Contacto con Civilizaciones ET

Por Mariano Andrés Peter

ET, la famosa película de Steven Spielberg que popularizó la idea del contacto con otras civilizaciones

Introducción: La posibilidad de vida extraterrestre en algún rincón de este insondable Universo ha sido un tema recurrente a los largo de la historia de la humanidad.
Desde Demócrito, uno de los más importantes científicos de la antigua Grecia, pasando por el monje italiano Giordano Bruno, quien fue quemado en la hoguera por la Santa Inquisición por cometer el pecado de afirmar que existían numerosos planetas habitados como la Tierra girando en torno de otros soles, han sido muchos los científicos y filósofos capaces de imaginar y de soñar con otras formas de vida más allá de nuestro mundo e inclusive considerar el contacto con ellas como algo factible.

Por Mariano Andrés Peter

ET, la famosa película de Steven Spielberg que popularizó la idea del contacto con otras civilizaciones

Introducción: La posibilidad de vida extraterrestre en algún rincón de este insondable Universo ha sido un tema recurrente a los largo de la historia de la humanidad.
Desde Demócrito, uno de los más importantes científicos de la antigua Grecia, pasando por el monje italiano Giordano Bruno, quien fue quemado en la hoguera por la Santa Inquisición por cometer el pecado de afirmar que existían numerosos planetas habitados como la Tierra girando en torno de otros soles, han sido muchos los científicos y filósofos capaces de imaginar y de soñar con otras formas de vida más allá de nuestro mundo e inclusive considerar el contacto con ellas como algo factible.

 

Hay más estrellas en el Universo que granos de arena en la Tierra

Es probable que los primeros proyectos científicos orientados a la búsqueda y contacto con civilizaciones extraterrestres fueran pensados durante el siglo XIX.
En 1820, el matemático alemán Karl Friedrich Gauss propuso que sobre la estepa rusa se plantara un gigantesco triángulo rectángulo de pinos para que observadores de otros mundos pudieran saber que en la Tierra existían seres capaces de entender el teorema de Pitágoras.
Otra idea similar fue propuesta en 1840 por el astrónomo vienés Joseph Von Littrow. Su idea consistía en cavar una zanja de 30 km en el desierto del Sahara, llenarla de combustible y prenderle fuego por las noches para que los seres del espacio pudieran reconocerla como una señal de que en la Tierra existían seres inteligentes.
Está claro que estas ideas extravagantes se basaban en la suposición de que los alienígenas tendrían mentes muy similares a las nuestras como para reconocer a estas señales como formas de comunicación. Es una concepción muy antropocéntrica propia del orgullo humano.
Hoy en día los científicos saben que una mente extraterrestre puede funcionar de manera radicalmente distinta a todo a todo lo que podemos llegar a imaginarnos.
No obstante, el propio planeta Tierra se ha convertido en una fuente constante de emisión de ondas de radio originadas por las transmisiones de televisión, radio, radar, etc.

 

Carl Sagan, uno de los pioneros en la búsqueda de vida ET

Hay una burbuja de energía electromagnética que envuelve a la Tierra y que tiene un alcance de 100 años luz aproximadamente, generada por este tipo de transmisiones antes mencionadas y que seguramente ya ha alcanzado a una buena cantidad de estrellas. De haber civilizaciones técnicamente avanzadas en planetas alrededor de estas estrellas, ya deberían saber de nuestra existencia.
De esta manera, sin que nos demos cuenta estamos revelando nuestra existencia al cosmos.
Así, los alienígenas que observaran nuestro sistema solar, verían una extraña pareja reluciendo en ondas de radio y orbitando la una sobre la otra.
Una sería una pequeña estrella amarilla, común y ordinaria, poco atractiva radiando una cantidad normal de de energía en el espectro electromagnético correspondiente a las radiofrecuencias, el Sol. La otra, un cuerpo de una masa igual aproximadamente a una parte sobre 300 mil de la masa de la estrella amarilla pero de diez a cien veces más brillante en longitudes de ondas de radio, la Tierra.
Pero al margen de estas transmisiones involuntarias a las estrellas, se han llevado a cabo algunos programas de detección y de emisión de señales de radio tendientes a lograr el contacto con civilizaciones tecnológicamente avanzadas que puedan existir en nuestra galaxia.
Según el famoso astrónomo y pionero en la búsqueda de vida extraterrestre Carl Sagan, habría al menos un millón de civilizaciones más avanzadas que la nuestra en la Vía Láctea únicamente.

