
Las expectativas aumentan todos los días conforme el cometa ISON se zambulle hacia el interior del sistema solar para tener un encuentro cercano con el Sol en noviembre del año 2013. Al ser atacado de manera directa por la radiación solar, este objeto, que rozará al Sol, probablemente se convertirá en uno de los cometas más memorables en muchos años.
Cuando la sonda espacial Swift, de la NASA, observó el cometa en enero de 2013, todavía se encontraba cerca de la órbita de Júpiter, pero ya estaba bastante activo. El núcleo del cometa ya expelía más de 50.800 kilogramos (112.000 libras) de polvo por minuto.
Y sucede que, algo de ese polvo podría acabar cayendo sobre la Tierra.
El veterano investigador de los meteoros Paul Wiegert, de la Universidad de Ontario del Oeste (University of Western Ontario, en idioma inglés), ha estado utilizando una computadora para crear un modelo de la trayectoria del polvo eyectado por el cometa ISON, y sus hallazgos sugieren que una inusual lluvia de meteoros podría estar por llegar.
"Durante varios días, alrededor del 12 de enero de 2014, la Tierra pasará a través de una corriente de polvo muy fino producida por el cometa ISON en su paso hacia el Sol", dice Wiegert. "La lluvia de meteoros resultante podría tener propiedades interesantes".
De acuerdo con los modelos de Wiegert, realizados por computadora, la corriente de desechos está poblada de granos de polvo extremadamente finos, no más grandes que unas cuantas micras, los cuales son empujados hacia la Tierra por la suave presión de radiación del Sol. Estos granos chocarán con la atmósfera a una velocidad de 56 km/s o 200.000 km/h (125.000 millas por hora). Como las partículas son tan pequeñas, la parte superior de la atmósfera de la Tierra rápidamente las frenará hasta detenerlas.
"Así, en vez de quemarse y emitir un destello de luz, caerán suavemente hacia la Tierra, que estará abajo", señala Wiegert.
Pero no espere notarlo. La lluvia invisible de polvo del cometa, si es que ocurre, será muy lenta. Podría tomar meses o incluso años para que ese fino polvo se asiente desde las capas altas de la atmósfera.



