Messier 8: Nebulosa Laguna – Visión Global

Esta maravillosa nebulosa es un clásico en las giras telescópicas por la constelación de Sagitario.
Charles Messier, el astrónomo del siglo XVIII, catalogó la brillante nebulosa como M8.
El producto de dicho trabajo llevó años después su nombre: Catálogo de Objetos Messier.

Esta maravillosa nebulosa es un clásico en las giras telescópicas por la constelación de Sagitario.
Charles Messier, el astrónomo del siglo XVIII, catalogó la brillante nebulosa como M8.
El producto de dicho trabajo llevó años después su nombre: Catálogo de Objetos Messier.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La Nebulosa Laguna es una guardería estelar activa a unos 5.000 años luz de distancia, en la dirección del centro de nuestra Galaxia.

A través de esta nítida fotografía, obtenida luego de un gran trabajo de seguimiento y paciencia a lo largo de varios días por nuestro equipo de astrofotografía, con el telescopio del Observatorio de Oro Verde –  Entre Ríos – Argentina, se pueden descubrir rasgos destacados, luciendo filamentos de gas brillante y nubes de polvo oscuro.
En el centro de la Nebulosa, una brillante forma de reloj de arena es resultado de vientos estelares extremos y la luz de las estrellas interiores.

Esta composición fue realizada durante 3 horas 14 minutos de exposición en tomas de 5 minutos c/u con Cámara Cannon y tair de 300mm parado en f8 a iso 800 +10 dark.

Telescopio  Meade lx 200 de la AEA c/seguimiento.
Autor: Germán Savor y Equipo.

Meteorología: ¿Como se forman los rayos?

Por Mariano Andrés Peter

Rayos fotografiados cerca de un observatorio astronómico

Sin lugar a dudas los rayos son uno de los fenómenos naturales más espectaculares. Poseen una temperatura cinco veces superior a la superficie solar (30 mil grados centígrados).
Con su energía se podrían abastecer a unas 22 mil familias durante todo un año y su velocidad es de 100 mil km/seg.
Los antiguos creían que los rayos eran de origen divino y es lógico que pensaran así ya que se trata de un fenómeno natural que genera un gran despliegue de luz, sonido, puede provocar incendios forestales y aniquilar personas y animales.
Recién muchos siglos mas tarde se pudo descubrir que su origen no tenía nada que ver con los dioses y que en realidad todo se trataba de una descarga de energía eléctrica muy potente procedente de la atmósfera.

Por Mariano Andrés Peter

Rayos fotografiados cerca de un observatorio astronómico

Sin lugar a dudas los rayos son uno de los fenómenos naturales más espectaculares. Poseen una temperatura cinco veces superior a la superficie solar (30 mil grados centígrados).
Con su energía se podrían abastecer a unas 22 mil familias durante todo un año y su velocidad es de 100 mil km/seg.
Los antiguos creían que los rayos eran de origen divino y es lógico que pensaran así ya que se trata de un fenómeno natural que genera un gran despliegue de luz, sonido, puede provocar incendios forestales y aniquilar personas y animales.
Recién muchos siglos mas tarde se pudo descubrir que su origen no tenía nada que ver con los dioses y que en realidad todo se trataba de una descarga de energía eléctrica muy potente procedente de la atmósfera.

Espectacular imágen de rayos cayendo durante una tormenta

Pero recientemente se ha propuesto una nueva teoría para explicar su origen.
Según los estudios que se han realizado, jamás se pudo medir en el interior de las nubes tormentosas campos que superen los 200 mil voltios por metro lo cual no es suficiente como para descargar un rayo por lo tanto, ¿de donde proviene la energía?
Sorprendentemente la respuesta podría estar más allá de la atmósfera, en el espacio.
Los rayos cósmicos son partículas de alta energía que provienen del Sol y las galaxias, y bombardean la atmósfera de la Tierra a velocidades muy cercanas a las de la luz.
Alex Guverich del Instituto de Física Lebedev en Moscú propuso en 1992 la teoría de que los rayos cósmicos podrían golpear las moléculas de aire de la atmósfera, ionizándolas y produciendo electrones altamente energéticos.
Estos electrones al entrar en el campo eléctrico de las nubes de tormenta se aceleran y su energía crece.