Imágen del Observatorio en Green Bank, Estados Unidos

El Proyecto Ozma: En 1958 el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) se estableció de Green Banck, Virginia Occidental, Estados Unidos. Fue uno de los primeros observatorios dedicados a observar el Universo en longitudes de ondas de radio con el nuevo radiotelescopio de 26 metros de diámetro.
Por aquel entonces, un joven astrónomo de 29 años, Frank Drake, se pregunto a que distancia podría un radiotelescopio similar, detectar las emisiones radiales procedentes de la Tierra. Finalmente se pudo determinar que podría detectar las señales de radio a una distancia de entre diez a veinte años luz, lo cual era una distancia importante para esa época.
De igual manera, una civilización extraterrestre podría estar emitiendo señales de radio al espacio que podrían ser captadas por el radiotelescopio. “Deberíamos mirar”, dijo Drake a sus colegas, “Por lo que sabemos prácticamente cada estrella del cielo tiene una civilización que está transmitiendo”. Otto Struve, el director del NRAO estuvo de acuerdo con Drake.
Pero surgió un problema, ¿en que longitud de onda transmitiría una civilización extraterrestre? Finalmente se seleccionó una longitud de onda tanto por razones pragmáticas como por motivos científicos, la de 21 centímetros correspondientes al hidrógeno neutro.
El proyecto Ozma se debería mantener en secreto ya que no deseaban que se diera a publicidad porque temían una catarata de críticas por parte de la comunidad científica de aquella época. Así a las 06:00 de la mañana del 11 de Abril de 1960, Frank Drake y sus colaboradores dieron inicio al Proyecto Ozma, llamado así en honor de la reina de Oz, un reino de ficción famoso por su mago.
Los dos primeros objetivos del Proyecto Ozma fueron las estrellas Tau Ceti y Épsilon Eridani, a 11,9 y 10,8 años luz respectivamente. Dos estrellas lo suficientemente cercanas como para captar con facilidad las hipotéticas señales de radio.

 

El Dr. Frank Drake junto a un radiotelescopio

Luego de seis horas de cuidadosa observación de la estrella Tau Ceti, no se detecto absolutamente nada. Luego se prosiguió con el análisis de Épsilon Eridani. Ni bien el radiotelescopio apunto a esta estrella, detecto una señal muy intensa que sonaba de manera regular unas ocho veces por minuto. No hay ninguna fuente de emisión natural que pueda emitir una señal de esas características. Era indudablemente de origen artificial. Fue entonces cuando Drake y su equipo se preguntaron si esto sería así de fácil, con solo apuntar el radiotelescopio a una estrella se podría captar una señal inteligente proveniente de otra civilización. Pero minutos más tarde, la señal se desvaneció repentinamente. Diez días más tarde la señal reapareció, pero para ese entonces los científicos contaban con un segundo receptor que les permitió comprobar que esa señal tenía origen terrestre, probablemente era emitida por un avión militar que sobrevolaba la zona. Fue una gran decepción y aunque se continuaron las observaciones de estas dos estrellas, jamás se volvieron a detectar señales inteligentes.
Carl Sagan comparó esta búsqueda con la de una aguja en un pajar, una muy buena analogía para ejemplificarla.

El Observatorio de Arecibo en Puerto Rico, el más grande del mundo

Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia

Por Alberto Anunziato 

Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia
Traducción de párrafos de “Nuncius Sidereus”.

 

Retrato de Galileo

En “Sidereus Nuncius”, obra publicada en marzo de 1610, Galileo narra las primeras observaciones astronómicas con telescopio de la historia (en cuanto sabemos). A una distancia de cuatro siglos vemos como el simple acto de elevar a los cielos su telescopio marcó el triunfo del paradigma científico contemporáneo.

Por Alberto Anunziato 

Galileo nos cuenta las primeras observaciones con telescopio de la historia
Traducción de párrafos de “Nuncius Sidereus”.

 

Retrato de Galileo

En “Sidereus Nuncius”, obra publicada en marzo de 1610, Galileo narra las primeras observaciones astronómicas con telescopio de la historia (en cuanto sabemos). A una distancia de cuatro siglos vemos como el simple acto de elevar a los cielos su telescopio marcó el triunfo del paradigma científico contemporáneo.

 

Nuncius Sidereus

Recordemos que la concepción ptolemaica del universo (un paradigma que comprendía numerosas teorías hermanadas por considerar a la Tierra el centro del Universo) era un sistema que poseía una gran economía conceptual, al punto que hoy la navegación y la topografía todavía usan modelos basados en ella, además de apoyarse en el sentido común que muestra a las estrellas girando como una gigantesca cúpula cada noche. El sistema tenía una gran debilidad: el movimiento retrógrado de los planetas, que originó una serie de complicadas teorías auxiliares para explicarlos. Fue lo confuso del sistema y las discrepancias con los datos observables lo que lleva a Copérnico a poner en duda el modelo, pero solo en lo que al movimiento de la Tierra se refiere: gira alrededor del Sol (centro del Universo) como los otros planetas. Pero la obra de Copérnico pasó desapercibida fuera del ámbito astronómico. Será el telescopio el que sacudirá las creencias fundamentales del hombre y ayudará a definir la cosmovisión reinante. Y eso es lo que narra, nada menos, el libro cuyos párrafos presentamos.
Galileo comienza su libro dedicándolo a Cosme II, Gran Duque de Toscana, y afirmando que el descubrimiento principal que contiene la obra (los satélites de Júpiter) es una confirmación astrológica de la grandeza dinástica de los Medici, no siendo casual que los haya observado poco después de su ascenso al trono. Galileo llama a los cuatro satélites Astros Mediceos, y los mismos le valieron el mecenazgo del soberano (que nunca adhirió al copernicanismo), quién además se encargo de repartir telescopios por todas las cortes de Europa para que pudieran apreciarse “sus astros”. El “Sidereus Nuncius” (o “Mensajero Astral”) acompañaba a los telescopios como una especie de manual introductorio, completando el “presente empresarial”.
 
