicas complejas (e inclusive tal vez los primeros microorganismos) que permitieron el surgimiento y evolución de la vida en la Tierra, y que en última instancia dieron origen a los humanos.
Desde esta perspectiva, nosotros seríamos los extraterrestres que tanto hemos buscado y con los que tanto hemos soñado a lo largo de incontables generaciones.

Cometa Halley (Dto. de Astrofotografía de la AEA)

En el 2011 el Observatorio Astronómico de Oro Verde cumplió sus primeros 25 años de existencia y como regalo del cielo por este aniversario, pudimos deleitarnos con la belleza y esplendor del cometa Lovejoy.
Curiosamente en 1986, el año de inauguración del Observatorio, también pudimos disfrutar de la visita de otro cometa, el más famoso de todos, el cometa Halley.

En 1994 otro cometa llamo la atención de todos los observadores del cielo, pero esta vez no fue la  observación común de un cometa, si no que por el contrario, fue la primera vez en la historia en que pudimos presenciar el impacto de un cometa, el Shoemaker – Levy, con el planeta Júpiter. Si bien los impactos se produjeron en el lado oculto del gigante gaseoso, debido a su rápida rotación a las pocas horas mostraba las marcas oscuras de las explosiones. Si ese cometa hubiera impactado contra la Tierra, se habría producido una extinción masiva y el fin de la civilización humana.

 

Cometa Hale-Bopp (Dto. de Astrofotografía de la AEA)

Entre 1996 y 1998 tres cometas importantes se hicieron visibles en nuestros cielos australes. En 1996 el cometa Hyakutake fue observado por una multitud de personas desde el Observatorio de Oro Verde hasta altas horas de la madrugada. En 1997 otro gran cometa, el Hale- Bopp atrajo la atención del público que en gran número se acerco al Observatorio para presenciar su recorrido entre las estrellas.
Y en 1998 hizo su aparición el cometa Lee, pero desafortunadamente durante los días de mayor esplendor del cometa, las nubes y la lluvia impidieron cualquier tipo de observación. Fue una gran decepción lamentablemente.

El nuevo milenio trajo nuevos cometas. En 2004 pudimos maravillarnos con la presencia en el mismo sector del cielo de los cometas NEAT y LINEAR. Ver a dos cometas muy cercanos uno del otro en el cielo a simple vista fue una experiencia única para todos.

 

Cometa Mc Naught (Dto. de Astrofotografía de la AEA)

2007 fue un año que jamás se borrará de nuestras mentes en lo que a observación de cometas se refiere. El Mc Naught fue el cometa más espectacular de los últimos 40 años. Su cauda se desplegó por el cielo como si fuera una gran cola de pavo real. No hizo falta ningún instrumento óptico, fue un espectáculo a simple vista. Algo imposible de ser superado y que ponía la piel de gallina.

 

Cometa Lulin (Dto. de Astrofotografía de la AEA)

En el año 2009 visito nuestros cielos el cometa Lulin. No fue un gran cometa visualmente hablando, tal vez debido a que el recuerdo del Mc Naught seguía estando muy fresco, pero sí fue un cometa muy fotogénico que dejo magníficas imágenes.

Cometa Hartley (Dto. de Astrofotografía de la AEA)

Y por último, en 2010, llego el cometa Hartley. No era nada espectacular visualmente hablando, ya que solo se pudo observar a través de telescopios y binoculares. Pero el Hartley fue el cometa con el que la AEA comenzó a participar del programa de observación y recolección de datos e imágenes que lleva adelante la Sección Cometas de la Liga Iberoamericana de Astronomía (LIADA), de la cual la AEA es miembro pleno.

Desde luego que estos no son los únicos cometas que se han observado desde estas latitudes australes durante los 25 años del Observatorio de Oro Verde, pero sin dudas han sido por diferentes razones los que más recordamos.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

El estudio de los cometas por sondas espaciales

Por Alberto Anunziato

El cometa Halley fotografiado por la AEA en 1986 desde el Observatorio de Oro Verde

La humanidad ha vivido por siglos a la espera de estos supuestos mensajeros de la desgracia que, en los cielos no contaminados por la luz eléctrica, imponían su presencia majestuosa.
El descubrimiento del cometa 9P/Tempel fue el disparo inicial (después veremos que este cometa será el primero en recibir un disparo real de los humanos) para una de las más fantasiosas y menos conocidas novelas de Julio Verne, “Las aventuras de Héctor Servadac”, en la que un cometa roza la Tierra, arranca el norte de Argelia y se lleva consigo un grupo de personajes en su camino al espacio.
Nuestros cielos ya no nos dejan ver a los cometas en su esplendor, ya es difícil que inspiren este tipo de fantasías. Nuestro único consuelo es que de a poco vamos descubriendo sus secretos a través de las sondas espaciales que se han acercado a ellos.