 

Gráfico que muestra un rayo cósmico

Al mismo tiempo golpean otros electrones y se genera una reacción en cadena. De esta forma en una pequeña porción de nube tormentosa y en un lapso de tiempo muy pequeño los electrones ionizan el aire hasta que se generan descargan. Esta es la razón por la que los científicos no han podido detectar los campos eléctricos necesarios para producir rayos, estos duran apenas microsegundos.
El científico Joseph Dwyer del Instituto Tecnológico de Florida realizó un experimento, fabrico rayos en el laboratorio de dicho instituto.
Gracias a esta investigación se han descubierto rayos X en la composición de los rayos que él fabrico con una energía de 250 mil electronvoltios, casi el doble de lo necesario para realizar una radiografía de tórax.
También los censores han detectado la presencia de rayos gamma lo cual resulta asombroso ya que la atmósfera los absorbe y por lo tanto jamás se los había asociado a los rayos de las tormentas eléctricas.
El haberlos hallado es una prueba contundente de que los rayos cósmicos participan en la descarga de luz que podemos ver.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

Radioastronomía: El misterio de la Señal Wow!

Por Mariano Andrés Peter

 

La famosa anotación en el margen de la hoja junto a la secuencia alfanumérica que muestra la intensidad de la señal

La búsqueda de inteligencia ET (SETI por sus siglas en ingles) a través de ondas de radio ha detectado decenas de posibles señales inteligentes en las últimas tres décadas. Pero de todas ellas ninguna ha generado tantas expectativas e intrigas como la ya famosa Señal Wow!
El día 15 de Agosto de 1977 a las 23:16 hs., el radiotelescopio Big Ear de la Universidad de Ohio, Estados Unidos, se encontraba escuchando el eco del Big Bang cuando de repente el procesador IBM 1130 comenzó a captar una señal treinta veces más intensa que el ruido de fondo, con una duración de 72 segundos y proveniente de la constelación de Sagitario.
Lamentablemente no fue grabada por las computadoras pero si se lograron imprimir los datos.

Por Mariano Andrés Peter

 

La famosa anotación en el margen de la hoja junto a la secuencia alfanumérica que muestra la intensidad de la señal

La búsqueda de inteligencia ET (SETI por sus siglas en ingles) a través de ondas de radio ha detectado decenas de posibles señales inteligentes en las últimas tres décadas. Pero de todas ellas ninguna ha generado tantas expectativas e intrigas como la ya famosa Señal Wow!
El día 15 de Agosto de 1977 a las 23:16 hs., el radiotelescopio Big Ear de la Universidad de Ohio, Estados Unidos, se encontraba escuchando el eco del Big Bang cuando de repente el procesador IBM 1130 comenzó a captar una señal treinta veces más intensa que el ruido de fondo, con una duración de 72 segundos y proveniente de la constelación de Sagitario.
Lamentablemente no fue grabada por las computadoras pero si se lograron imprimir los datos.

 

Este es el registro impreso

Días más tarde el Prof. Jerry R. Ehman, científico que trabajaba en el Proyecto SETI, descubrió la extraña señal. Su sorpresa fue tan grande que escribió la exclamación Wow! en el margen de la hoja donde se imprimieron los datos y a partir de ese momento paso a la historia como la Señal Wow!.
Nunca más volvió a repetirse pero la secuencia 6EQUJ5 todavía sigue siendo objeto de estudios por parte de los científicos.
El radiotelescopio acompañaba la rotación de la Tierra y solo podía observar un punto fijo del cielo por 72 segundos, esta es una de las razones que fundamentan su origen ET ya que la señal dura exactamente 72 segundos. Tuvo su pico de intensidad a los 36 segundos y luego comenzó a disminuir gradualmente hasta desaparecer.
Los escépticos propusieron algunas hipótesis para descartar su posible origen ET.
Se dijo que podía tratarse de un satélite artificial que atravesó el espectro de escaneo del radiotelescopio. El problema con esta explicación es que los satélites no pueden transmitir en la banda de 1,4 GHz donde fue emitida la señal.
Además la emisión generada por un satélite sería mucho más breve debido a que se desplazan a una gran velocidad.