La obra comienza por nombrar los descubrimientos realizados con su telescopio (o como primeramente fue llamado por Galileo “perspicillum”, del latín “perspicio”, algo así como mirar con cuidado y detenimiento) y cómo fue su génesis: 

“Bellísimo y milagrosamente placentero es ver el cuerpo de la Luna, que dista de nosotros una distancia casi equivalentes a 60 radios terrestres, tan cercano como si distase solo dos radios, agrandando el diámetro mismo de la Luna casi 30 veces, su superficie casi 900, el volumen casi 27.000 veces más grande que cuando se observa a ojo desnudo. Gracias a esta experiencia cualquiera puede comprender que la Luna no posee una superficie lisa y pulida sino escabrosa y desigual y, como la de la Tierra, llena de grandes elevaciones, profundas cavidades y desfiladeros. Además no me parece poca cosa el haber terminado con las controversias en torno a la Galaxia, o Vía Láctea, y haber hecho patente su naturaleza tanto a los sentidos como al intelecto, así como es grato y hermoso poder demostrar que la sustancia de los astros hasta ahora llamados nebulosas es totalmente distinta de cuanto hasta ahora se había creído. Pero lo que por mucho es lo más maravilloso (y nos obliga a informar a todos los astrónomos y filósofos) es el haber descubierto cuatro astros errantes, por nadie (antes que por nosotros) conocidos ni observados, que a semejanza de Venus y Mercurio alrededor del Sol, cumplen sus revoluciones alrededor de un astro conspicuo entre los conocidos, a veces precediéndolo, a veces siguiéndolo, pero sin adelantársele más allá de ciertos límites. Y todo esto fue descubierto y observado hace pocos días, con la ayuda de un telescopio que inventé después de haber recibido la iluminación de la gracia divina. Otras cosas más admirables, por mí quizás o por otros, se descubrirán en el futuro con la ayuda de este instrumento, sobre cuya forma y estructura, así como de la ocasión de su invención, daré una breve noticia antes de narrar la historia de las observaciones que realicé con él. Hará unos diez meses nos llegó la noticia de que un flamenco había construido un telescopio, por medio del cual los objetos visibles, aunque se encontraran muy distantes del observador, se veían en detalle como si estuvieran muy cerca. Sobre este admirable efecto corrían voces, algunos les daban fe, otros no. El asunto me fue confirmado pocos días después a través de una carta del noble francés llamado Iacopo Badovere, de París;  y ésta fue la causa de que me dedicase por completo a averiguar los medios para lograr la invención de un instrumento similar, lo que conseguí poco después, basándome en la teoría de las refracciones. Primero preparé un tubo de plomo en cuyos extremos apliqué dos lentes, ambas planas de un lado, mientras que una tenía el otro lado convexo y la otra lo tenía cóncavo. Puesto el ojo en la parte cóncava vi los objetos bastante grandes y próximos, tres veces más cercanos y nueve veces más grandes de como se ven a simple vista. Luego preparé un instrumento más exacto, que mostraba los objetos sesenta veces más grandes. Y finalmente, sin reparar en gastos y fatigas, llegué a construirme un instrumento tan excelente que los objetos vistos a través suyo aparecen casi mil veces más grandes y treinta veces más cercanos que a ojo desnudo. Sería completamente superfluo señalar cuantas y cuales son las ventajas de un instrumento semejante para las observaciones terrestres y marítimas. Pero dejadas de lado las terrestres, me dediqué a las especulaciones celestes, y primero vi la Luna tan cercana como si estuviese a una distancia de apenas dos radios terrestres. Después de esto, con increíble placer en el alma, observé muchas veces las estrellas, fijas y errantes; y como las vi tan nítidas, comencé a estudiar el modo de calcular sus distancias, y finalmente lo logré”.

 

Primer telescopio de Galileo

Primera conmoción: con base en Aristóteles, se consideraba que la región celeste era perfecta, la imperfección y el cambio se creían relegados a la región sub-lunar, a la Tierra. Veamos lo primero que los maravillados ojos de Galileo observaron:

“En primer lugar trataremos la cara de la Luna que podemos ver. Por razones de claridad, la dividí en dos partes, más clara una y más oscura la otra. La más clara parece circundar y llenar todo el hemisferio, la más oscura oscurece como una nube la misma faz de la Luna y la hace aparecer llena de manchas. De estas manchas, aunque oscuras y bastante amplias, visibles para cualquiera, siempre se tuvo noticia, por lo que las llamaremos grandes o antiguas, a diferencia de otras manchas menores por su amplitud, pero tan frecuentes que cubren toda la superficie luna, sobre todo la parte más luminosa, de las que fuimos los primeros en verlas. Por la continua observación de tales manchas llegamos a la conclusión de que la superficie de la Luna no es pulida, uniforme y completamente esférica, como un gran número de filósofos cree de ella y de otros cuerpos celestes, sino que es desigual, escabrosa y con muchas cavidades y elevaciones, una superficie no muy diversa de la de la Tierra, con cadenas de montañas y profundos valles”.