Por Alberto Anunziato

El cometa Halley fotografiado por la AEA en 1986 desde el Observatorio de Oro Verde

La humanidad ha vivido por siglos a la espera de estos supuestos mensajeros de la desgracia que, en los cielos no contaminados por la luz eléctrica, imponían su presencia majestuosa.
El descubrimiento del cometa 9P/Tempel fue el disparo inicial (después veremos que este cometa será el primero en recibir un disparo real de los humanos) para una de las más fantasiosas y menos conocidas novelas de Julio Verne, “Las aventuras de Héctor Servadac”, en la que un cometa roza la Tierra, arranca el norte de Argelia y se lleva consigo un grupo de personajes en su camino al espacio.
Nuestros cielos ya no nos dejan ver a los cometas en su esplendor, ya es difícil que inspiren este tipo de fantasías. Nuestro único consuelo es que de a poco vamos descubriendo sus secretos a través de las sondas espaciales que se han acercado a ellos.

La novela de Julio Verne

1.-La misión conjunta al Halley.
La ICE (International Cometary Explorer), una sonda espacial lanzada en colaboración entre la Agencia Espacial Europea y EEUU para estudiar originalmente la interacción entre el campo magnético de la Tierra y el sol, fue el primer artefacto humano en atravesar la cola de un cometa, el 11/9/1985.
Sin embargo, fueron las misiones enviadas al Halley en su paso de 1986 las que generaron una verdadera revolución en cuanto a nuestro conocimiento de estos astros. En el mes de marzo de 1986 5 sondas sobrevolaron el núcleo del cometa. La primera en acercarse fue la Sakigake japonesa, seguida por la Vega 1 soviética, la Susei japonesa, la Vega 2 y por último la Giotto de la Agencia Espacial Europea.
Estas fueron las sondas que se consideraron parte de la llama “Armada Halley”, en la que también deberíamos incluir a la ICE estadounidense (EEUU canceló su misión al Halley en 1981). El trabajo se repartió así: la ICE y las sondas japonesas realizarían mediciones a larga distancia, las sondas soviéticas localizarían el núcleo y sus datos permitirían el acercamiento preciso de la Giotto.

 

El núcleo del Halley por la sonda Giotto

El núcleo no era una “bola de nieve sucia”, como se pensaba que lo eran los nucleos cometarios desde 1950 (una masa bien sólida compuesta por hielo de diferentes gases, mayoritariamente hielo de agua, y materiales no volátiles en forma de granos de polvo), ya que en la composición prima el polvo y no el hielo. No es esférico tampoco sino tiene una extraña forma de maní de 15 km. de largo y 10 km. por ancho. Pudieron observarse por vez primera tres brillantes chorros arrojar el material nuclear desde el lado iluminado más caliente por el Sol., pero sólo alrededor del 10% de la superficie es activa. El núcleo tampoco era blanco sino más negro que el carbón y su superficie sumamente irregular, su textura es porosa y con una densidad de sólo un tercio la densidad del agua. Los chorros detectados le dan un extraño movimiento de rotación al núcleo.

2.- Deep Space encuentra al Borrelly
El modelo teórico del núcleo cometario elaborado luego de la misión conjunta la Halley fue confirmado cuando la sonda Deep Space I se acerco al 19P/Borrelly en 2001, obteniendo fotografías de su núcleo, aun más oscuro que el del Halley, que eran superiores que las de la Giotto. También se pudo medir la composición de los gases que se movían alrededor del núcleo, otorgándonos nueva información sobre cómo estos gases interactúan con el viento solar.

