Por Mariano Ribas

IMAGEN DE JUPITER TOMADA EL 12 DE SEPTIEMBRE DE 2009 Y EL 30 DE MAYO DE 2010 POR ANTHONY WESLEY, AUSTRALIA, Y CHRISTOPHER GO, FILIPINAS.
Estamos hablando de una inmensa franja de nubes amarronadas, tan larga, que daba la vuelta completa al planeta (recorriendo más de 400 mil kilómetros). Y tan gruesa, que podía tragarse cómodamente a la Tierra. A decir verdad, la desaparición del Cinturón Ecuatorial Sur de Júpiter –tal como se conoce a esta estructura– parece ser un episodio medianamente recurrente en la climatología joviana. Y forma parte de una compleja dinámica atmosférica, que los científicos aún están tratando de descifrar. Exploremos, pues, los detalles, la historia y los misterios de este apasionante episodio de la astronomía planetaria. Y palpitemos, de paso, la enorme expectativa por lo que pueda llegar a pasar: todas las miradas están clavadas en Júpiter.
“EL PLANETA ATMOSFERA”
Para entender mejor y, por qué no, disfrutar más de este fenómeno, hablemos un poco de aquel mundo fabuloso, allí a lo lejos, a casi 800 millones de kilómetros del Sol (cinco veces más lejos que la Tierra).
Desde todo punto de vista, Júpiter es un planeta fuera de serie. Y completamente distinto al nuestro. En pocas palabras, podemos definirlo como una enorme “bola de gas” (casi todo, hidrógeno), de más de 140 mil kilómetros de diámetro. Tan grande, que en su interior cabrían mil planetas como el nuestro. En Júpiter no hay superficie sólida. No hay “suelo”. Lo único sólido allí es su corazón, un núcleo rocoso-metálico (quizás algo más grande que la Tierra), profundamente hundido en gruesas capas de hidrógeno y helio (a distintas presiones, temperaturas y estados físicos, incluyendo, el líquido).