El descubrimiento de las manchas solares (realizado meses después de publicar el libro que traducimos) confirmará que el universo está en cambio perpetuo.
No debemos olvidar que antes de Galileo se pensaba que no había más estrellas que las observables a simple vista. Era un universo al servicio del hombre (¿para qué habría estrellas que no pudiéramos ver?), ahora el hombre se empequeñece frente al Universo:

“Digna de nota parece también la diferencia de aspecto entre el aspecto de los planetas y el de las estrellas fijas. Los planetas presentan sus globos exactamente redondos y definidos y, como pequeñas lunas luminosas, aparecen circulares. Las estrellas fijas, en cambio, no parecen tener un contorno circular sino que, centelleando siempre, presentan fulgores vibrantes alrededor de sus rayos. Presentan la misma figura a ojo desnudo que vistas con el telescopio, pero más grandes, observándose una estrella de quinta o sexta magnitud como si fuese la Canícula, la más grande de las estrellas fijas. Pero más allá de las estrellas de sexta magnitud se verá con el telescopio un increíble número de otras, invisibles a nuestra vista: de hecho se pueden ver más de estas que todas las comprendidas en las seis magnitudes completas, las mayores de las cuales (que podemos llamar de séptima magnitud o primera de las invisibles), con la ayuda del telescopio, aparecen más grandes y luminosas que las estrellas de segunda magnitud vistas a simple vista. Y para prueba de su número inimaginable quise acompañar los dibujos de dos constelaciones a fin que, con su ejemplo, el lector pueda imaginar las restantes. En el primero me había propuesto abarcar toda la constelación de Orión, pero el enorme número de estrellas y la falta de tiempo hicieron que dejara la empresa para otra ocasión. Sin embargo, existen diseminadas en torno a las estrellas conocidas, en el espacio de uno o dos grados, más de quinientas, por ello agregaremos a las tres estrellas conocidas del cinturón y a las seis de la espada otras 80 recientemente descubiertas:”
 

 

Lente del primer telescopio

Amenazas Espaciales

Por Mariano Andrés Peter 

 

Imágen del asteroide Eros

En la antigüedad se decía que los meteoritos no podían provenir del espacio porque en el espacio no existían rocas.
Durante gran parte de la historia de la humanidad, la idea de que una roca gigante impactara contra nuestro planeta era algo inconcebible, pero durante el siglo XX, lo que parecía una improbabilidad absoluta, se convirtió en una realidad aterradoramente cierta y factible.

Por Mariano Andrés Peter 

 

Imágen del asteroide Eros

En la antigüedad se decía que los meteoritos no podían provenir del espacio porque en el espacio no existían rocas.
Durante gran parte de la historia de la humanidad, la idea de que una roca gigante impactara contra nuestro planeta era algo inconcebible, pero durante el siglo XX, lo que parecía una improbabilidad absoluta, se convirtió en una realidad aterradoramente cierta y factible.

 

Imágen del misterioso objeto que estalló en Tunguska en 1908

El 30 de Junio de 1908, un misterioso objeto de entre 50 a 100 metros de diámetro, estalló en el aire sobre la remota región siberiana de Tunguska con una fuerza equivalente a 40 megatones, arrasando con miles de hectáreas de taiga (bosque siberiano) y provocando movimientos sísmicos que se pudieron detectar desde China hasta Europa. Si bien no está para nada claro que fue ese objeto, lo cierto es que para las autoridades soviéticas, que realizaron la primera expedición científica a la zona afectada varios años después, todo se habría tratado de un meteorito gigante desprendido de algún asteroide o cometa lejano. Este significativo incidente sirvió para que la comunidad científica comenzara a considerar a los cuerpos menores del sistema solar con mucha seriedad.
El 30 de Agosto 1930 se produjo una gran explosión en la amazonía brasileña, provocada por una gran bola de fuego que cayó del cielo en la región del río Curucá. La energía liberada fue equivalente a 20 kilotones, tanto como las bombas atómicas que arrasaron Hiroshima y Nagasaki en 1945. El caso fue investigado por un clérigo que se encontraba en la región, pero los resultados de dicha investigación son celosamente guardados en los archivos astronómicos del Vaticano. En los años 90 se realizó un rastrillaje en la zona del posible impacto pero no se hallaron rastros del supuesto meteorito.