 

El 19P/Borrelly fotografiado por la sonda Deep Space I

3.-Los cometas a mano. Stardust y el Wild.
Otro hito en el estudio cometario vino en 2004. La sonda Stardust fue la primera misión estadounidense destinada originariamente a un cometa (el 81P/Wild 2) y la primera en recoger muestras cometarias. Sus objetivos eran la recolección de muestras de polvo interestelar (cuya existencia fue comprobada en 1993 por la sonda Ulysses) y de polvo cometario proveniente del núcleo, ambos tipos de muestras serían atrapadas usando una especie de espuma vítrea llamada “aerogel”.
La aproximación al cometa fue verdaderamente cercana, ya que el 2 de enero de 2004 ingresó en la coma hasta una distancia de apenas 236 kms. del núcleo, recogiendo muestras y tomando fotografías espectaculares que mostraron con gran nitidez un núcleo muy diferente al que mostraron las famosas fotos del núcleo del Halley. Un núcleo muy semejante a un asteroide, de gran blancura y repleto de cráteres (de hasta 150 metros de profundidad), pináculos (de hasta 100 metros de altura) y acantilados podía verse en las que fueron consideradas las mejores fotos tomadas de un cometa, un verdadero regalo para una misión que había sido programada principalmente para recoger muestras de polvo.
Las fotografías mostraban un núcleo que en vez de ser una bola de nieve sucia presentaba una superficie cohesiva que ha resistido a numerosos impactos.
También pudo observarse la abundancia de jets en la superficie (en el tiempo de sobrevuelo no se esperaba observar más de 2 y se observaron 2 docenas) y su comportamiento contrario a lo que se estimaba, ya que en vez de ser cortos chorros que se dispersaran rápidamente en el halo del cometa se trataba de largos chorros que se mantenían cohesionados a gran distancia.

 

El 81P/Wild 2 fotografiado por la Stardust

Las muestras recogidas por Stardust en una cápsula especial (“Sample Return Capsule”) tuvieron un aterrizaje exitoso en la Tierra en 2006, luego de desprenderse del cuerpo principal. La cápsula que contenía las muestras, protegidas del calor generado por la energía kinética propia de la entrada en la atmósfera, fue recuperada exitosamente en el lugar de aterrizaje, una zona desértica del estado de Utah.

 La  SRC en el desierto

Astrofilia, interesante nota sobre la «extraña pasión» por la Astronomía

 Por Jesús R. Sánchez

En estos tiempos en los que el SIDA y otras lacras sociales están a la orden del día, la sociedad parece haber olvidado a los astrofílicos, un reducido grupo de enfermos que sufren casi marginados su mal.
La astrofilia es en realidad un síndrome, cada vez más raro y poco conocido por la ciencia médica.
Su característica fundamental consiste en un desmedido interés de los pacientes afectos, por conocer y sobre todo observar los astros con sus propios ojos.

Aunque su sintomatología semeja una enfermedad mental, en realidad sus manifestaciones son claramente orgánicas. Por ejemplo: estudios oftalmológicos del umbral de sensibilidad luminosa, evidencian en los pacientes con larga evolución de la enfermedad un considerable aumento de su capacidad visual. Ello les permite detectar visualmente hasta lejanas galaxias con pequeños telescopios instalados en polucionadas ciudades. Más asombroso es el incremento en la agudeza visual en los afectos de la forma planetaria del síndrome: son capaces de registrar detalles en las superficies de lejanos planetas y satélites. Hay célebres nombres de la astronomía clásica con esta variante que hicieron famosos los canales del planeta Marte y en su delirante actividad creían ver signos de civilización en su superficie.

 Por Jesús R. Sánchez

En estos tiempos en los que el SIDA y otras lacras sociales están a la orden del día, la sociedad parece haber olvidado a los astrofílicos, un reducido grupo de enfermos que sufren casi marginados su mal.
La astrofilia es en realidad un síndrome, cada vez más raro y poco conocido por la ciencia médica.
Su característica fundamental consiste en un desmedido interés de los pacientes afectos, por conocer y sobre todo observar los astros con sus propios ojos.

Aunque su sintomatología semeja una enfermedad mental, en realidad sus manifestaciones son claramente orgánicas. Por ejemplo: estudios oftalmológicos del umbral de sensibilidad luminosa, evidencian en los pacientes con larga evolución de la enfermedad un considerable aumento de su capacidad visual. Ello les permite detectar visualmente hasta lejanas galaxias con pequeños telescopios instalados en polucionadas ciudades. Más asombroso es el incremento en la agudeza visual en los afectos de la forma planetaria del síndrome: son capaces de registrar detalles en las superficies de lejanos planetas y satélites. Hay célebres nombres de la astronomía clásica con esta variante que hicieron famosos los canales del planeta Marte y en su delirante actividad creían ver signos de civilización en su superficie.

