Un nuevo estudio compara datos recogidos durante el Evento Carrington, el fenómeno más extremo del que tiene constancia el hombre, comparándolo con otros posteriores y han encontrado inesperadas similitudes.
En los albores de la revolución tecnológica de las comunicaciones, a mediados del siglo XIX, una catástrofe inesperada sacudió al mundo moderno. A principios de septiembre de 1859 unas impresionantes auroras boreales se pudieron ver incluso desde la Gran Vía de Madrid, tal y como relatan las crónicas de la época. Y justo después una energía invisible provocó cortes y cortocircuitos por la recién estrenada red telegráfica, a uno y otro lado del continente. La culpa: una eyección de masa coronal procedente del Sol que azotó nuestra magnetosfera. Fue bautizado como el Evento Carrington y se trata de la tormenta solar más extrema de la que el hombre tiene constancia.
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