El cometa West fue avistado en 1976

Y más recientemente, el  9 de Noviembre de 1997, un satélite militar estadounidense fotografió una poderosa explosión en Groenlandia, que según los cálculos fue equivalente a 100 kilotones.
Tres impactos de una magnitud considerable en tan solo un siglo. Afortunadamente todos ellos se produjeron en zonas remotas y despobladas, pero que hubiera pasado si por ejemplo el objeto de Tunguska se hubiera demorado un poco más?, por la latitud en la que estalló, seguramente habría arrasado con San Petersburgo, acabando instantáneamente con cientos de miles de personas.
Pero nada de esto se compara a lo que podría llegar a producir un objeto realmente grande, un asteroide o cometa de más de un kilómetro de diámetro.

 

Secuencia de impactos del cometa Shoemaker – Levy 9 con Júpiter

El 16 de Julio de 1994, los astrónomos de todo el mundo se prepararon para observar el fenómeno astronómico más importante y espectacular de todos los tiempos. El impacto del cometa Shoemaker – Levy 9 con Júpiter. Dos año antes, en 1992, el cometa paso muy cerca del gigante planeta y la enorme fuerza de gravedad de este lo fragmento en 21 partes que quedaron en órbita y que un año más tarde, una por una irían golpeando a Júpiter durante una semana.
La energía liberada por los 21 fragmentos del cometa al chocar contra en gigante de gas, fue equivalente a la explosión de una bomba atómica de 20 kilotones, estallando cada segundo durante 13 años. Si bien Júpiter es tan grande que aún una colisión como esta fue como si lo picara un mosquito, cualquiera de esos fragmentos hubiera provocado una catástrofe en la Tierra de proporciones nunca antes vistas por el hombre.
Luego los científicos descubrieron algo inquietante. De no haberse interpuesto Júpiter en su camino, este cometa tenía grandes posibilidades de colisionar con nuestro planeta.
Esto despertó el interés y la preocupación de las principales potencias mundiales y fue así que poco tiempo después se desarrolló una cumbre entre científicos y miliares de los Estados Unidos y Rusia en el Laboratorio Lawrence Livermore, Estados Unidos. En tema a tratar fue, el fin del mundo.

 

Imágen aérea del Laboratorio Lawrence Livermore

Dichos científicos y militares estaban entrenados para rastrear y enfrentar amenazas provenientes del cielo ya que eran veteranos de la Guerra Fría.
Después de analizar el problema se concluyó que la manera más efectiva para enfrentar una amenaza espacial y salvar a la civilización humana y a la vida en la Tierra sería equipar al cohete ruso Energya, el más poderoso del mundo (construido por la ex Unión Soviética para impulsar al transbordador Burán y para realizar futuros viajes a Marte) con una certera cabeza nuclear norteamericana.
Dicho artefacto nuclear no estallaría directamente sobre el asteroide o cometa por dos razones. Primero, porque no conocemos todavía la composición real de estos objetos y podría pasar que el arma nuclear no fuera suficientemente poderosa como para destruirlos, y en segundo lugar, podría suceder que el objeto en cuestión se fragmentara pero no se desviara. De esta manera recibiríamos una lluvia de meteoros radioactivos que sería aún peor que el impacto de un único cuerpo.

El poderoso cohete ruso Energya listo para despegar 

La idea en cambio sería detonar la cabeza nuclear muy cerca del objeto para que la potente onda expansiva lo desviara de trayectoria y así se evitaría la colisión.
Pero el éxito de una intercepción de este tipo depende del tiempo de antelación con el que se pueda detectar al asteroide o cometa. Hasta ahora, los objetos que han rozado la Tierra han podido ser detectados con meses o semanas de anticipación, lo cual no deja mucho margen para actuar. Lo ideal sería poder detectar estas amenazas con años de anticipación para poder planear una defensa efectiva.
Existen otros planes de defensa pero por el momento representan un desafío tecnológico difícil de alcanzar.

Imágen del asteroide Gaspra tomado por la sonda Galileo en 1993

En los últimos años, tres han sido los asteroides que casi nos golpean. El primero pasó en 1989 a una distancia equivalente a la mitad de la que nos separa de la Luna y en los años 1991 y 1996, dos rocas gigantes se aproximaron a una distancia aproximada al doble de la distancia a la Luna. En términos astronómicos, estos objetos apenas lograron esquivarnos, de haber viajado a una velocidad ligeramente distinta, la vida en la Tierra tal como la conocemos ya no existiría.
Es importante recordar que el curso de la evolución en nuestro planeta se ha visto afectado por tales impactos a lo largo de su historia. Muchas son las especies que han desaparecido y que han surgido a consecuencia de grandes catástrofes cósmicas.