Las formas de presentarse el síndrome son variadas. Es muy frecuente la aparición en las primeras décadas de la vida de un súbito interés por mirar al cielo y de construir telescopios con cualquier elemento a sualcance. Los individuos con mayor afectación llegan a entregarse a interminables ritos de tallar piezas ópticas de gran tamaño con las que construir telescopios, ya que encuentran más gratificante la observación cuando el instrumento es de construcción casera, aunque su aspecto sea lamentable. Ello no impide que haya un creciente número de empresas que se aprovechan del ansia frenética del enfermo por mejorar su instrumental y lo suministran a unos precios desmesurados.

También los avances técnicos favorecen la aparición de variantes muy sofisticadas de la enfermedad. Se incrementa el número de enfermos que se dedican desesperadamente a fotografiar una y otra vez regiones del cielo que están perfectamente estudiadas por la ciencia. En ello empeñan gastos muy considerables en equipo e incluso utilizando modernas cámaras electrónicas. A pesar de los torpes resultados obtenidos, no cesan nunca en su empeño desenfrenado.

No debemos confundir la verdadera astrofilia con locuras colectivas temporales como la "fiebre del cometa" (última plaga aparecida en 1986) ó fenómenos propagandísticos cómo el "eclipse del siglo". El auténtico astrofílico seguirá padeciendo su mal una vez terminados estos eventos. También es muy extraño que los astrofílicos no tengan interés por los OVNIS y otros fenómenos extraterrestres mucho más espectaculares para la mayoría de la  población, lo cual agrava su aislamiento.

La etiología del proceso es totalmente desconocida. Si bien es cierto que se han hecho pocas investigaciones serias para conocer el mecanismo causante.

Está prácticamente descartado que se trate de una enfermedad hereditaria, aunque a veces se presenten varios miembros de una familia afectados. Tampoco parece probable una causa infecciosa ya que muy raras veces enferman personas que conviven habitualmente con el paciente.

La hipótesis más plausible que actualmente se baraja es una alteración del metabolismo del hierro. Se ha detectado que la hemoglobina de los enfermos, en lugar de tener el hierro como elemento predominante está formada además por otros metales pesados. Varios investigadores han concluido que se trata de los mismos componentes que se encuentran en los meteoritos que caen desde elcielo. Esta aventurada conclusión, por supuesto, no ha sido confirmada oficialmente.

Para el tratamiento de esta terrible enfermedad no existen medidas de gran efectividad. Afortunadamente el desarrollo de la sociedad industrial parece paliar notablemente los síntomas. Por una parte los altos niveles de polución lumínica hacen desistir de practicar la observación a muchos pacientes. Por otro lado la televisión y otras distracciones modernas parecen ejercer un efecto beneficioso al comienzo de los brotes, haciendo que se olviden del firmamento cuando su "afición" es incipiente.

El matrimonio y la dedicación a la familia originan en el enfermo una notable atenuación del mal, pero muchas veces es solamente un periodo de incubación más o menos largo en el que la patología permanece larvada, rebrotando al final nuevamente.

A pesar de que se trata de una enfermedad social, las únicas asociaciones que existen son las creadas por los propios afectos con el fin de intercambiar experiencias sobre su extraño proceder. Afortunadamente dado el carácter individualista de los pacientes, son muy pocas las agrupaciones de este tipo que logran sobrevivir un cierto tiempo. De todas formas dado el carácter noctámbulo de su actividad es evidente un trasfondo macabro y despreciable para el resto de la humanidad.

Esa sensación de aislamiento, por su gran rareza, confiere un gran dramatismo al padecimiento del mal, ya que ante la total incomprensión de la mayor parte de la sociedad, el enfermo de astrofilia se siente orgulloso de ser uno de los pocos elegidos que intentan comprender el Universo en que viven.

(*) El autor de este informe, a pesar de ser médico de profesión, se considera un astrofílico incurable porque no tiene ningún interés en dejar de estudiar y observar el Universo exterior a este insignificante planeta en que vivimos.