 

Esta es la región del cielo de la cual provino la señal

Otra explicación es la que afirma que tal vez el radiotelescopio pudo haber fallado por un lapso corto de tiempo pero quedo demostrado que su funcionamiento era perfecto y además no se volvió a repetir nada parecido.
Por último se propuso que el origen de esta señal pudo ser un fenómeno astronómico de gran magnitud pero de haber sido así la señal se hubiera captado en todas las frecuencias.
La única explicación que queda es que se trato de una señal emitida por alguna forma de vida inteligente de otro mundo. Pero de ser así ¿porque no volvió a repetirse?. Algunos científicos piensan que la razón por la cual no se volvió a captar esta señal es porque tal vez se intercepto una comunicación entre dos naves espaciales ET en las profundidades del espacio.
Hoy los radioastrónomos de todo el mundo siguen escudriñado los cielos con la esperanza de hallar otra señal que nos haga saber que no estamos solos en este enorme y frío Universo.

Mariano Andrés Peter, coordinador del Observatorio de Oro Verde – AEA

¿Vida en Marte? La historia del meteorito ALH84001

 Por Mariano Andrés Peter

 

El meteorito marciano hallado en la Antártida en 1984

“Los cometas y el polvo cósmico transportarían la vida por el Universo”
sir Fred Hoyle.

Este mes se cumplen 14 años del famoso anuncio brindado por científicos de la NASA y el entonces Presidente Bill Clinton sobre este controvertido hallazgo. A continuación podrán leer este artículo que he preparado sobre el tema.

Su origen:

Hace 4600 millones de año se formo en Marte una pequeña roca áspera y de color gris.
Casi 1000 millones de años después (apenas un instante en tiempos astronómicos y geológicos) su interior fue invadido por pequeñas bacterias. Luego, hace unos 16 millones de años una poderosa colisión con un asteroide o cometa expulso a gran velocidad del planeta a esta roca y quedo vagando en el sistema solar por varios millones de años. Pero de repente hace 13 mil años se encontró con otro planeta en su camino, la Tierra.
En 1984 una expedición científica patrocinada por la NASA y el Museo Smithsoniano de Washington DC la halló en una región de la Antártida llamada Allan Hills, razón por la que fue catalogada como ALH84001.

 Por Mariano Andrés Peter

 

El meteorito marciano hallado en la Antártida en 1984

“Los cometas y el polvo cósmico transportarían la vida por el Universo”
sir Fred Hoyle.

Este mes se cumplen 14 años del famoso anuncio brindado por científicos de la NASA y el entonces Presidente Bill Clinton sobre este controvertido hallazgo. A continuación podrán leer este artículo que he preparado sobre el tema.

Su origen:

Hace 4600 millones de año se formo en Marte una pequeña roca áspera y de color gris.
Casi 1000 millones de años después (apenas un instante en tiempos astronómicos y geológicos) su interior fue invadido por pequeñas bacterias. Luego, hace unos 16 millones de años una poderosa colisión con un asteroide o cometa expulso a gran velocidad del planeta a esta roca y quedo vagando en el sistema solar por varios millones de años. Pero de repente hace 13 mil años se encontró con otro planeta en su camino, la Tierra.
En 1984 una expedición científica patrocinada por la NASA y el Museo Smithsoniano de Washington DC la halló en una región de la Antártida llamada Allan Hills, razón por la que fue catalogada como ALH84001.

Otra imágen del meteorito de Marte

Investigación secreta:

El meteorito fue enviado al Centro Espacial Johnson (CEJ) de la NASA y se lo clasifico en forma errónea como diogenita, una variedad de meteorito, y guardado en un armario hasta 1993. 
Permaneció ignorado hasta ese año cuando David Mittlefehldt, científico experto en diogenitas, se dio cuenta del error. Los estudios revelaron que solo existían 11 rocas en el mundo con características muy similares y todas eran de origen marciano.
El anuncio de este descubrimiento llego a oídos de David Mc Kay, científico del CEJ quien junto a un grupo de colegas, entre los que también estaba Everett Gibson (experto en meteoritos marcianos), conformaron un equipo de investigación.
En Febrero de 1994 se realizó un análisis geoquímico a una muestra del meteorito y se hallaron unas diminutas manchas color almagre que guardaban una increíble semejanza con los carbonatos.
En nuestro planeta los carbonatos se encuentran en rocas que han tenido contacto con el agua como la caliza y el mármol. Hacía ya tiempo que los científicos planetarios suponían que Marte había tenido en el pasado remoto agua en su superficie. Las sondas estadounidenses Viking fotografiaron lo que parecían ser lechos de grandes sistemas fluviales cuando orbitaron el planeta a finales de los 70s.