 

Los dinosaurios desaparecieron a causa de un gran impacto hace 65 millones de años

Seguramente, la extinción más famosa de todas fue la que se produjo hace 65 millones de años y que aniquilo al 70% de todas las formas de vida, incluyendo a los grandes dinosaurios, pero no fue la única ni la más importante. Hace 250 millones de años, otra roca espacial acabó con los grandes reptiles del período Pérmico y causó la extinción del 90% de todos los seres vivos. Paradójicamente, esta extinción posibilitó a los dinosaurios aparecer y dominar el mundo en detrimento de los primeros mamíferos. Los mamíferos y en última instancia el hombre, pudieron surgir y reinar sobre el planeta a causa de la desaparición de los dinosaurios. De esta manera, la pregunta que debemos hacernos no es si esto ocurrirá de nuevo, sino más bien, cuando llegará nuestro turno y si estaremos preparados para enfrentarlo.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

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Meteorología: Fenómenos Luminosos

Por Mariano Andrés Peter 

 

El Arco Iris, uno de los más hermosos fenómenos meteorológicos

Más allá de los fenómenos celestes que solemos disfrutar todos los años (eclipses, conjunciones, cometas, lluvias de meteoros, etc.), hay otra categoría de fenómenos en el cielo que son igualmente hermosos y también se los puede apreciar todos los años. Pero la diferencia radica en que mientras los primeros ocurren en el espacio exterior, los segundos ocurren en la atmósfera de nuestro propio planeta. No obstante ello, algunos de estos fenómenos como las auroras y las nubes noctilucientes están emparentados con la Astronomía tanto como con la Meteorología.

A continuación explicaremos como se generan cada uno de estos fenómenos y detallaremos sus características principales.

Por Mariano Andrés Peter 

 

El Arco Iris, uno de los más hermosos fenómenos meteorológicos

Más allá de los fenómenos celestes que solemos disfrutar todos los años (eclipses, conjunciones, cometas, lluvias de meteoros, etc.), hay otra categoría de fenómenos en el cielo que son igualmente hermosos y también se los puede apreciar todos los años. Pero la diferencia radica en que mientras los primeros ocurren en el espacio exterior, los segundos ocurren en la atmósfera de nuestro propio planeta. No obstante ello, algunos de estos fenómenos como las auroras y las nubes noctilucientes están emparentados con la Astronomía tanto como con la Meteorología.

A continuación explicaremos como se generan cada uno de estos fenómenos y detallaremos sus características principales.

 

A veces suelen formarce dos arco iris, uno más tenue que el otro

Arco Iris: Es tal vez el fenómeno meteorológico más conocido y al que se le ha otorgado un significado religioso.
A veces cuando llueve las nubes se abren y dejan pasar los rayos del Sol. La luz blanca de dichos rayos atraviesa las gotas de agua que actúan como prismas. Cuando la luz llega a la gota la atraviesa, pero la que incide en los bordes de la gota se refracta y se divide en los colores del espectro que a su vez se reflejan en la parte posterior de la gota. Al salir de la gota, la luz se refracta nuevamente y lo hace con un ángulo de 42 grados con respecto al rayo entrante.
Cada color se produce con un ángulo ligeramente diferente  según sea su longitud de onda.
De esta manera en cada gota solo se puede apreciar un color a la vez, dependiendo del ángulo del observador.

 

Un arco de niebla

Así, lo que vemos es una combinación de refracción y reflexión de los rayos solares en millones de gotas de agua que generan distintas bandas de color.
Para que se produzca un arco iris hay que tener en cuenta algunas variables como ser el movimiento de las gotas, la posición del Sol y del observador.
Cuando el Sol se ubica cerca del horizonte, se produce un arco iris alto y cuando el Sol se ubica cerca del cenit, el arco iris será bajo. Si no existiera el horizonte, el arco iris se vería como un círculo, tal como se observa desde los aviones.
Hay otros dos tipos de arcos. Están los arcos lunares que se forman de una manera similar al arco iris pero son mucho más tenues y los arcos de niebla que se producen cuando la luz solar atraviesa las gotas de niebla pero al ser estas tan pequeñas, no logran dispersar la luz y por ende no se producen colores, permanecen blancos.

  

Imágen de una corona

Coronas: Las coronas lunares o solares se observan como discos luminosos y coloridos al rededor de la Luna o del Sol cuando estos se ubican visualmente detrás de una delgada formación de nubes.
Este fenómeno se produce debido a la difracción de los rayos de luz, es decir la ligera desviación de los mismos al pasar por el borde de un objeto. De esta manera, los colores que compones la luz blanca se separan debido a sus diferentes longitudes de onda y son desviados en diferentes ángulos.
Debido a esta difracción de la luz en las gotas de agua de la nube, se produce entonces este círculo de tonalidades azuladas y verdosas en el interior y amarillentas y rojizas en la zona exterior.
Las coronas lunares suelen ser más visibles que las solares ya que el brillo mucho mas intenso del Sol tiende a cegar a quien la observa. Debido a la uniformidad de las gotas de agua en las nubes recién formadas, la luz reflejada por la Luna al atravesarlas genera anillos de colores bien definidos, siendo esta el tipo de corona más bella para observar y fotografiar.

 

Una Iridiscencia

Iridiscencias: Se trata de manchas irregulares de colores que se suelen formar en zonas de cielo cercanas al Sol y a la Luna. Los colores que presentan las iridiscencias dependen del tamaño de las gotas en las nubes, siendo los colores más brillantes cuando las gotas son de mayor tamaño y del ángulo de visión del observador.
Al igual que ocurre con las coronas, mientras más uniformes sean las gotas en la nube, más definida será la imagen.
Las iridiscencias solares poseen colores mucho más intensos que las lunares.