Jesús R. Sánchez – El observador de estrellas dobles, N.º 1 · enero/abril 2009, pág. 52

http://elobservadordeestrellasdobles.wordpress.com/2009/01/08/n%C2%BA-1-de-el-observador-de-estrellas-dobles/

El Observador de Estrellas Dobles – Revista amateur dedicada a la observación y estudio de estrellas dobles

http://elobservadordeestrellasdobles.wordpress.com/

Lluvias de Chatarra Espacial: Las Caídas más Importantes

Por José Ramos

. 20 de Febrero de 2008, Estados Unidos:
La Armada de ese país interceptó su satélite espía USA-193 -ya en desuso-, dejando una estela de desechos. Astrónomos amateurs reportaron que parte de ese material cayó en el noroeste de EE UU y Canadá. Aseguraron que los restos recogidos no eran más grandes que un balón de fútbol.

. Australia, años ’60:
Gran cantidad de esferas misteriosas aparecieron en ese país durante esta década, generando numerosas especulaciones sobre una visita interestelar. Luego se determinó que uno de estos elementos, también realizado en titanio y hallado en Merkanooka, Western Australia, era un tanque de agua de la nave Gemini V. Su misión se desarrolló entre el 21 de agosto de 1965 y el 29 del mismo mes.

. Enero de 1997, Estados Unidos:
Una mujer de Turley, en el estado de Oklahoma, reportó que un pequeño fragmento de material semidesecho le había caído sobre la cabeza, sin herirla de gravedad. El extraño objeto fue identificado como parte del cohete de lanzamiento Delta 2, que había regresado a la atmósfera. Otros restos del Delta 2 hallados en tierra incluían un propulsor de acero y una esfera de presión hecha de titanio.

. 24 de Enero de 1978, Canadá:
Una nave espacial secreta de la Unión Soviética, Cosmos 954, salió de control. Como contenía un pequeño reactor nuclear para alimentar las antenas del radar, su caída se convirtió en la más peligrosa de la historia para la población en Tierra. Sus restos se esparcieron por la región ártica de Canadá, país que junto a Estados Unidos encaró las tareas de limpieza.

. 21 de Enero de 2001, Arabia Saudita:
La tercera generación de los Delta-2, conocido como Módulos de Asistencia de Carga Delta (PAM-D por su sigla en inglés), cayó a Tierra en Medio Oriente. La cubierta de su motor, de unos 70 kilogramos, fue encontrada en el desierto saudí. Uno de los tanques de titanio apareció cerca de Seguin, Texas, y el propulsor principal quedó semi enterrado cerca de Georgetown, en el mismo estado.

. Mayo de 1966, Brasil:
El experimento Saturn (SA-5) de la NASA despegó en 1964 y regresó a la atmósfera terrestre el 30 de abril de 1966. Poco después, en el estado brasileño de Rio Negro hallaron partes livianas -una pieza ovalada de metal, una estructura con forma de panal de color negro y cuatro frágiles piezas de alambre.

 

 

. 1 de Febrero de 2003, Estados Unidos:
El desastre del trasbordador Columbia, que se desintegró al entrar a la atmósfera durante su viaje de regreso matando a siete astronautas, provocó una lluvia de desechos que cayó sobre un área de 72 kilómetros cuadrados, entre los estados de Texas y Louisiana. Se recuperaron más de 80 mil piezas.

. 4 de Junio de 2000, islas Hawaii:
El observatorio Compton Gamma Ray había realizado 51.658 órbitas alrededor de la Tierra, pero tuvo que ser retirado de manera intencional por fallas mecánicas. Sus 6.000 kilos de desechos fueron a parar al fondo del Océano Pacífico.

. 23 de Marzo de 2001, islas Fiji:
La estación espacial rusa Mir era el objeto más pesado en orbitar la Tierra después de la Luna. Con sus 130 toneladas de peso, comenzó su derrotero suicida 15 años después de su lanzamiento. A pesar de que la mayor parte se consumió por el calor al entrar a la atmósfera, unos 1.500 fragmentos fueron hallados en Nadi, una de las islas Fiji, donde los bañistas tomaron fotos de restos carbonizados y aseguraron que se podían oír las explosiones causadas por la desintegración a gran altura.

. 11 de Julio de 1979, Australia:
El laboratorio estadounidense Skylab, de 70 toneladas, tuvo en vilo a todo el mundo al entrar en la atmósfera y desplazarse sin control durante su caída. Finalmente, sus desechos se esparcieron por el Océano Índico y el desértico oeste australiano.