 

David Mc Kay

Los investigadores se convencieron finalmente de que esas pequeñas manchas eran partículas de carbonatos. Análisis posteriores determinaron que los carbonatos se habían depositado en la roca en un período que podía ser de entre 1300 millones a 3600 millones de años.
La formación de estas partículas requirió de una temperatura de entre 0 a 80 grados centígrados, temperaturas muy similares a las de la Tierra y muy hospitalarias para el surgimiento de la vida.
El geoquímico Chris Romanek, integrante también del equipo que estudiaba la roca, recordó que en una conferencia sobre sedimentología a la que había asistido, se dijo que en muestras de caliza se habían encontrado fósiles de microorganismos que apenas tenían un diezmilésimo de milímetro. Siendo así, ¿podrían también hallarse vestigios de vida similares en esas manchas rojizas que se encontraban dentro del meteorito?
David Mc Kay tenía la misma sospecha. Utilizando un microscopio electrónico de barrido, detecto la presencia de estructuras tubulares.
Se decidió que esta investigación debía ser absolutamente secreta  para no ser tildados de locos y para que nadie más se les adelante y les robe la idea.

Trayectoria del meteorito antes de llegar a la Tierra

A mediados de 1994 el equipo de científicos ya sabía que podían estar a punto de encontrar vestigios de vida marciana. Tenían pruebas de la existencia de agua y de temperaturas propicias para la vida. También tenían imágenes de lo que parecían ser microfósiles de bacterias en el interior del meteorito. Solo faltaba que un experto en microfósiles examinara las pruebas antes de hacer cualquier anuncio.
Se sumo al equipo el paleobiólogo William Schopf de la Universidad de California, una de las máximas autoridades en la materia a nivel mundial.
Schopf luego de observar las fotografías dijo que no veía ninguna evidencia de vida y que para encontrar esas evidencias debían buscar células y sustancias derivadas de ellas. El carbono es un elemento fundamental para la vida en la Tierra pero también está presente en incontables sustancias inorgánicas.
Habría entonces que examinar las partículas de carbonatos a escala molecular y el mejor lugar para hacerlo era el laboratorio de química de Richard Zare en la Universidad de Stanford, California.
 

Carl Sagan y los Asteroides

Por Alberto Anunziato

El reciente impacto de un asteoride o cometa en Júpiter es una buena ocasión para recordar a Carl Sagan, en especial su libro "Un punto azul pálido", que tenemos la fortuna de poder consultar en la Biblioteca de la AEA.

El Dr. Carl Sagan

En el cap.19 Sagan plantea, entre distintas posibilidades de terraformación de cuerpos celestes, la posibilidad de que la raza humana llegue a poblar los asteroides. Pero el cap.18 es revelador acerca de la amenaza que pende sobre nuestro planeta:
"Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros de diámetro, equivalente a casi un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global, eliminando a una porción significativa de la especie humana (a menos que se tomaran precauciones sin precedentes). Un millón de megatones de TNT corresponden a cien veces la potencia explosiva de todas las armas nucleares que hay sobre el planeta, detonadas de forma simultánea. Y, dejando pequeña incluso a esa hecatombe, dentro de unos cien millones de años cabe esperar un suceso similar al del cretáceo-terciario, el impacto de un mundo de diez kilómetros de diámetro o aun mayor. La potencia destructiva latente en un asteroide cercano de grandes dimensiones pone en ridículo a cualquier artefacto que pueda inventar la especie humana".

Por Alberto Anunziato

El reciente impacto de un asteoride o cometa en Júpiter es una buena ocasión para recordar a Carl Sagan, en especial su libro "Un punto azul pálido", que tenemos la fortuna de poder consultar en la Biblioteca de la AEA.