 

Imágen de un halo

Halos: Son anillos pálidos que se forman en torno del Sol o con menor frecuencia de la Luna.
A diferencia de las coronas que parecen emanar del mismo Sol o de la Luna, los halos son círculos delgados y muy amplios que los rodean.
Esta diferencia se debe a que mientras que las coronas se forman por la interacción de la luz con las gotas de agua en nubes como los estratos, en el caso de los halos esa interacción de la luz se da pero con los cristales de hielo al caer o en suspensión en nubes como los cirros.
Generalmente presentan un color blanco, esto ocurre cuando la luz solar o lunar se encuentra con cristales de hielo en las nubes, pero cuando dichos cristales caen con un determinado ángulo, la luz puede llegar a refractarse en parte, presentando una tonalidad azulada en el interior y rojiza hacia el exterior.
Como vemos, el orden de las tonalidades está invertido si lo comparamos con las coronas y esto se debe a la diferencia entre refracción y difracción de la luz.
Debido a que los cristales de hielo son en su gran mayoría hexagonales, el ángulo de refracción más común será de 22 grados, siendo lo halos que se forman de esta manera los más comunes. Pero suele haber cristales con formas diferentes o que caen en ángulos diferentes y siendo así se pueden producir halos más pequeños, más grandes o de forma parcial como arcos.
Las creencias populares asocian a los halos con la inminencia de la lluvia pero esto no siempre suele ser así.

  

Un parhelio sobre una zona polar

Parhelios: Son figuras luminosas que se generan a ambos lados del Sol creando así la ilusión de que hay tres soles brillando en el cielo.
Suelen formarse junto con los halos y bajo las mismas condiciones.
Se producen cuando la luz solar atraviesa los cristales de hielo hexagonales suspendidos en las nubes o cayendo. Dichos cristales deben estar en posición horizontal con los planos de cara al suelo. Se debe dar una gran caída de cristales para que se pueda formar un parhelio. Pueden llegar a presentar una tonalidad rojiza en el interior y azulada en el exterior.
También puse suceder que se genere un solo parhelio o que uno sea más grande y brillante que el otro.
Existen también los parlunios, generados por la luz proveniente de la Luna cuando se encuentra más brillante que lo habitual y en idénticas condiciones. Los parlunios son mucho más raros de los parhelios.
Los parhelios pueden acompañar al Sol pero solo hasta una altitud de 45 grados sobre el horizonte. Esto se debe a que cuando el Sol se encuentra elevado en el cielo, las luz refractada deja de ser visible para el observador en tierra.
Al igual que los halos, los parhelios no son confiables para pronosticar lluvias.

 

Choque de satélites: ¿Quien paga?

Por Alberto Anunziato 

 

Salyut 7, provocó una lluvia de fragmentos al caer en 1991 sobre Entre Ríos

El choque en el espacio entre el satélite ruso Cosmos 2251 y el estadounidense Iridium-33, perteneciente a una compañía de comunicaciones, ocurrido hace pocos días,  no solo tiene la importancia histórica de ser el primero de su tipo, sino que también es una oportunidad para comprobar la eficacia de la normativa internacional que regula la materia. El “Convenio sobre la responsabilidad internacional por daños causados por objetos espaciales” fue firmado en 1972, en una época en que eran muy pocos los países que habían logrado colocar satélites artificiales en órbita. Hoy son más de 6.000 los satélites que orbitan nuestro planeta (y casi la mitad se encuentran en desuso), por lo que las probabilidades de que se genere una situación que haga aplicable el tratado mencionado son mucho más grandes, lo que permitirá evaluar su operatividad.

Por Alberto Anunziato 

 

Salyut 7, provocó una lluvia de fragmentos al caer en 1991 sobre Entre Ríos

El choque en el espacio entre el satélite ruso Cosmos 2251 y el estadounidense Iridium-33, perteneciente a una compañía de comunicaciones, ocurrido hace pocos días,  no solo tiene la importancia histórica de ser el primero de su tipo, sino que también es una oportunidad para comprobar la eficacia de la normativa internacional que regula la materia. El “Convenio sobre la responsabilidad internacional por daños causados por objetos espaciales” fue firmado en 1972, en una época en que eran muy pocos los países que habían logrado colocar satélites artificiales en órbita. Hoy son más de 6.000 los satélites que orbitan nuestro planeta (y casi la mitad se encuentran en desuso), por lo que las probabilidades de que se genere una situación que haga aplicable el tratado mencionado son mucho más grandes, lo que permitirá evaluar su operatividad.