. 7 de Febrero de 1991, Argentina:
La estación orbital soviética Salyut 7 de 40 toneladas se despedazó en la atmósfera a una velocidad de 25.000 k/h sobre Argentina. La mayor parte de los fragmentos se precipitaron sobre la provincia de Entre Ríos.
Un fragmento cayo en la localidad de Capitán Bermudez, provincia de Santa Fe y causo daños menores en una propiedad, lo que llevo a la propietaria a realizar el reclamo indemnizatorio ante la embajada de la Unión Soviética.
Entre los fragmentos que se pudieron hallar se encuentran varias piezas de circuitos y componentes electrónicos, trozos de fibra de carbono, un cristal de ventanilla y una escotilla de 2,5 m y de 400 kg de peso que se encuentran todos en exposición permanente en el Observatorio Astronómico de Oro Verde.

José Ramos – LIADA

Entre Ríos: Tierra de Meteoros. Reportaje de diario Uno

 Por Daniel Caraffini

El último registrado data de 2008, pero hay otros ocho constatados. Según los coleccionistas, la provincia es una de las jurisdicciones del país con mayor presencia de estas piezas del cosmos.

Piezas del meteorito Berduc, hallado por la AEA en 2008

Del mismo modo que con el tema de los avistajes de ovnis, con Entre Ríos –Victoria especialmente– como principal centro receptor de ellos, en torno a la caída de meteoritos parece ocurrir algo similar.
Mariano Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde, confió que “dicho por el principal coleccionista del país, Oscar Turone, es la provincia donde más veces vino para buscar meteoritos”.
En los informes recopilados por la Asociación Entrerriana de Astronomía, figuran el Meteorito Berduc (Colonia del Departamento Villaguay), caído el 7 de abril de 2008; en Chajarí, el 29 de noviembre de 1933; Departamento Quebracho, el 13 de marzo de 1957; en Gualeguaychú, en octubre de 1932; y otros denominados Hinojal e Isthilart, el 12 de octubre de 1928; en La Criolla, el 6 de enero de 1986; en María Grande, en 1990; y en Nogoyá, el 30 de junio de 1879.
“Esos son sólo los que tenemos apuntados, pero seguramente hay muchos otros que no están registrados”, apuntó en diálogo con UNO.
Además de los meteoros, a diario se precipitan a tierra lo que se denomina chatarra espacial. Son fragmentos de objetos ya sin uso en el espacio, como grandes restos de cohetes y satélites viejos, restos de explosiones, o de componentes de cohetes como polvo y pequeñas partículas de pintura.

Por Daniel Caraffini

El último registrado data de 2008, pero hay otros ocho constatados. Según los coleccionistas, la provincia es una de las jurisdicciones del país con mayor presencia de estas piezas del cosmos.

Piezas del meteorito Berduc, hallado por la AEA en 2008

Del mismo modo que con el tema de los avistajes de ovnis, con Entre Ríos –Victoria especialmente– como principal centro receptor de ellos, en torno a la caída de meteoritos parece ocurrir algo similar.
Mariano Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde, confió que “dicho por el principal coleccionista del país, Oscar Turone, es la provincia donde más veces vino para buscar meteoritos”.
En los informes recopilados por la Asociación Entrerriana de Astronomía, figuran el Meteorito Berduc (Colonia del Departamento Villaguay), caído el 7 de abril de 2008; en Chajarí, el 29 de noviembre de 1933; Departamento Quebracho, el 13 de marzo de 1957; en Gualeguaychú, en octubre de 1932; y otros denominados Hinojal e Isthilart, el 12 de octubre de 1928; en La Criolla, el 6 de enero de 1986; en María Grande, en 1990; y en Nogoyá, el 30 de junio de 1879.
“Esos son sólo los que tenemos apuntados, pero seguramente hay muchos otros que no están registrados”, apuntó en diálogo con UNO.
Además de los meteoros, a diario se precipitan a tierra lo que se denomina chatarra espacial. Son fragmentos de objetos ya sin uso en el espacio, como grandes restos de cohetes y satélites viejos, restos de explosiones, o de componentes de cohetes como polvo y pequeñas partículas de pintura.
Leer más «Entre Ríos: Tierra de Meteoros. Reportaje de diario Uno»