El Dr. Carl Sagan

En el cap.19 Sagan plantea, entre distintas posibilidades de terraformación de cuerpos celestes, la posibilidad de que la raza humana llegue a poblar los asteroides. Pero el cap.18 es revelador acerca de la amenaza que pende sobre nuestro planeta:
"Por término medio, una vez cada pocos cientos de años la Tierra es alcanzada por un objeto de unos setenta metros de diámetro; la energía liberada a consecuencia de la colisión equivale a la explosión del arma nuclear más potente que nunca se haya lanzado. Cada diez mil años nos golpea un objeto de doscientos metros, que podría provocar serias consecuencias climáticas regionales, y cada millón de años se produce el impacto de un cuerpo de más de dos kilómetros de diámetro, equivalente a casi un millón de megatones de TNT, una explosión que desencadenaría una catástrofe global, eliminando a una porción significativa de la especie humana (a menos que se tomaran precauciones sin precedentes). Un millón de megatones de TNT corresponden a cien veces la potencia explosiva de todas las armas nucleares que hay sobre el planeta, detonadas de forma simultánea. Y, dejando pequeña incluso a esa hecatombe, dentro de unos cien millones de años cabe esperar un suceso similar al del cretáceo-terciario, el impacto de un mundo de diez kilómetros de diámetro o aun mayor. La potencia destructiva latente en un asteroide cercano de grandes dimensiones pone en ridículo a cualquier artefacto que pueda inventar la especie humana".

Un cometa pasando cerca de la Tierra

La probabilidad estadística de que cualquiera de nosotros sea alcanzado por un asteroide es realmente baja, pero la dimensión catastrófica del impacto de un asteoride masivo ha impulsado el estudio de las órbitas de los asteroides con mayor potencial destructivo. Carl Sagan alerta, sin embargo, sobre la posibilidad que la investigación acerca de los métodos para desviar asteroides pueda generar la tentación de desviarlos con un destino específico:
 
"A principios de los años ochenta, a algunos miembros de los círculos armamentísticos norteamericanos se les ocurrió que los soviéticos podían estar pensando en emplear asteroides cercanos a la Tierra como proyectiles de impacto; el presunto plan fue bautizado como «el Martillo de Iván». Había que tomar medidas preventivas de inmediato. Al mismo tiempo, se sugirió que quizá no fuera mala idea que Estados Unidos aprendiera también cómo utilizar pequeños mundos a modo de armas. La Organización de Defensa mediante Misiles Balísticos del Departamento de Defensa, sucesora de la oficina de la «Guerra de las Galaxias» de los ochenta, lanzó una innovadora nave con el nombre de Clementine a fin de que orbitara la Luna y se acercara al asteroide Geographos. (Tras completar un exhaustivo reconocimiento de la Luna, en mayo de 1994, la nave falló antes de poder alcanzar Geographos)".

El asteroide Geographos

Habría dos opciones para liberarse de la amenaza de un asteroide:"La primera consistiría en que uno o más proyectiles nucleares de gran potencia hicieran estallar el asteroide o cometa en pedazos, que se desintegrarían y atomizarían al penetrar en la atmósfera de la Tierra"; lo que traería aparejado en caso de asteroides masivos la posibilidad de multiplicar el peligro por el número de fragmentos, la segunda sería "en un plan para alterar la órbita de cualquier cuerpo errante haciendo explotar armas nucleares en sus cercanías. Las explosiones (por lo general, en el punto más cercano del asteroide con el Sol) van encaminadas a desviarlo de la Tierra".

Sagan, un cientificista confeso, admite el dilema moral implícito en "La idea de traer asteroides a la órbita terrestre se ha revelado atractiva para algunos científicos espaciales y planificadores del futuro, que acarician la posibilidad de explotar los recursos minerales y de metales preciosos que puedan contener esos mundos o de proveer materiales para la construcción de infraestructura espacial sin necesidad de luchar con la gravedad terrestre para ir a buscarlos ahí arriba. Se han publicado artículos sobre cómo llevarlo a cabo y acerca de cuáles pueden ser los beneficios. En discusiones recientes se ha hablado de insertar el asteroide en órbita alrededor de la Tierra, haciéndolo pasar primero a través de la atmósfera terrestre, que lo frenaría, una maniobra con escaso margen de error. En mi opinión, para un futuro cercano debemos reconocer que todo ese esfuerzo resultaría extraordinariamente peligroso y arriesgado, en especial si se trata de cuerpos de metal de más de unas decenas de metros de diámetro. Es ése el tipo de actividad donde los errores de navegación, propulsión o diseño de la misión pueden acarrear las consecuencias más destructivas y catastróficas".