El art. 2 enuncia el principio general: “un Estado de lanzamiento tendrá responsabilidad absoluta y responderá de los daños causados por un objeto espacial suyo en la superficie de la Tierra o a las aeronaves en vuelo”, entendiéndose por Estado de lanzamiento no solo al Estado “que lance o promueva el lanzamiento” sino también al estado “desde cuyo territorio o desde cuyas instalaciones se lance un objeto espacial”. Por ejemplo, de los 4 satélites argentinos registrados ante las Naciones Unidas (ver listado en www.oosa.unvienna.org/oosa/en/Reports/docsarg) 2 fueron lanzados en conjunto con la NASA, otro desde la Guyana Francesa y otro desde Rusia, por lo que el Estado Argentino es solidariamente responsable de los daños ocasionados por los mismos con EE.UU., Francia y Rusia respectivamente. En el caso de que la estación espacial soviética Salyut 7 (parte de cuyos restos se encuentran en nuestro Observatorio) hubiera ocasionado daños al caer en nuestra Provincia en el año 1991, Rusia (como continuadora de la Unión Soviética) hubiera debido responder por dichos daños.

 

Skylab, otra estación orbital que pordujo una lluvia de fragmentos al caer

La regla es distinta para el caso de daños sufridos fuera de la superficie terrestre (excluyendo a las aeronaves en vuelo) por objetos espaciales que hayan sido causados por otros objetos espaciales, como es el caso que nos ocupa: el art. 3 dispone que solo responde el Estado responsable por el objeto “culpable”, culpabilidad que deberá determinarse en un procedimiento al que nos referiremos brevemente más adelante.
Una de las probabilidades que existen luego del choque de satélites es que los restos de cualquiera de ellos provoquen a daños a otros satélites o a la Estación Espacial Internacional. En ese caso cada país responderá ante el tercero de acuerdo a su grado de culpabilidad, determinado por un porcentaje. En el caso de que los restos provoquen daños en la superficie, el país damnificado podrá reclamar a cualquiera de los dos Estados o a ambos. En el caso de tratarse de daños provocados por objetos espaciales pertenecientes a organizaciones internacionales, estas deben responder y los Estados miembros lo hacen subsidiariamente (art.22).

 

Caída y desintegración de un satélite

Ahora bien: ¿cómo cobrar? El Estado damnificado deberá presentar por vía diplomática su reclamo al Estado responsable dentro del plazo máximo de 1 año de ocurrido el hecho (art.8 a 10). Si las negociaciones diplomáticas fracasan, cualquiera de las partes podrá pedir que se constituya una “Comisión de Reclamaciones”, que se integrará con un representante de cada Estado y un Presidente designado por el Secretario General de las Naciones Unidas (art.15), en el caso de que los Estados en conflicto no se pongan de acuerdo en su designación.
El tratado no excluye la posibilidad de que los particulares damnificados se presenten a reclamar ante los tribunales del país responsable (art.11), pero eso excluye la posibilidad de que el Estado damnificado reclame los mismos daños por vía diplomática o, eventualmente, ante la “Comisión de Reclamaciones”.
Queda claro que el Tratado fue firmado con miras a establecer resarcimientos entre Estados, ya que la actividad privada en el espacio todavía no existía. Evidentemente se trata de evitar el surgimiento de un “casus belli” entre dos Estados como consecuencia de un accidente. Pero el reciente choque de satélites deja al descubierto la insuficiencia del sistema cuando se trata de un particular damnificado. ¿Qué debe hacer la empresa estadounidense propietaria del satélite? ¿Presionar a su Gobierno para que presente el reclamo por vía diplomática ante Rusia y luego conseguir la creación de la “Comisión de Reclamaciones? Quedará sujeta a las conveniencias diplomáticas estadounidenses.

 

Fragmento de cristal de Salyut 7, cayó a 25.000 km/h

¿Presentar un reclamo en los tribunales rusos? No parece una manera segura de obtener un resarcimiento. Los EE.UU. son una superpotencia, pero ¿qué pasaría si el reclamo perteneciera a un particular de un país subdesarrollado? ¿Un Gobierno como el nuestro se preocuparía por obtener el resarcimiento para un particular frente a una potencia? Como toda la normativa del Derecho Internacional Público, su aplicación depende de la fuerza de los contendientes, por cuanto no existe una instancia por encima de las naciones que pueda ejecutar sus decisiones como lo hace el Poder Judicial dentro de un Estado (y debemos agradecer que no la haya, porque creo que sería un instrumento de dominación).
Teniendo en cuenta que el abanico de posibles daños a producirse por la actividad de objetos artificiales en órbita es mucho más amplio que el caso que vimos (pues incluye daños no físicos como espionaje electrónico, interferencias, intercepción de información, etc.) y que la vía diplomática de cobro es una solución válida solo entre Estados que mantengan vínculos cordiales, los expertos en Derecho Espacial recomiendan la creación de un Tribunal Espacial Internacional con jurisdicción sobre estos litigios. Probablemente sería un paso adelante. Veremos cómo se resuelve la controversia originada por el primer choque de satélites en órbita.

Para leer más:
La normativa correspondiente al Derecho Espacial (en idioma castellano) se encuentra en el sitio de la “United Nations Office for Outer Space Affairs (UNOOSA)”:
http://www.oosa.unvienna.org/oosa/en/SpaceLaw/index.htm

Alberto Anunziato, Abogado y especialista en Derecho Aeroespacial – AEA

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